POLITICA
Archivo

El día que Fernando Esteche ubicó a Néstor Kirchner como una "estrella yanqui"

En una entrevista con Jorge Fontevecchia en 2007, el dirigente habló del posicionamiento de los movimientos piqueteros y el kirchnerismo.

1108_esteche_g
Esteche | Cedoc

Fernando Esteche estuvo esta semana en el centro de las noticias por sus polémicas declaraciones, en las que sugería que un juez que decidiera meter presa a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner "podría aparecer muerto". Pero el líder de la agrupación Quebracho, que luego dijo que los medios "falsearon" sus declaraciones, hace tiempo que no es ajeno a las polémicas. En 2007, entrevistado por Jorge Fontevecchia, fundador del Diario PERFIL y actual CEO de Perfil Entertainment, el dirigente ya era cuestionado por la violencia del grupo que encabeza. A continuación, algunas de las declaraciones de Esteche:

—¿Cuánta gente integra hoy Quebracho?

—Hay que diferenciar entre la capacidad política en la calle de lo que es la cotidianidad de Quebracho en el centro de estudiantes y los anillos de influencia. Quebracho en la calle puede estar metiendo en Buenos Aires 1.500 militantes. Pero hay compañeros que no están en las marchas, pero laburan todos los días en los centros populares, comedores.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

—¿Quebracho, por sus acciones violentas, es la barra brava de la política?

—Después de once años de existencia, creo que esa percepción no representa a Quebracho... Soy consciente de que importantes sectores, y no solamente de la clase media, tienen esa percepción de Quebracho. Es porque la construcción del relato histórico a través de los medios de comunicación es tan perversa que construyen la historia como les parece. Por ejemplo, lo vivimos con lo de Sobisch: nosotros estuvimos presos por una vidriera rota y muebles quemados, y él es candidato a presidente. Aunque suene paradójico, yo digo que si hay algo que no somos es violentos. Como proyecto de país, de familia y de existencia, no queremos vivir tirando piedras. Queremos vivir con nuestros pibes, que crezcan y vayan a la escuela, que se realicen como seres humanos.

—Pero hoy tiran piedras y van con el palo en la mano.

—Sí, sí. Tiene que ver con falencias nuestras de construcción, de lo que queremos transmitir en política. Lo que sí está bueno explicar es el porqué de algunas cosas. Cuando nosotros no íbamos con cordones de autodefensa en nuestras marchas, la Policía corría las motos y los autos nos pasaban por arriba. Hay causas judiciales de compañeros atropellados por autos en las marchas. Están los argentinos que piensan que tiene que haber un protestódromo. Yo creo que no, que hay que congeniar intereses, pero la única vez que salieron nuestros compañeros en un diario con el cartel de que hay presos políticos fue cuando cruzaron la calle del Obelisco porque pensaron que la íbamos a cortar. Cuando fuimos a la Catedral e hicimos recitales multitudinarios adentro de la plaza... nada.

—Como siempre la culpa es del periodismo, ¿no?

—No del periodismo sino de algunos traficantes del relato político (sic). Pero hay cosas que nos estamos replanteando. No es que le vamos a regalar nada al discurso gorila de los que quieren el protestódromo, pero sí hay cosas que queremos ver cómo las vamos a resolver. El problema es la visibilidad política, nosotros somos actores políticos, y en la Argentina la visibilidad política es producto de acuerdos políticos. Por eso me sorprende esta entrevista, porque si en la Argentina este tipo de debate se les permitiera a otros actores políticos y no a los cinco o seis que trabajan de candidatos eternos, la cooperativa de candidatos, se estarían discutiendo otras cosas.

—Haga su propia autocrítica del posicionamiento violento que tiene Quebracho.

—Más que posicionamiento violento, nosotros decimos que tendríamos que revisar algunas formas de cómo nos plantamos en la calle y cómo damos una imagen política. No digo posicionamiento violento porque la palabra “violencia” es complicada...

—A ver de esta otra forma, ¿rebeldía y predisposición de combate son las dos principales características de los integrantes de Quebracho que van a las manifestaciones?

—Los compañeros que integran Quebracho son compañeros que quieren cambiar la Argentina. “Predisposición de combate” entiende también las ansias de agarrar del cogote a un degenerado que está haciendo morir de hambre a un chiquito...

—¿Agarrar del “cogote” al degenerado?

—Predisposición de combate lo explicaba desde ahí. Ahora, de ninguna manera estoy diciendo eso (combate en sentido militar).

—¿Por qué van con palos?

—Lo de los palos se lo expliqué. Tiene que ver con proteger a nuestra gente. Averigüe: no hay un solo policía uniformado lastimado por compañeros de Quebracho.

—Se acusó a Quebracho de ser un instrumento de los servicios de inteligencia. ¿Por qué?

—Es una maniobra de deslegitimación de la identidad política que tiene patas cortas, somos gente que nos conoce todo el mundo, dónde vivimos, cómo vivimos.

—¿Cómo se sostiene materialmente Quebracho? ¿De quiénes recibe apoyo económico? ¿Mantiene o ayuda económicamente a sus dirigentes?

—No tenemos compañeros rentados, pero no porque no estemos de acuerdo sino porque para rentar a un compañero hay que garantizar una continuidad. La organización se mantiene con una cuota que ponen todos los compañeros. No es fija: cada uno pone lo que puede. Para las cuestiones gráficas nuestras, donde más gastamos, tenemos una imprenta que se compró con el aporte de los hijos de desaparecidos... Una compañera que no tiene casa donó completos los 220.000 pesos que cobró de indemnización por ser hija de desaparecidos.

—¿No reciben aportes de Venezuela, Irán u otros países?

