POLITICA
del apoyo al kirchnerismo a una mirada critica

Fue un rebelde de la política y ahora repasa su vida postrado en la cama

Ricardo Falú motorizó la renovación de la Corte en la gestión Kirchner. Pero el oficialismo loexpulsó. Sufre esclerosis. No puede moverse.

Congreso. Falú de pie y en camisa en la Cámara. Arriba, Acevedo y Conte Grand.
| AFP

Ricardo Falú, uno de los primeros diputados en apoyar a Néstor Kirchner y también en ser marginado del kirchnerismo por tomarse demasiado en serio la renovación de la política, sólo puede hablar y mover los ojos.

La esclerosis lateral amiotrófica le ha ido devorando las neuronas que activaban sus músculos. Ve la vida desde una cama en su departamento del centro de Tucumán. Las otras neuronas, aquellas que le disparan los recuerdos del tiempo en que impulsó desde la Cámara de Diputados el juicio político a la desacreditada Corte Suprema del menemismo, siguen vivas y chispeantes como nunca, y convirtieron su dormitorio en una meca de peregrinación de sus compañeros de ruta.

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Falú vive con asistencia médica permanente. Una década atrás, integraba el Grupo Talcahuano, nombre que se le dio a un puñado de diputados que abrazó los aires de renovación que prometía Kirchner tras el dominio duhaldista, y que luego fueron uno a uno expulsados por sus excesos de rebeldía. El primer gesto que los caracterizó como grupo fue negarse a recibir los sobres de dinero en negro que se repartían en el Congreso. Les valió el odio del resto de la bancada.

Falú presidió la estratégica Comisión de Juicio Político, el motor del descabezamiento de la Corte Suprema de Menem. Pero cuando llegaron al último juez, el poderoso Antonio Boggiano, y desde el propio gobierno de Néstor Kirchner llovieron los llamados para frenar el proceso, Falú y el resto de los diputados del Grupo Talcahuano se negaron a acatar órdenes y siguieron adelante. No sirvieron ni los ruegos de la Nunciatura. Boggiano nunca pudo creer la osadía de quienes pusieron los principios por encima de las advertencias. Y abandonó la Corte.

Aquella desobediencia marcó el fin. Los integrantes del Grupo Talcahuano se apartaron lentamente del kirchnerismo. Falú regresó a Tucumán. El diputado Gerardo Conte Grand volvió a su estudio de abogado, desde donde defendió a Gustavo Beliz de los ataques del espía Jaime Stiuso. Sergio Acevedo fue elegido gobernador de Santa Cruz pero renunció cuando se negó a avalar los sobreprecios a las obras públicas. El satafesino Julio Gutiérrez retomó sus tareas de escribano. El mendocino Arturo Lafalla escribe cada tanto columnas de opinión en diarios locales. Y el bonaerense Ricardo “Lolo” Gómez descendió una vez más al partido de Moreno para enfrentar al mandamás local, Mariano West.

En aquel kirchnerismo lleno de promesas de los primeros años de la década pasada, el Grupo Talcahuano representaba un espejo insoportable. Dejaba al desnudo sus propias limitaciones. Semanas atrás, los veteranos escuderos del Grupo Talcahuano viajaron a Tucumán para acompañar a Falú. Se sentaron en círculo alrededor de la cama y dialogaron durante horas. “El Gordo estaba igual”, se sorprendió Lafalla. Falú, con la sabiduría de quien ya no necesita de las apariencias, los sorprendió con una autocrítica. “No nos engañemos –advirtió–, estamos orgullosos de nuestra ética, pero nos ganaron por goleada, ellos están todos allí, en el poder, y nosotros acá”.