POLITICA

¿Por qué vivir para morir y no vivir para nacer?

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Jhony Cash decía tener "algo con los trenes". Lo mío es con la edad.  No siempre ni con toda. Con los 80, digo. Estos intrusos acaban de invadirme pero su impertinencia no es nueva. Hubo un amague durante mis 30. En mi segundo libro (La vida continúa) algo le picó a la Musa para que se le ocurriese dictarme un delirio como el que titulé "Poema octogenario"(sic) ¿A qué iba (y por qué) yo en 1950  a ponerme a hurgar en edad tan improbable y decadente? Descarto fuese motivado por abuelo o vecino longevos  y de quienes soy ahora un coetáneo a destiempo. Supongo que se trató de un rapto metafísico ignoto de esos que suelen hacer flipar a los "poetas". Pues total que me arrojé al futuro (al 2010) con dicho textito pretencioso del que solo rescato un verso: "Ahora los pájaros vuelan más despacio". De todos, es el único que dió en la tecla y pasó mi autocontrol de calidad. Y el de la realidad. Lo compruebo a diario. A los 80 el tiempo encoge, el espacio se amplía y lo raudo se serena. Y si ésto sucede del modo más natural del mundo ¿por qué no puede esperarse nos sobrevengan milagros mayores todavía? Uno al que aspiro (y para nada original) es que la veloz mutación que vivimos de una vuelta de campana y con ella, un fantástico reverso de calendario en el destino de la especie. Si pisamos la Luna, si clonamos a Dolly, si han plasmado una célula artificial, si un chip de silicio (conteniendo una Enciclopedia) podría ser alojado en el carbono del cerebro. Si cosas así ya flotan ante nuestras narices ¿por  qué no acabar con la melancolía de la finitud dándonos una biografía menos mezquina y más justa? ¿Por qué vivir para morir y no vivir para nacer? ¿Acaso es divagación más compleja que la que Calderón hace a través de Segismundo al afirmar que "La vida es sueño y los sueños sueños son"? Hace bien delirar y divulgar propuestas de este tipo. Tensan el espíritu y nos preservan de los efectos de la política mundial y local. Sugiero, por caso (insistiendo en lo dicho) una que promueva invertir la dirección de la rueda del tiempo. No es fantasía, pues "todo lo que existe fue imaginado alguna vez" (Blake) Más difícil que dar vuelta el tiempo es frenar el negocio mundial de armas y drogas. Esos sí son asuntos irreversibles contra los que ni los dioses pueden. En otros campos es más fácil. Tal como se llevan hoy la ciencia y la poesía bien podrían llegar a darnos una sorpresa padre cualquier mañana de éstas. Por ejemplo, la de despertar un día con la primicia de que será posible nacer viejos y morir bebés. Una simple inversión en el orden y montaje de salida y llegada, y ya estaría. Ingresar a la realidad sabihondos, calmos y buenazos, y salir de ella prendidos a un pezón de miel, sin identidad ni culpa. Nada de dirigirnos a la lotería cielo/infierno sino volver nuestros pasos hasta que los piecitos se acojan a los mimos del mullido césped del limbo. Ir liberándonos de a poco del perverso abuso de la lógica para adoptar el de la más jugada imaginación. El arte de fábular no debería sufrir el arbitraje de la razón práctica. Todo es posible. E imposible a la vez.

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Que la Iglesia siga decidiendo a que edad de nuestra infancia pasamos de ser locos a ser cuerdos. Que salven a los bancos del daño de los bancos. Que nazca una mezquita en el ground zero de Manhattan. Que cuelguen "de los huevos" (sic) a Putin como amenazan sus mujics por haberlos abandonado en medio de los incendios.Que Kirchner y Magneto vuelvan a repartirse la Torta en disputa. Que Carrió sentada a la puerta de la Etica vea pasar cabizbajos a los espantapájaros políticos que la critican. Que todo esto, y más, puede sonar a disparate, pero también convertirse en noticia tan cierta como que el Sol sale y el Sol pónese. O como que alguien, habiendo alcanzado 80 años, sienta divertido verse descender de a poco por la escalera de la edad, y tardar un tiempo de 80 años en volver a la cuna. Yo jugué. ¿Juega usted?

(*) Especial para Perfil.com