Daniel Scioli desembarcó en Buenos Aires pocos meses antes de las elecciones. Lo hizo con un
grupo reducido de colaboradores al que le confió con los ojos cerrados su campaña, la transición, y
la aprobación de leyes clave para su futura gestión. Se trata del mismo círculo íntimo que lo
acompaña desde hace diez años, cuando inició su carrera política como diputado nacional. Son los
mismos discípulos que hoy trabajan a destajo con el gobernador para enfrentar el turbulento inicio
que tuvo su gestión.
Los tres mosqueteros más próximos de Daniel son su hermano José “Pepe” Scioli
(46), el ex legislador porteño Alberto Pérez (42) y Rafael Perelmiter (52), su contador personal.
Conducen las áreas con más poder: la Secretaría General, el Ministerio de Gobierno y el Ministerio
de Economía.
“Para la política y los asuntos personales tiene una conducción en círculos. El más
pequeño es el mismo de siempre, Pepe, Pérez y Perel. En el resto se ubican los demás
ministros”, explican hombres del ministro de Gobierno cuando se los consulta sobre cómo se
organiza el poder en torno de Scioli.
El gobernador también se apoya mucho ahora en el titular de Justicia, Ricardo Blas Casal
(53), vecino de Pérez en City Bell. Se lo podría ubicar entre el círculo pequeño y el periférico.
Casal es abogado y tiene 35 años en la función pública. Conoció a Daniel hace un año por un amigo
en común, Joaquín “Chango” Da Rocha, el ministro que no fue porque lo bajó la Rosada,
ya que defendió al cuestionado Alfredo Bisordi en el Consejo de la Magistratura. Juntos estudiaron
la letra chica de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires para encontrar la llave que
abriera la puerta a una candidatura sin obstáculos. Así, Casal se ganó la simpatía de Scioli.
Durante la campaña, Pérez y Pepe actuaron de nexo entre Daniel y los intendentes. Tras el triunfo, fueron los que se pasaron horas con diputados y senadores bonaerenses para que se aprobara la reforma a la Ley de Ministerios. Una tarea difícil.