Embajadores, ministros y presidentes extranjeros fueron sorprendidos por el nuevo estilo amarillo de la diplomacia argentina. La distancia con el modo de actuar kirchnerista no puede ser más grande, algo que, en estricto off, fue celebrado por varios funcionarios occidentales que debieron tratar con la gestión anterior. Con el presidente Mauricio Macri y la canciller Susana Malcorra como los frontmen de la nueva política exterior argentina, cada uno aporta lo suyo en los contactos con un mundo del que, se espera, llegará una parte importante del alivio que busca el Gobierno ante la apremiante situación financiera. El mandatario aporta informalidad y la comunicación de la filosofía que lo guía: diálogo donde haya diferencias y promesas de un muy buen ambiente de negocios. Macri “es quien explica que ahora Argentina será business and investment friendly, luego Susana es quien suministra los detalles”, indicó a PERFIL uno de sus interlocutores internacionales. Macri también suma su estilo particular, el mismo que utilizó en la campaña y en cada festejo electoral: repitió en varias oportunidades su charla con la presidenta chilena, Michelle Bachelet, sobre su afición por el baile –incluso habló del tema desde el balcón de la Rosada y amenazó con buscarla para compartir unos pasos– y el miércoles fue el encargado de un intercambio futbolero con el presidente de Bolivia, Evo Morales. Diversas fuentes coincidieron en señalar que Malcorra es siempre la encargada de entrar en los detalles. Tras un anuncio de intenciones de mejores relaciones comerciales por parte de Macri, la canciller es la encargada de explicar los productos de mayor interés para la Argentina o de abordar las cuestiones técnicas.
No sabe. Las mismas fuentes destacaron que Macri no oculta cierto desconocimiento técnico ante algunos temas y, sin tapujos, se sostiene en su ministra cuando se le requieren cuestiones que se le escapan. La amplia experiencia de la funcionaria en contactos internacionales es algo que se valora. “Es sintética y muy directa, uno siente que valora mucho su propio tiempo y el del interlocutor”, explicó un diplomático extranjero que recordaba maratónicas –y “poco productivas”– alocuciones de antiguos funcionarios. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, que estuvo en algunos de los encuentros bilaterales más importantes en torno de la asunción, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, también juegan un rol importante en la nueva diplomacia amarilla. Detrás de la dupla principal, Malcorra y Macri, aportan el nexo entre el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Presidencia.
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Fuentes de la Cancillería confirmaron a PERFIL que el diplomático radical Carlos Foradori será el nuevo vicecanciller. Fue el responsable argentino de las negociaciones por los Hielos Continentales y embajador en Zimbabue, entre otros cargos. También se confirmó la designación de Tomás Giudici, como mano derecha de la canciller, y de Patricio Venegas como secretario de Política Exterior, un cargo que cambiará de nombre pero tendrá similares funciones. Durante la tarde de ayer, la canciller Susana Malcorra re reunió con el Presidente para comenzar a definir las designaciones de embajadores. Sin embargo, aún no han terminado con la definición de todos los cargos, por lo que deberán mantener un nuevo encuentro antes de realizar los anuncios sobre las principales sedes diplomáticas argentinas.
