POLITICA

Néstor Kirchner y la alianza con Hebe Bonafini, "el tanque"

Cómo fue el plan para sostener el Gobierno kirchnerista con los "derechos humanos" como principal relato.

Hebe, apoyo estratégico de Néstor Kirchner.
| Télam

Un día como hoy, hace apenas tres años, el oficialismo recordó el aniversario número 35 del último golpe de Estado con un acto en el Mercado Central: hablaron, entre otros, Sergio Schoklender, que todavía no se había peleado con las Madres de Plaza de Mayo y con el Gobierno; Guillermo Moreno, y Amado Boudou, que era el candidato a vicepresidente de Cristina Kirchner.

Allí fue cuando Schoklender inventó una frase polémica para definir a Néstor Kirchner, recientemente fallecido: “el desaparecido 30.001”, que fue repetida por Moreno y por Boudou.

La anécdota demuestra cuánto le importa al kirchnerismo la verdad histórica: muy poco, lo mismo que a cualquier otro grupo político. Es que el político no busca la verdad sino el poder; utiliza la historia como un insumo más en la lucha por el poder, pero no pretende esclarecer qué pasó en un determinado momento, por ejemplo en los setenta.

A juzgar por lo que afirmó luego, en un libro, Schoklender sabía perfectamente que los desaparecidos no habían sido 30 mil; que se trataba de una “mentira necesaria” inventada por Hebe Bonafini. Tampoco desconocía que Néstor Kirchner no era un desaparecido; seguramente, le pareció que “el desaparecido 30.001” sonaba bien, que era un hallazgo marketinero.

En su libro El Flaco, el filósofo K José Pablo Feinmann revela una conversación por teléfono en la que Néstor Kirchner, que recién había asumido, en 2003, le explica dónde apoyará su gobierno: “Nuestro punto de partida tiene que ser los derechos humanos”, y, en especial Hebe Bonafini: “Hebe es un tanque. Y el más grande de todos los símbolos. La madre de las Madres”.

Feinmann le había sugerido que el flamante gobierno se apoyara en los asambleístas.

Néstor Kirchner no conocía a Bonafini ni había tenido trato con las Madres. La conoció ya en la Casa Rosada; se cayeron muy bien de entrada y forjaron una sólida alianza, que se demostró incluso cuando estalló el escándalo por la construcción de viviendas populares por parte de las Madres financiadas con dinero público.

Por su lado, las Madres aportaron mucho al kirchnerismo. Por ejemplo, fueron un escudo ético que lo defendió de las denuncias y las sospechas de corrupción. Fueron, en pasado, porque Bonafini luce tan desgastada que ya no puede defender a nadie en ese campo.

Los Kirchner hicieron un manejo astuto de los derechos humanos; se apropiaron de esa lucha como si alguna vez les hubiera importado algo. Aprovecharon la mala conciencia de buena parte de los políticos, los empresarios, los sindicalistas, la Iglesia y los medios de comunicación, que saben que no estuvieron a la altura de las circunstancias cuando los militares violaban los derechos humanos más elementales.

Sobre esa base, le dieron un nuevo significado a la historia reciente, enhebraron un relato contundente y construyeron un poder formidable.

Sin embargo, el kirchnerismo ahora está en retirada; es que en política alguna vez el poder se pierde; cuando llega ese momento, no hay relato que disimule esa nueva realidad.

(*) Editor ejecutivo de la revista Fortuna; su último libro es ¡Viva la sangre!