POLITICA
EL GATO Y EL RATON

La historia de una pregunta para Cristina y el entonces cónsul

La siguiente columna fue publicada por el Diario Perfil en tiempos de Cristina Fernández de Kirchner y Hector Timerman cónsul en Estados Unidos. “Dejate de joder”, fue la respuesta del embajador argentino.

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“Senadora, primero quería felicitarlos a usted y a su marido por el trabajo de su gobierno en torno a los derechos humanos. Al mismo tiempo, su marido no ha dado una conferencia de prensa en cuatro años y su gobierno, a través de la distribución arbitraria de la publicidad oficial, entre otras cosas, ha logrado opacar la libertad de prensa, uno de los derechos humanos fundamentales. En caso de llegar a la presidencia, ¿Como afrontará estos problemas?”

En las próximas líneas voy a relatar la historia de esta pregunta destinada a Cristina Fernández de Kirchner. El lunes 24 de septiembre al mediodía leyendo Perfil.com me enteré de que ella hablaría en la Universidad de Nueva York, donde yo estudio. Estaba sorprendido, la Universidad no había publicitado la charla (ni siquiera en la sección de eventos, donde aparecen todas las conferencias) y me costó descubrir el horario y el lugar donde se presentaría. En el comunicado que pude encontrar en el buscador de la Universidad, decía: “La senadora Cristina Fernández de Kirchner, senadora por la Provincia de Buenos Aires y candidata a la presidencia en las elecciones argentinas de octubre, discutirá de justicia de transición con el juez Baltasar Garzón, de la Audiencia Nacional Española, a las 6 de la tarde”. La justicia de transición se refiere a las medidas judiciales posteriores que un Estado toma para castigar a violadores de los derechos humanos. También daba un número de teléfono, al cual llamé inmediatamente. Me atendió el señor James Devitt, quien me dijo que ya no quedaba lugar y me recomendaba no presentarme. La lógica me llevaba a pensar que no podía estar lleno ya que la conferencia ni había sido publicitada, así que decidí probar mi suerte y una hora antes llegué al Vanderbilt Hall.

Fui el primero en la lista de espera y el gran tamaño del salón indicaba que habría lugar. Allí conocí al Dr. Alberto Heredia, titular de la Fundación Argentinos en el Exterior, quien también esperaba conseguir una entrada. Su fundación investiga el tema de los refugiados argentinos en EE.UU. (refugiados por haber dado testimonio, que luego puso en peligro sus vidas). Con Heredia, esperamos una hora y finalmente ingresamos a la sala.

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Mi propósito era claro, quería conseguir una declaración de Cristina en relación con la libertad de prensa en Argentina. ¿Cómo podía ser que alguien que venía a recibir una medalla por sus logros en temas de derechos humanos representara a un gobierno que atenta contra la libertad de prensa? La Universidad requería que cualquier pregunta fuera escrita en una tarjeta (y así lo hice), la cual ellos revisarían antes de pasársela al mediador, Juan Méndez (víctima de la represión ilegal de la dictadura militar), quien la leería luego de que se condecorara a Cristina.

Me sorprendió la presencia de varios funcionarios que poco tendrían que hacer en EE.UU. Estaban el ministro de Trabajo, Carlos Tomada; el de Justicia, Alberto Iribarne; el de Educación, Daniel Filmus y el candidato a vicegobernador Alberto Balestrini. También estaban Antonio Cafiero; el cónsul, Hector Timerman; el embajador argentino en EE.UU., José Octavio Bordón; el vocero presidencial; el representante argentino en la ONU, Jorge Argüello; y el canciller Taiana. Agradezco al Dr. Heredia por ayudarme a reconocer a todos estos personajes.

Al finalizar la charla, Méndez explicó que la gran cantidad de preguntas nos obligaría a quedarnos hasta que “apaguen las luces”. ¡Qué bueno!, me dije. Pero luego hicieron una sola pregunta a cada panelista y terminaron la conferencia.

Me sentía traicionado por el sistema, pero Heredia me dijo que deberíamos ir a ver si le sacábamos alguna respuesta a algún funcionario. Cristina obviamente había escapado a través del cordón de seguridad. Heredia me presenta a Argüello, a quien le intento hacer mi pregunta.

—¿Quién sos?

—Agustino Fontevecchia, de Editorial Perfil.

—Ah, no pibe, estoy ocupado, estoy con DyN.

Primer intento fallido. Salí a buscar a algún otro funcionario. Me acerco al cónsul Héctor Timerman y luego de leerle mi pregunta, recibo su respuesta.

—Pero dejate de joder viejo. Mirá, yo hice periodismo en la dictadura, con Alfonsín, con Menem y con De la Rúa, y nunca me quejé. Menem a mí no me puso ni un peso y a tu viejo sí, ahí no dijeron nada (N de R: cuando asumió Menem el autor de la nota tenía sólo 3 años de edad. Menem nunca puso dinero en Editorial Perfil sino, como es sabido, Perfil soportó diez juicios de Menem y fue condenada por su Corte Suprema a indemnizaciones millonarias, cuyo trámite de apelación, patrocinado por el CELS aún continúa ante el Tribunal Interamericano de San José de Costa Rica).

—Pero eso lo tendría que haber denunciado usted.

—¿Por qué? Si yo hago periodismo. Tu pregunta debería haber sido: “¿Por que no le dan plata a la empresa de mi papá?”. No lloren más.

—No estoy llorando, me quejo porque lo considero necesario, ya que hay otros medios más chicos, del interior, que tampoco reciben publicidad.

—Y ellos no se quejan.

—Porque no pueden afrontar más costos.

—Bueh, pibe, andá. Con el cariño que le tengo a tu viejo, andá, mandale un beso.

Su respuesta me dejó desconcertado, me había respondido con mucha hostilidad y mas allá de mi pregunta incómoda, el es cónsul y yo sólo tengo veinte años. Al instante apareció Heredia con Argüello, a quien no reconocí y me pareció que le molestó. “¿Es periodista éste?”, le pregunta a Heredia. Le respondí que todavía no y nerviosamente le hice mi pregunta.

—Y no sé, tenés que preguntarle a ella (Cristina). ¿No tenés algo que preguntarme sobre mi cargo?

—No

Ahí intervino Heredia, quien le explicó que yo ni sabía bien cuál era su cargo. Yo estaba bastante nervioso y confundido, no supe a tiempo darme cuenta de que los derechos humanos son gran parte del discurso argentino en la ONU, pero Argüello tampoco lo notó. Me despedí de Heredia y tomé el subte para volver a mi casa.

Pero esta pregunta buscaba demasiado fuerte su respuesta, no se daría por vencido sin pelear. Volví a intentarlo el miércoles 27 a las 12.30, cuando Cristina se presentaba ante el Consejo de las Américas en el hotel Waldorf Astoria y no pude hacer nada más que volver a mi casa, nuevamente, con las manos vacías. Y repetí el intento el jueves 28 durante la reunión de los Kirchner con el ex presidente norteamericano en la conferencia Clinton Global Initiative, en el hotel Sheraton de la séptima avenida. Al igual que el día anterior en el Waldorf Astoria, la primera dama argentina entró y salió por la puerta de atrás. Ya antes en la conferencia me habían informado: “Nadie de la comitiva argentina va a hablar”. El viernes 29 fui al hotel Four Seasons, donde se hospeda Cristina, y le dejé una carta donde explicaba lo sucedido, repetía la pregunta y le pedía su respuesta.

Mientras escribo estas líneas, la candidata acaba de regresar a la Argentina. La historia de esta pregunta está concluida.

*Estudiante argentino en la Universidad de Nueva York.