POLITICA
el hombre menos pensado

Federico Pinedo pasó a la historia como el presidente de 12 horas

Jura. Ante la ausencia de CFK, el presidente provisional del Senado entregó la banda y el bastón.
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Al final, la figura de la transición fue la menos esperada, como en las películas de misterio. Federico Pinedo, presidente provisional del Senado desde el 3 de diciembre, fue presidente de la Nación por doce horas y fue quien, en la Casa Rosada, entregó los atributos del mando al presidente Mauricio Macri, habida cuenta de la huida disparatada de Cristina Kirchner del poder.
Pinedo es un señor de aspecto formal y divertido, como un galán maduro del cine argentino de los años 40, que parece tomarse las cosas serias con un humor de otra época. Llegó a la Presidencia (“No habrá ninguna presidencia Pinedo” dijo el miércoles) después de descifrado el fallo judicial de María Servini de Cubría que se vio obligada a aclarar lo que estaba claro: cuándo termina el mandato de un presidente y empieza el de quien le sigue.
La ex presidenta pretendía ejercer hasta el instante mismo en que Macri jurara ante el Congreso. Así que la Justicia, por pedido del presidente entrante, tuvo que aclarar los tantos: un presidente cesa en el primer minuto del día en el que jura el nuevo. Como el nuevo no jura hasta una hora determinada de ese día, ese lapso en blanco es ejercido por el titular provisional del Senado. Nunca nadie había precisado ni pedido tamaña aclaración. Un papelón mundial. Una pregunta tonta, si a la cero hora del jueves una potencia extranjera, un país vecino o una flotilla de alienígenas invadía la Argentina ¿a quién recurría el país para su defensa? ¿A la presidenta que se iba, al presidente que llegaba o al pobre Pinedo?
Pinedo soportó bromas, de las sutiles y de las pesadas, en las redes sociales. “Me cargaron lindo en Twitter”, dijo resignado, y acaso pensando en un meme amarillo que inundó la web y en el que se leía: “Presidencia Pinedo. Cortita, pero juguetona”. Calmo y reflexivo, el mismo jueves el todavía presidente en ejercicio dijo: “Hay una ley que dice que debo realizar esa función. Pero no soy presidente ni cautelar”. Era una respuesta a la bravata de la ex presidenta en su discurso final en la Plaza de Mayo, cuando dijo: “En mi vida pensé que iba a ver un presidente cautelar”.
Pinedo es especialista en respuestas cortas a las ofensas de la ex presidenta. En marzo pasado, durante su discurso de apertura de sesiones ante la Asamblea Legislativa, Cristina Kirchner hizo una infeliz referencia al entonces diputado por el PRO: “Preparate, Pinedo, vos, con ese apellido, estatizando los trenes…”, dijo. Desde su banca, Pinedo le contestó con un gesto: la V peronista de la victoria. El tipo tiene estilo.
La presidenta lo castigaba porque este Federico Pinedo es nieto de un funcionario de triste fama. Federico Pinedo, abuelo fue ministro de Hacienda del general Justo, estuvo involucrado en el negociado de las carnes que denunció Lisandro de la Torre y que terminó con el asesinato en el Senado de Enzo Bordabehere, que paró con su cuerpo las balas que iban dirigidas a De la Torre. En 1962, aquel Federico Pinedo fue ministro de Economía del gobierno de José María Guido, una marioneta del poder militar que había derrocado a Arturo Frondizi. Fue un breve ministerio: Pinedo llegó, devaluó a lo bestia, se enriqueció y enriqueció a unos pocos amigos y se fue a los quince días.
Si hay algo en lo que la Argentina es señera es en presidencias cortas. Pinedo se lleva el récord. Pero lo comparte con todos los presidentes provisionales del Senado que, sin saberlo, fueron presidentes por unas horas en las agitadas transiciones democráticas de este país que no se cansa jamás del disparate.