POLITICA

La Agencia Federal de Inteligencia: Un manotazo a la galera institucional

Por Marina Mansilla. El anuncio de creación de la Agencia Federal de Inteligencia confirma que la Presidenta ha perdido la memoria de nuestra historia institucional.

Cristina Fernández de Kirchner. La Presidenta anunció la creación de la AFI y la disolución de la exSIDE.
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No es menor el lugar que ocupa la memoria colectiva sobre los hechos del pasado. Primero, porque el recuerdo no se reduce a la situación concreta del testimonio como experiencia vivida. Segundo, porque la memoria supone una apertura. Algo así como una reelaboración que permite aprender a recordar y recordar para no repetir. Evocar el pasado, sin regresar del todo para hacer un presente diferente.

En orden a este argumento, el anuncio sobre la creación de la Agencia Federal de Inteligencia nos confirma que la presidenta Cristina Kirchner ha perdido la memoria de nuestra historia institucional

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La década del 90´ se caracterizó por un proceso de reforma estatal que tuvo efectos perversos sobre el lazo social que organizaba un modo de vivir en sociedad.

Es así que el desguace estatal llevado a cabo por la administración menemista no aportó mayor eficiencia ni transparencia en el manejo de los recursos públicos. Tampoco garantizó mejores niveles de bienestar a la población. Por el contrario, las reformas económicas tanto como institucionales consolidaron un modelo societal organizado por la mano derecha del Estado. Se distribuyó la riqueza social entre unos pocos. Se ensanchó la brecha entre los ganadores y sus perdedores: la clase media en tránsito hacia la nueva pobreza y la profundización y reproducción social de hogares que ya estaban en situación de pobreza estructural.

Es indiscutible que el Estado es lo que hace, que define el tipo de sociedad en la que vivimos y es su principal instancia articuladora. En otras palabras, la lógica y la calidad del entramado institucional condicionan el tipo de organización social que se proyecta.

En resumen, la década de los 90´, puede caracterizarse por el desmantelamiento de las instituciones que articulaban la realización del bienestar individual a partir del bienestar colectivo. El resultado, tuvo un impacto negativo en Argentina y también en los Estados latinoamericanos que adoptaron como política el paquete de reformas impulsadas por el Consenso de Washington.

A lo cual , la experiencia pasada advierte sobre la imposibilidad de establecer una relación de necesariedad, exitosa, entre desguace e implante institucional. En este aspecto, la Agencia Federal de Inteligencia podría resultar un manotazo torpe.

Entonces, frente al proyecto anunciado por la Presidenta, que promete "cortar de cuajo" la institucionalidad de la SIDE, resulta conveniente considerar al menos tres aspectos, entre los muchos posibles:

El primero, refiere al impacto interno que supone un injerto institucional. Esto obliga a considerar la tensión entre la nueva estructura organizativa que se propone y la resistencia a la disolución de los intereses institucionales que organizan el entramado de aquélla que se pretende colapsar. Esto incluye, además del impacto presupuestario que tal innovación implica, el reforzamiento, frente a la amenaza, de la lógica que hace del funcionario no solo un empleado en disponibilidad sino una pieza estratégica de ajedrez. Un "servicio" que resguarda el secreto de archivo y que hace del secreto que resguarda una carta de poder.

En concreto, debe considerarse el modo en que los poderes existentes bloquean la producción de cambios en tanto amenazan la estructura interna de prestigio y posición que regula dicha institución.

El segundo aspecto advierte sobre la lógica que fundamenta a cada una de las instituciones en cuestión. ¿Es compatible la lógica que regula la Agencia Federal de Inteligencia con el canon estatal que define el secreto y las actividades de inteligencia que lo resguardan?

Por último, ¿cuál es el contexto, el tiempo, los objetivos y los medios materiales con los que se cuenta para hacer sustentable una reconversión institucional?

El manotazo torpe a la galera institucional no es buen abono para una transformación existosa. Una política de reforma es más que un conejo blanco jalado por las orejas.

Es por ello que la memoria institucional no puede clausurarse. Por el contrario, debe alertar sobre la diferencia entre un proceso de reforma controlado y la cultura del manotazo político irresponsable que conduce a repetir un presente siempre destinado al fracaso.

Frente a esto, es urgente hacer uso de la memoria institucional. Recordar para no repetir. 

(*) Socióloga (UBA), docente e investigadora en la Universidad Nacional de la Patagonia "San Juan Bosco" (UNPSJB)