POLITICA

Macri prepara Olivos para darle estilo propio

Alternará reuniones solemnes en la Rosada y distendidas en la quinta. Juliana Awada supervisa las reformas para instalarse en breve.

Trabajos. En las últimas semanas se vio un mayor movimiento de trabajadores entrando y saliendo de la quinta de Olivos. Allí recibió a los gobernadores en diciembre.
| Marcelo Silvestro

Si bien faltan casi dos meses para terminar las refacciones en la quinta de Olivos, Mauricio Macri y su familia se mudarán la próxima semana a la residencia presidencial. Uno de los principales motivos del apuro es facilitar la movilidad diaria de quien se convirtió en un eje comunicacional de su gobierno: su hija Antonia, quien en breve empezará el jardín en el Liceo Francés.

Macri a su vez planea darle un uso político fluido al caserón de Olivos. Sin abandonar su actividad en la Casa Rosada, mantendrá reuniones con gobernadores y funcionarios en la quinta, donde algunos días hará base fija.  

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Si Néstor Kirchner construyó un perfil hiperpresidencialista con sede en la Rosada, y después Cristina Fernández optó por replegarse en Olivos y apostar por sus paisajes como fondo agreste para sus cadenas y mensajes, ahora Macri va por un mix. Una continuidad de la estrategia que ya desplegó en sus 64 días de gobierno: hacer equilibrio entre la formalidad casi solemne de la Casa de Gobierno y el clima un poco más relajado de la quinta presidencial, siempre en función del tono requerido, los interlocutores y la agenda de la cita.

Hasta ahora Macri eligió Olivos para almorzar con los 24 gobernadores, a dos días de asumir. Más gestual que operativa, se trató de una puesta en escena para contrastar con el decisionismo de Cristina Kirchner y la relación más vertical que mantenía con los gobernadores. El próximo miércoles, por consejo de su jefe de Gabinete, Marcos Peña, Macri recibirá en la quinta a todos los legisladores de Cambiemos.

Será un asado de camaradería y contención, destinado a los socios minoritarios de la UCR y la Coalición Cívica, que se sienten algo ninguneados por el trato preferencial que el macrismo tiene con los diputados y senadores más acuerdistas del PJ.

En la Rosada, en cambio, Macri tuvo reuniones de gabinete (aunque el plan es que esos encuentros sean itinerantes, para mostrar un “gobierno abierto”) y una cita un poco más tensa con los jefes de la tres CGT.

Frente al deterioro con el que se encontró el macrismo en Olivos, árboles caídos, oficinas despintadas, sala de conferencias con olor a humedad, reflectores quemados, dos canchas de tenis abandonadas y un lago con agua podrida (un panorama que el Gobierno se preocupó por difundir en detalle), Juliana Awada es la encargada de supervisar las obras.  

El objetivo conceptual de la esposa del presidente es “modernizar” la residencia. “Hacerla más luminosa, cambiar muebles anticuados, cortinas y rasos violetas que cubrían las camas. En resumen, ponerla a tono con la casa que tenían en Barrio Parque”, explica un vocero macrista.

Si bien la remodelación estará lista a fines de marzo o principios de abril, hay un espacio de Olivos que ya fue recuperado plenamente: la cancha de fútbol de 9 contra 9. Ahí, el elenco varonil de funcionarios nacionales, bonaerenses y porteños, más invitados ocasionales, ya jugó cinco partiditos. A diferencia de los que organizaba Néstor Kirchner los viernes, los picados PRO se juegan los martes a las 20.30 y arrastran menos trasnoche. Apenas se recupere de su fisura de costilla, Macri participará de esos eventos que mezclan relax, chismes y continuación informal de la política.

A la espera de que terminen las obras en el chalet principal, Macri y su familia se mudarán la semana que viene a la residencia de huéspedes. Mientras tanto, siguen instalados en su quinta de Los Abrojos, en la localidad Malvinas Argentinas.