POLITICA
SEMANA 52 DE 2010

Un momento momentáneo

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Ansiosos que somos, ni bien se acerca San  Silvestre (corriendo) revolvemos en la memoria como si fuese un almacén de ramos generales. ¿Qué nos asustó más? ¿Qué nos asombró más? ¿Qué nos jodió más? A ojo desnudo el periodismo compacta al año que se va, selecciona catástrofes, absurdos y glorias y (podio mediante) fija el obituario de los muertitos top. Como remate, aplica un adjetivo "guinda" en la cumbre de  la Torta de 365 días. Es un rito tan insensato como inevitable. A muy pocos importa el año que se va. Menos, evaluar el rol cumplido en ética, erótica, estética y solidaridad.  Nada de taxidermia de sí mismo. Lo que se impone es ajustar los deseos para que 365 días después cierre bien el único balance que nunca cierra. El de la esperanza. Tantos dioses que ruedan por allí, siempre habrá alguno que lo mire a uno.
 
De llevarnos mejor con el tiempo nos permitiría no verlo como "ese enemigo que nos mata huyendo" (que así lo sufrió Quevedo) sino como "tardanza de lo que está por venir" según sentencia Hernández en el "Fierro". Visto así, bajaría el grado de ansiedad. Si hay registro de días y noches es porque los primeros abuelos temían no volver a ver el amanecer. El nuestro se multiplica por 365: lo que nos aterra es que no haya un año que viene. Pavor de más, pues el sorteo demográfico anual es bastante "amigable": los muertitos que quedan en el camino siempre son menos que los vivos que siguen su marcha. Cumplido diciembre, etiquetamos al año y le clavamos la cocarda de neutro, benéfico o cruel. Y como vivir no es más que pelearse con el olvido, hacemos (y recreamos) ceremonias para que haya palenque desde donde recordar. De no ser así ¿cómo podríamos saber que bichos somos, cada mañana, frente a la luna nueva del espejo?

Hoy pivoteamos sobre ese instante bisagra en el que se desean salud de hierro, prosperidad y amores muchos. Es momento de hacer balance y de  apuntalar con argumento y esperanza al bebé 2011. "Tiempo pasado, tiempo pisado" refranea el dicho.  Así es como los heidegger de alpargatas resuelven sabiamente su entredicho con el ser y el tiempo. Orar, oran por la cosecha. Por su Ego no piden, pues son mamíferos superiores en serio: no lo tienen. Les basta (como a Noé) dejarse llevar por su pálpito y dejarse vivir al albur de las cuatro estaciones. Un pie desnudo sabe más que un pensamiento puro. Sioux, toba, navajo o berebere tienen mejor y más operativa información cotidiana que la entera Wikipedia. Cualquiera de ellos está más preparado para un "fin de año" que un ejemplar de los pueblos no originarios (yo, por ejemplo). Por eso, bien que nos haría (digo, es un decir, no hay obligación alguna) entablar cada cual su privada conversación con el tiempo. Integrar la horda consumista que vacía un shopping de Palermo o la saqueadora que desfonda una zapatería en Constitución, adorna el cuerpo pero deja el alma en pelotas. Otro camino habrá. Y seguro lo hay, pues son solo dos minorías (simétricas) las que pierden su control. El resto (inmenso) puede intentar que "2011 sea un poco lo que yo quiera". Y tenerle fe al nuevo año ya que si debimos esperarlo 2010 idems,  algo de bueno tendrá. 

Se sospecha que como especie somos el polvorín mayor del Sistema Solar. Si bien la Tierra aun gira, la historia se atrancó y la época patina. El ojo de la mosca digital no deja nada sin mostrarnos. El canibalismo social. El thriller globalizado. El narcoterrorismo en alza. Estupor general. Y en cada país, el propio. "La Argentina está loca" diagnostica la doctora Carrió. Y la mejor prueba del desequilibrio es la imagen (Foto del Año para SEMANA) de la ministra de Seguridad Garré tras las rejas de "seguridad" de su propia casa (sic). Quizás  solo sea un instante del país. Desde este renglón apuesto que así sea.“Hay momentos de la vida que son realmente momentáneos” decía Cantinflas. (Ojalá éste sea uno).

 

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(*) Especial para Perfil.com