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¿Quién tira la primera piedra?

La corrupción tira por la borda toda noción de progreso colectivo cuando ostenta su saqueo, su voraz impunidad.

Bandera argentina 10102018
Bandera argentina frente a la Casa Rosada. | Cedoc

Una mujer sorprendida en adulterio. Un grupo de fariseos acusándola. Una respuesta esperada que no llega. La ley indicaba que debería ser apedreada. “Aquél de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” dijo Jesús y quebró el paradigma reinante

Uno a uno fueron desistiendo de sus designios inconfesables. Es que nadie podía librarse de ellos. La mujer inició un capítulo nuevo en su hoja de vida. En el banquillo están sentados hoy, tanto funcionarios de la gestión anterior como parte del círculo íntimo del Presidente. Será la justicia quien tenga la última palabra.

Rivalidades que van in crescendo. Heridas para la República que aún no sanan. La corrupción horada el tejido más profundo de una Nación. La corrupción pervierte el animus social. La corrupción tira por la borda toda noción de progreso colectivo cuando ostenta su saqueo, su voraz impunidad deshaciendo andamiajes perceptivos de lo público y privado.

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El pasado es un hecho. Un dato ineludible. Pero existe un aquí y ahora, un presente que abre pasos agigantados al futuro que muchas veces por ceguera no vemos. Así está hoy nuestro país. Un círculo importante de actores sociales con piedras en sus manos. Un mandamiento que reza: corresponde lapidar y, una oportunidad en medio del caos en pos de recomenzar.

Muchos han decidido soltar las piedras. Han optado por aligerar las cargas de sus espaldas. Nadie olvida el pasado. Sólo ponderar que la construcción requiere sacrificios magnánimos.

La cuestión identitaria, de pertenencia brilla por su ausencia

Un ingeniero planifica meticulosamente antes de comenzar una obra. Analiza el terreno, los materiales, proyecta, visiona. Tiene la capacidad para ver finalizado toda su obra maestra. ¿Qué sucede cuando se desconoce totalmente la obra, cuando reina el desconcierto? Actores en búsqueda de director para su obra. Argentinos en búsqueda de una visión de país.

Existe una noción clave para comprender el por qué de este saqueo orientativo. Hoy Argentina adolece de lazos de conciencia colectiva. La cuestión identitaria, de pertenencia brilla por su ausencia.

Ernest Renan define a la Nación como la conciencia moral que une a un conjunto de hombres en un todo superior a cada uno de ellos, pero no por eso eterno ya que debe ser renovado por su consentimiento en un “plebiscito de todos los días”.  Existe voluntad toda vez que hay decisión de unidad. Una gran solidaridad, un sentimiento común forjado por los sacrificios pasados y aquellos dispuestos  a ser realizados en el futuro. Hablamos de plebiscito diario en tanto producto de un largo devenir histórico que torna en prácticamente difícil su cuestionamiento por los actores políticos coyunturales. 

Una Nación reafirma de manera constante la voluntad de pertenencia identiraria caracterizada por la presencia de lazos sociales que mantienen unida a la comunidad. En palabras de Renan: “Una Nación es un alma, un principio espiritual … En el pasado, una herencia de glorias y de pesares que compartir; en el porvenir, un mismo programa a realizar”.

Esta gran solidaridad supone el consentimiento, el deseo claro de continuar la vida común. En primer lugar, preguntarnos si existe este ser almático para el argentino. En segundo lugar, si hay voluntad para consentir con mi prójimo, para construir. ¿Por qué plebiscito diario? Se somete a votación popular, se reivindica día a día. Es una decisión continua. 

La identidad nacional argentina es vapuleada por los políticos de turno que han torcido el rumbo esperado

Allá por 2005, en su libro La razón populista, Ernesto Laclau resaltó: “El populismo no tiene un contenido específico, es una forma de pensar las identidades sociales, un modo de articular demandas dispersas, una manera de construir lo político”.

Lejos de ser considerado como una forma degradada de la democracia, Laclau asocia al populismo con un tipo de gobierno que permite ampliar las bases democráticas de la sociedad.

El punto es la ausencia de una identidad nacional argentina. Una identidad desdibujada que presenta fronteras porosas e indefinidas. Vacía de contenido. Vapuleada por los políticos de turno que han torcido el rumbo esperado para responder a las necesidades materiales actuales que hoy claman por respuesta inmediata.

El buen político tiene la capacidad para crear las condiciones que hagan posible encontrar los outputs a los inputs sociales en términos sistémicos. El buen político en tanto servidor público cuenta con la sensibilidad suficiente como para colocarse en la necesidad del otro en pos de comprenderla, identificarse con ella y bregar por satisfacerla.

Hoy Argentina necesita buenos políticos que tengan la capacidad para soltar las piedras de sus manos, mirar a su entorno y comenzar de nuevo.

(*) Analista Política. Magister en Relaciones Internacionales Europa – América Latina (Università di Bologna). Abogada, Politóloga y Socióloga (UBA). | Twitter: @GretelLedo