Trabajan en la Escuela Nº 10 y están preocupados por sus salarios. Cuentan que el Gobernador realiza actividades en beneficio de ellos. Dicen: “Le haremos paro igual”
La llegada de Daniel Scioli a Villa La Ñata, en el distrito de Tigre, revolucionó el barrio. En poco tiempo, el gobernador bonaerense armó allí su refugio, en el que la escuela pública número 10 quedó inmersa.
En medio del conflicto con los docentes que atraviesa Scioli por la discusión salarial, los maestros de La Ñata reconocen que son privilegiados por tener al Gobernador como vecino, pero se pliegan al reclamo de aumento y aseguran: “Le hacemos paro aunque esté al lado”.
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“Nos llevamos muy bien. Sentimos que tenemos un apoyo en todos los requerimientos y siempre está atento a lo que nos puede faltar. Nos hace llegar qué inquietudes tenemos y las cumple siempre”, explicó a PERFIL Mario Sadras, director de la escuela primaria que funciona en el predio lindero a la casa de Scioli.
Sin embargo, la cercanía del mandatario y la asistencia que le otorga a la escuela no alcanza a calmar el reclamo de sus maestros por la discusión paritaria.
“Cada docente tiene la libertad de acatar o no el paro. Hacemos paro a pesar de estar al lado de él, de tenerlo como vecino. Si hay que parar se para”, reconoció la secretaria Susana Rosamilia.
El lunes y martes la mayoría de los maestros vecinos de Scioli decidieron plegarse a las medidas de fuerza, aunque sus directores garantizaron la apertura de la institución para los pocos chicos que asistieron.
“Yo no estaba de acuerdo con parar el primer día de clase, día en que los chicos están con toda la ilusión, pero nos manejamos con absoluta libertad y los docentes lo hicieron”, sostuvo Liliana Minata, directora de la secundaria.
“Soy consciente de que arrancamos la discusión salarial de un piso muy bajo, no soy consciente de los números de la Provincia porque no los manejo. Lo cierto es que siempre el sector docente requiere mejor atención. Si hoy pedimos un 30% de aumento, mañana está bien pedir un 35%. Tambien soy consciente que hay sectores gremiales radicalizados, como está claro que existen otros dirigentes que frente a diez años de congelamiento no hicieron nada”, sostuvo Sadras.
La mayoría de los más de 300 chicos que asisten al jardín, primaria y secundaria de ese predio viven en la isla de Tigre, por lo que llegan en servicios de lancha. Muchos padres llegan con ellos y aprovechan para tocarle la puerta al gobernador y dejarle cartas con diferentes pedidos.
Juana cuenta que en 2008 le pidió calzado y abrigo para sus tres hijos y poco tiempo después la llamaron para acercarle lo solicitado. “Como gobernador no sé, como vecino es un buen vecino”, se ríe Susana.
