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Todo por los votos: los ex rivales que ahora hacen campaña juntos

Alberto-Cristina y Pichetto-Carrió fueron los destacados, pero este año proliferaron los encuentros entre sectores enfrentados. La polarización y la reconciliación exprés.

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Recorrida. Ayer, Lousteau y Larreta, en el pasado enfrentados, compartieron la primera actividad. | prensa Juntos por el cambio

La campaña 2019 carga con un plus de electricidad: la convivencia tensa entre dirigentes friends-enemies. Abundan tanto en el oficialismo como en el albertismo. Se trata de candidatos que hasta hace poco tiempo eran adversarios, y acumulan un historial de acusaciones cruzadas. Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau, Miguel Pichetto y Elisa Carrió, Axel Kicillof y Sergio Massa, Alberto Fernández con Cristina y Máximo Kirchner son los ejemplos más notorios. Tras la pérdida de volumen de la tercera vía electoral, la polarización empujó a la reconciliación exprés.

El corrimiento hacia el centro también forzó este panorama, entre novedoso e inflamable. “En escenarios polarizados, los sectores más representativos tienden a conformarse con mayor diversidad de actores e ideologías, justamente para contener una mayor cantidad de votos. En este punto reside la particularidad de esta campaña”, opina el consultor Javier Correa.

Una vez que Cristina eligió a su compañero de fórmula, se viralizaron las viejas críticas entre ambos. Una de Alberto Fernández, los cuestionamientos al memorándum con Irán, le valió una citación por parte de Claudio Bonadio. Al momento, el ex jefe de Gabinete intenta sacarles provecho a esas diferencias: en spot y declaraciones busca pegarse al gobierno de Néstor Kirchner, alejándose de la última etapa de Cristina en la Rosada.

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El candidato del Frente de Todos no es el único que ensaya un equilibrio riesgoso. A Martín Lousteau le cuesta probarse el traje de oficialista, después de haber competido con el larretismo en 2015 y 2017. “Al PRO le gusta más hacer cosas para mostrar que para modificar la vida de los ciudadanos. Por eso prioriza mal”, castigó a Horacio Rodríguez Larreta hace dos años. El miércoles pasado marcó un matiz con el macrismo, pese a ser su aspirante a senador, al plantear en Parque Norte la necesidad de “volver a discutir con el Fondo”. Ayer, tuvieron la primera actividad de campaña conjunta.

En la Capital, el albertismo también cuenta con varios friends-enemies, a raíz de la ampliación hacia el peronismo y el progresismo. Hasta horas antes del cierre de listas, Matías Lammens y Mariano Recalde mantenían una negociación llena de fricciones y desconfianzas mutuas. Ahora, el presidente de San Lorenzo va por la alcaldía con un discurso completamente deskirchnerizado; mientras el camporista encabeza la boleta de senadores. La compañera de fórmula de Lammens, la outsider Gisela Marziotta, a su vez se mira de reojo con Victoria Donda, quien estuvo cerca de postularse a vice.

Carrió y Pichetto sostienen un vínculo ambivalente, que alterna entre la paz funcional y los dardos de Lilita. Massa y Kicillof debieron hacer las paces, y ya compartieron un acto en Necochea. En Córdoba, rumbo a la elección de diputados, Juntos por el Cambio debió amalgamar lo que fue una fractura expuesta en la carrera por la gobernación.

En Consenso Federal pasa algo parecido: Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey se juntaron a las apuradas, sin contar con un recorrido común, ni político ni personal. “Los reproches o la falta de empatía previa pierden valor, porque está en discusión algo más grande: quién va a gobernar el país”, señala el analista Pablo Romá. Un dato sirve para relativizar el peligro de desborde inminente: las peleas entre facciones suelen darse una vez en el ejercicio del poder, y no durante las campañas.