—No, eso no existe. Puede existir que nos inviten a un viaje para algo que les interese a ellos.

—¿Es difícil controlar que los manifestantes de Quebracho no se descontrolen?

—Puede pasar que algún compañero pinte una pared, póngale del Cabildo, y lo tenemos que sacar, porque además nos molesta a nosotros. Yo no le voy a decir que los compañeros que quisieron hacer un acto frente al local de Sobisch se zarparon porque estaban cargados de odio y por la muerte del compañero y rompieron la ventana. No, los compañeros fueron (premeditadamente) a hacer eso porque entendían que Sobisch es un degenerado y era la única forma que tenían de manifestar la bronca que sentían.

—¿Cree que les será posible tomar el poder?

—Más que tomarlo, que es posible acceder al gobierno.

—¿Democráticamente, a través de elecciones?

—Democráticamente. Se puede acceder al gobierno a pesar de todos los vicios que tiene el sistema electoral argentino, pero a pesar de todos esos vicios. Que no es democráticamente.

—¿De qué otra forma sería?

—No, no lo hemos planteado nosotros, no tenemos planteada otra forma. Lo que no es democracia es esto que vivimos.

—La llegada de Kirchner, ¿les hizo ganar o perder militantes?

—No. Nos hizo perder aliados, compañeros con los que trabajábamos mucho y muy unidos.

—¿La mayoría de los líderes piqueteros fueron cooptados?

—Hay quienes han hecho de su liderazgo social una carrera política, lo que tiene que ver con dos cosas: con viejas debilidades políticas que las disfrazaban en lo social, y que ahora se han reencontrado con su vocación, y con el usufructo que hace el régimen a veces de las referencias sociales, que, creemos, no es bueno.

—¿Fueron engañados o conscientes?

—No sé si engañados, creen en eso. No creo que hayan sido corruptos. Salvo un caso particular (N.d.R: hace un gesto de barba con su mano), que nosotros creemos que es un tipo que le ha hecho mucho mal al movimiento popular, al movimiento piquetero.

—Diga a quién se refiere.

—Castells, y él no fue cooptado aunque se compró unas cuantas camionetas, hizo unas cuantas empresas en la primera etapa con Alicia Kirchner. Pero salvo ese caso, que le ha hecho mucho mal a los compañeros piqueteros, todos los otros casos de compañeros de la oposición o que están en el oficialismo, no creemos que hayan sido ganados por la corrupción.

—El 22 de agosto pasado el líder de Montoneros, Roberto Perdía, fue detenido después de marchar junto a Quebracho. ¿Cuál es su relación personal con él y cuál es la relación de Quebracho con ex integrantes de Montoneros?

—Con los ex integrantes de Montoneros la relación que tenemos es igual a la que tenemos con ex integrantes de todos lados. Con Roberto Perdía acordamos políticamente enfrentar el saqueo. Igual que con Mario Cafiero, con Pino Solanas, con Lozano, con los compañeros de la CCC, con Alderete. Y después, de respeto, hay mucho respeto intelectual y político.

—Perdía dijo: “Los K no eran Montoneros”. Otro ex Montonero, el Negro Soares, es abogado de Quebracho. ¿Qué escucha decir de ellos sobre Kirchner en los 70? ¿Es sincero su sentimiento actual o sobreactúa aquello que supone le dará réditos políticos?

—Los Kirchner llegan en un momento del gobierno en el que maduró un reclamo político a nivel de exigencia. Entonces, no tienen otro remedio que dar cabida a un reclamo histórico de 30, 35 años que hicieron no solamente los organismos de derechos humanos sino también las organizaciones políticas. Así como Alfonsín no fue el que juzgó a las juntas, tampoco Kirchner es el que está ahora metiendo presos a los genocidas. Esas son conquistas del pueblo argentino que les impone a los distintos gobiernos, sea quien sea presidente. Podría haber sido Kirchner como podría haber sido cualquiera. Yo no sé qué pensaba en los 70, pero lo de ahora es perverso. En la Argentina hay 17 presos políticos. La imagen de los derechos humanos de Kirchner recuperando la memoria de 35 años atrás es para tapar los ardores del presente. No estamos diciendo que hay un estado policíaco pero sí que hay represión en la prensa con la pauta publicitaria: uno ve la uniformidad del discurso, hay represión en los movimientos populares, cuando le dan o le dejan de dar el paquete de fideos si no hizo tal o cual marcha. Hay represión cuando hay dirigentes sindicales funcionales al gobierno. Kirchner, entre la opción de la gente en la calle y el aparato, eligió el aparato. Y ahora vamos a ver qué le pasa el año que viene cuando el dueño del aparato toque pito, vamos a ver qué le pasa cuando empiece a ser consciente de que el poder que tiene no lo tiene.

—¿El gobierno de Kirchner constituye el continuismo en la política de las clases dominantes?

—La política de las clases dominantes no es una. Hay continuismo porque sigue el saqueo en la Argentina. Pero esto no es lo mismo que la Alianza ni la Alianza fue lo mismo que el menemismo. En términos estructurales, hay que plantear la contradicción de que no sólo hay continuismo sino profundización. Y nos preocupa que si esta señora sale airosa vayamos a un proceso mayor de concentración de la riqueza y de que arriben al poder sectores de lo más oscuros de la política mundial.

—Y en 2003, ¿hubiera votado a Kirchner?

—No, no. Ahí ya estábamos… nuestro afiche previo electoral era una bandera yanqui con los candidatos en cada estrella, y la primera estrella era Kirchner. Ese afiche lo firmábamos, entre otras organizaciones, la de Emilio Pérsico, la de Pablo Vera, la de Santiago Martorelli, que hoy son funcionarios K.