POLITICA
el gobierno frente a la indagatoria

Inquietud en la Rosada por las señales del vice

La citación cae en un momento de debilidad kirchnerista. Sus operadores en la Justicia buscan nuevos horizontes. Y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, es un adversario histórico de Boudou.

Antagonista. Carlos Zannini dejó que la investigación por el Caso Ciccone avanzara sin pausa.
| Cedoc Perfil

“Yo he sido el brazo ejecutor”, avisó Amado Boudou a través de una entrevista en Tiempo Argentino, a mediados de semana. La frase, deslizada en un comentario sobre las políticas públicas, fue leída con escozor en la Casa Rosada y reinterpretada en el marco del Caso Ciccone. En el Gabinete se recibió como un mensaje cifrado, como una advertencia sobre el futuro en caso de que el vicepresidente quedara en soledad frente a sus infortunios judiciales. Una señal que podría traducirse en que no se irá solo si se viera obligado a dar un paso al costado.

La certeza que atraviesa el poder político desde el inicio del affaire Ciccone es que a Boudou se le ordenó apropiarse de la imprenta de billetes, una firma estratégica que tenía un control monopólico de la confección de moneda. Sólo Néstor Kirchner podía darle una directiva semejante. Y para lograrlo era necesario sentarse a pactar con empresarios que habían cerrado negocios millonarios con jerarcas de la dictadura: el clan Ciccone. No hubo carmelitas descalzas ubicadas en las butacas de aquella negociación que los mejores periodistas de investigación reprodujeron con detalles y domicilios. Ahora, algunos entusiastas firmantes de aquel acuerdo, que se relamían ante las promesas de contratos millonarios con el Estado, pretenden transfigurarse en escuderos de la transparencia.
Pero Néstor Kirchner ya no está para salir en defensa de Boudou a través de los más influyentes operadores en la Justicia. En cambio, permanece en el gobierno Carlos Zannini, adversario histórico del vicepresidente.

El futuro. El kirchnerismo se divide entre dos estrategias. Un rama apuesta a dejar que se consuma en soledad hasta el último día de mandato de Cristina Kirchner para que sirva como membrana de contención frente a las denuncias. Y otra línea que sugiere que Boudou se tome licencia si es procesado para aliviar la presión.

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“Zannini lo va a sacar antes de las elecciones”, pronosticaba un aspirante a la sucesión de Cristina Kirchner, convencido de que el secretario de Legal y Técnica intentaría sacar provecho de la caída. Juega a favor de su vaticinio que la lógica maoísta de Zannini muchas veces contradice las tácticas más cautelosas.

Para el vicepresidente, el llamado a declaración indagatoria aparece en el peor momento. El Gobierno solía confiar sus faenas judiciales en Carlos Zannini, el auditor Javier Fernández o en los jóvenes de La Cámpora con mejor llegada a los Tribunales. A Fernández se lo intuye cada vez más distante del Gobierno y más cercano de otros postulantes presidenciales; nada nuevo. Busca repetir el brinco que lo llevó con éxito del menemismo al kirchnerismo. En este caso, hacia ámbitos bonaerenses. Por ello, La Cámpora ya reclama su reemplazo.

De Zannini y los jóvenes, kirchneristas, Boudou debería esperar todo lo contrario a colaboración. Por lo tanto, su mayor fortaleza reside en los secretos que guarda el vicepresidente. Ya avisó que sólo se siente “un brazo ejecutor”