POLITICA
la iglesia y la represion

Garré calla tras lo que afirmó Alicia Oliveira

Silencio. Dice no recordar si Bergoglio entregó a dos jesuitas.
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En un claro gesto político, Nilda Garré eligió un “silencio diplomático” sobre la polémica en torno a si el flamante papa Francisco no quiso proteger a dos curas de su orden jesuita que fueron secuestrados durante la dictadura. 

Cerca de ella aseguran que no recuerda si Bergoglio ayudó a su amiga y ex jueza, Alicia Oliveira, a escapar de la dictadura. Sólo tiene en mente algunos pasajes de cuando  la ex secretaria de Derechos Humanos se refugió en su casa “durante un corto período” porque creía que su domicilio “no era seguro”.

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La amistad entre la ministra de Seguridad y Oliveira tiene más de cuarenta años. Cuando la primera fue elegida en 1973 como diputada nacional por el Frente Justicialista de Liberación, la segunda juraba como jueza del fuero penal. Tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 ambas fueros expulsadas de sus cargos y perseguidas.

“Yo estuve viviendo con Nilda Garré. Sabe que Bergoglio me ayudaba”, dice ahora Oliveira. La ministra confirmó a un miembro del Gobierno lo primero, pero aseguró que “no recuerda” lo segundo.

El periodista Horacio Verbitsky –íntimo amigo de Garré– fue el primero (en nombre del oficialismo) en vincular a Bergoglio con la dictadura y con la desaparición de los religiosos de su misma orden. El Vaticano rechazó las acusaciones y calificó esas denuncias de “calumniosas y difamatorias” .

Garré egresó como abogada en la Universidad del Salvador, y mantuvo una buena relación con esa casa de estudios hasta que en 1977 cerró su ciclo académico con la entrega del diploma Honoris Causa al genocida Emilio Massera. El licenciado Francisco José Piñón, dirigente de la organización peronista Guardia de Hierro, era el rector en aquel momento.

Había sido designado por Bergoglio. Lo cierto es que Garré no tendría interés en confrontar al nuevo Papa, y tampoco desautorizar la voz de su periodista favorito.