POLITICA
Una sociedad estratgica

Madres y Abuelas, del brazo del poder

La estrecha alianza deCarlotto yBonafini con el matrimono Kirchner. Ventajas individualesy corporativas de haberse desplazado de la sociedad civil a la sociedad política.

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Hace unos años, en Brasil, cuando llovían las denuncias de corrupción contra el gobernante Partido de los Trabajadores del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el hombre fuerte de su gobierno, José Dirceu, se paró delante de una platea oficialista y levantó su dedo acusador: "¡Es la elite, que nunca nos quiso!". Un senador le replicó: "Pero, Zé (diminutivo de José),si ahora la elite somos nosotros".

El poder es siempre una relación y las elites, por lo menos las políticas, van circulando. Luego de varios años en el desierto, las Madres de Plaza de Mayo, en sus dos versiones, y las Abuelas forman parte de la constelación del poder con su estrecha alianza con los Kirchner, como lo prueban el viaje con la presidenta Cristina a París y la foto de la semana pasada en la que expresaron nítidamente su respaldo al Gobierno en plena pulseada con el campo (fueron la "guardia moral" del oficialismo, dijo Beatriz Sarlo).

No es que los Kirchner estén usando a las Madres y a las Abuelas. No funciona así la política; más bien ocurre que tanto las Madres como las Abuelas han abandonado su lugar anterior y desde la sociedad civil se han desplazado a la sociedad política, para utilizar categorías de Gramsci.

Y lo han hecho porque ese movimiento hacia el poder político les otorga ventajas individuales y corporativas. Néstor Kirchner les habilitó los juicios a todos los represores de la dictadura y les permitió gozar de los beneficios y de los oropeles del poder político, que es un afrodisíaco al que pocos se resisten.

Un experimentado militante de los Derechos Humanos lo describe así: "Estela (Carlotto, la titular de las Abuelas) es una PyME: ella y su familia participan del poder político; ya Hebe (Bonafini, la presidenta de las Madres) es más grande: tiene relación directa con Néstor Kirchner".

Está en la naturaleza del poder político tratar de coptar a todas las manifestaciones civiles. Por ejemplo, en 1983 Raúl Alfonsín quiso que a la Conadep la presidiera Adolfo Pérez Esquivel, ganador del Nobel de la Paz. Pérez Esquivel rechazó la invitación.

La movida de las Abuelas y las Madres tiene costos evidentes: su función original se ha recortado y defienden sólo algunos derechos humanos. Así, Bonafini no se conmueve por los secuestrados de las FARC, el grupo guerrillero colombiano, y a Carlotto no le importan los casi 200 jóvenes muertos en Cromañón. No es casualidad.

*Editor del Diario Perfil.