POLITICA
Disputa por la seguridad de la Ciudad

La llama que llama

En medio de la polémica entre los “piquetes de la abundancia” y los “piquetes de la pobreza”, las calles de la ciudad pueden ser escenario el viernes del “piquete olímpico”.

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En medio de la polémica entre los “piquetes de la abundancia” y los “piquetes de la pobreza”, metáforas criollas de la pelea entre el Gobierno y el campo por 2.300 millones de dólares de los beneficios de la renta agraria, las calles de la ciudad pueden ser escenario el viernes del “piquete olímpico”, un esnobismo singular que alientan miembros de una ONG que rechaza la violencia del régimen chino contra el Tibet.

Es que la llama olímpica, máximo símbolo del espíritu de los antiguos Juegos -hoy definitivamente un meganegocio con pantalla de puja deportiva- por primera vez en la historia será trasladada por las calles del Centro porteño.

El espectáculo encierra, además, una puja de celos y desconfianzas mutuas entre el Gobierno central y la administración macrista de la Ciudad, enfrentados en sordina, o no tanta, por la espinosa cuestión de la seguridad.

Mauricio Macri es el gran anfitrión del show olímpico, y el que eventualmente puede llevarse las fotos y las palmas del acontecimiento, pero cerca de Aníbal Fernández, ministro de Seguridad de la Nación, advierten que “aunque las responsabilidades son compartidas, si algo sale mal con la seguridad nos van a facturar a nosotros”.

Lo cierto es que la seguridad del operativo dependerá del despliegue de una fuerza de 1.200 policías federales y de 1.500 efectivos de Prefectura, con mando directo del poder central.

Un dato: no hubo una sola reunión política entre ambas administraciones para coordinar la seguridad y la organización de un hecho que estará al instante ante los ojos de media humanidad. El diálogo se limitó a reuniones entre altos jefes de la Federal y funcionarios macristas.

Como quien avisa en son de paz, la organización Movimiento del Relevo Mundial de la Antorcha de los Derechos Humanos, que rechaza a China como organizador de los juegos debido a la violación de los derechos humanos que los tibetanos sufren desde hace casi 60 años, ya hizo saber a través de sus voceros argentinos que acá no se repetirán, como en Londres y París, piquetes con el objetivo de apagar la llama.

Según dijeron limitarán su accionar a “acciones divertidas” y aisladas a lo largo de los 13 kilómetros que el fuego olímpico recorrerá la Ciudad, mediante el sistema de relevos cada 180 metros, en un esquema de postas a cargo de deportistas y ex deportistas emblemáticos del país.

La antorcha olímpica, que llegará al país mañana al anochecer en un avión enviado por el gobierno chino y será encendida el viernes, inició su recorrido de 137.000 kilómetros en 136 días, inició su largo periplo el 25 de marzo con su encendido en las ruinas de la antigua Olimpia y tras viajar a Pekín pasó por Almaty, Estambul, San Petersburgo y al momento de cerrar esta columna desfilaba por San Francisco.

Sólo en Londres y París se encontró con furiosas manifestaciones en su contra. La “llama que llama” a tantas luchas ideológicas y pulseadas políticas estará pronto entre nosotros. Y Buenos Aires será por unas horas el gran escenario.

Por primera vez en mucho tiempo la soja dejará de ser en ese breve tiempo, mediático por excelencia, el gran vínculo entre la Argentina y China, principal destino de las exportaciones vernáculas del poderoso complejo sojero de los chacareros argentinos. Todo sea por el fuego sagrado del olimpismo.