POLITICA
Retiro espiritual

Macri refuerza el control del gabinete con dos amigos

Quiere que sus compañeros de la infancia, el empresario Nicolás Caputo y el asesor José Torello, ayuden a solucionar los problemas internos. Salud, Producción y Medio Ambiente son los ministerios más cuestionados.

Reunión de Macri en Olivos.
Reunión de Macri en Olivos. | Télam

Miren que el retiro no va a ser una reunión social”. La frase de Mauricio Macri que circuló por los despachos oficiales tenía un objetivo claro: ajustar las clavijas del Gabinete y advertir que el jueves próximo, cuando todos los ministros viajen a Chapadmalal para un retiro espiritual, no tendrá el optimismo que suele imprimir el PRO a sus reuniones.

El Presidente decidió inmiscuirse más en el gabinete social y darle rienda a sus dos mejores amigos de la infancia, José Torello (su jefe de asesores) y el omnipresente Nicolás Caputo para sobrevolar la gestión.

Dos áreas son de las más conflictivas: Salud, con Jorge Lemus, y Producción, con Francisco “Pancho” Cabrera. A ellos se le suma Medio Ambiente con el rabino Sergio Bergman y las internas de los radicales Ricardo Buryaile (Agroindustria) y Oscar Aguad (Comunicaciones).

Gabinete social.  El jefe de Estado decidió intervenir de manera personal en la obra pública (se había quejado por las demoras) como en el gabinete social que conduce el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana: monitoreó la negociación con la CGT y las organizaciones sociales. El gabinete social, que almuerza los lunes en distintos lugares (de villas a ministerios), tiene a Lemus y al peronista Carlos Regazzoni (PAMI) en la misma mesa. Se llevan mal. Ambos son médicos pero difieren en casi todo. En Salud, Macri avanzará con una suerte de intervención para mejorar los bajos grados de ejecución y el descontrol interno: estudia nombrar a funcionarios de su confianza.

El presidente viene reclamando también recortes de gastos superfluos. Bergman escuchó esa consigna pero se fue casi dos semanas a Marruecos para la Cumbre de las Conciencias. Y el martes presentará un taller sobre “La nueva gestión de residuos” en un coqueto hotel céntrico.

De las divergencias del gabinete económico Macri está muy al tanto. De hecho, Quintana, hace poco más de un mes, se cansó de Cabrera y le pidió al otro coordinador de ministerios, Gustavo Lopetegui, que se haga cargo de monitorear Producción. “No se lo bancaba más”, graficaron con diplomacia en la Jefatura de Gabinete. Lopetegui tiene un carácter menos pasional que Quintana pero mucho más severo. “Pancho”, quien disfrutó de Punta del Este dos semanas atrás, no pasa su mejor momento: tanto los industriales (por falta de competitividad e interlocutores) como los bancos (a quienes había prometido que no avanzaría la Ley de tarjetas) se quejaron por distintas vías. Al menos las buenas formas del viceministro de Hacienda, Pedro Lacoste, logran suturar las asperezas con Alfonso Prat-Gay.

Quienes conocen bien a Macri aseguran que comenzará a ponerse “más áspero” con aquellos a quienes reclama una mejor gestión. En las últimas reuniones de gabinete ya había dejado traslucir su malestar: “Basta, no quiero que sigan haciendo lo mismo que hacía el Gobierno anterior, sean creativos, tengan más compromiso”.

Por ello, le pidió más vuelo a sus “satélites” personales. Uno es su amigo Torello. J.T. participó, esquivando la foto, de la cena entre Macri y Elisa Carrió en Olivos. Fue un puente para que su amigo dialogue con Donald Trump y se metió en la discusión por la reforma política. Hoy refunfuña y promete venganza para los gobernadores con veedores en las provincias.

Otro que irá tomando fuerza es el empresario Caputo, cuando regrese de Miami, y tras otro descanso en Villa La Angostura. Macri le pidió que lo ayude con la gestión. Léase: la obra pública también. Siente que lo necesita para el año electoral. Finalmente, Horacio Rodríguez Larreta, amigo de medio gabinete, suele resolver temas personalísimos entre ministros.

Mientras, Rogelio Frigerio (Interior) contiene el “efecto Monzó” bajo la remanida frase: “No fue tan así” ante las feroces críticas a Cambiemos del titular de la Cámara de Diputados. Macri se mostró ayer a las 9 de la mañana con varios de los ministros apuntados. Raro: los sábados no había cumbres de “equipo”. “No vemos hoy una razón para un gran cambio en el Gobierno”, dijo ayer Peña. Al jefe de Gabinete también lo critican por lo bajo.

Rencillas. En la Rosada creen que las peleas que afectan la gobernabilidad son la excepción. Aunque aceptan que el viceministro del Interior, el monzonista Sebastián García de Luca, se lleva pésimo con el subsecretario de Asuntos Municipales, el mediático Lucas Delfino. O por ejemplo el ministro de Comunicaciones, el radical Oscar Aguad, habla poco con el titular del Enacom, Miguel de Godoy; o Buryaile reniega de la influencia del viceministro Ricardo “Ricky” Negri en Agroindustria.

Hoy en el gabinete no hay armas secretas o cruzados por la transparencia, mucho menos cerebros detrás del Presidente. Será el turno de Macri ordenar a su tropa.