Kirchner está en todas partes. Cada vez que algún opositor o ministro suyo dice algo, él se entera.
Cada vez que un periodista lo cuestiona, recibe una desgrabación al instante. Dos veces por hora
–y hasta quince por día– lee un resumen de todo lo que se informa por tevé, radio,
cables de agencias… ¡y hasta sitios de internet! Cuando cae la noche, su amigo Francisco
"Paco" Larcher, el segundo de la SIDE en los papeles y jefe en los hechos, le lleva un minucioso
informe de Inteligencia con las novedades de la jornada: tal legislador del bando enemigo se reunió
con un importante empresario, tal otro columnista de diario criticó al Gobierno en una charla
privada con corresponsales extranjeros, etcétera. Kirchner saborea cada detalle, de a ratos
enfurece, planea la venganza y llama a sus hombres para el ataque.
La agencia oficial
Télam hará lo suyo, algunos de sus ministros llamarán a
las ovejas descarriadas para advertirles que están bajo vigilancia y hasta el propio Presidente
levantará el teléfono en casos especiales.
Con esa información confidencial, semanas atrás llamó al titular de una privatizada para que
no fuera a almorzar con el diputado peronista Juan José Álvarez, hoy opositor a la Casa Rosada.
"¿Con quién te andás juntando vos?", le preguntó divertido. El empresario entró en pánico y
dejó plantado a Álvarez.
¿Por qué Kirchner se convirtió en el gobernante más controlador desde el regreso de la
democracia? Adicto a la información y al espionaje, su voracidad lo lleva a sobrepasar límites que
todos suponían infranqueables. Parece una versión moderna de la Gestapo que existía en la Alemania
de Hitler.
Como aquel Gran Hermano que imaginó George Orwell en su novela "1984", asistido por una
Policía del Pensamiento que vigilaba sin pausa a propios y extraños, el patagónico también quiere
controlar todo y a todos. Como los Juárez en Santiago del Estero, para citar un caso más cercano, o
como él mismo solía hacer en su feudo santacruceño.
Ahora, el Presidente repite la experiencia desde la Casa Rosada. Así funciona su Gestapo
privada.
CONTROL TOTAL. Hasta hoy, sólo los integrantes del Gobierno
sabían de la existencia de la Unidad del Sistema Informativo de la Nación Argentina (USINA).
Las oficinas de ese departamento dedicado al seguimiento minuto a minuto de los medios
–diarios, cables de noticias, tevé y radio– funcionan en la planta baja de la Casa
Rosada. Son unos 60 hombres al mando del vocero del Presidente, Miguel Núñez, y del polémico
secretario de Medios, Enrique "Pepe" Albistur, que depende del jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Si muchos se preguntaban a qué se dedicaba el silencioso Núñez dentro del Gobierno, ahora ya saben
la respuesta.
El diario
La Nación, que días atrás adelantó parte de esta historia,
reveló que también trabajan en el proyecto dos subalternos de Albistur, la directora de Contenidos
de Medios de Comunicación, Andrea Caldararo, y el coordinador de Radio y Televisión, Federico
Chichoni.
Que una dependencia oficial se llame USINA es un dato bastante significativo.
Al sitio web –usina.gov.ar– sólo pueden visitarlo quienes dispongan de una clave
habilitada. "Sólo funcionarios autorizados", advierte una leyenda.
Superado ese obstáculo, las cosas se ponen interesantes: desgrabaciones instantáneas de todo
lo que dicen los periodistas que están en la mira de Kirchner, titulares de noticieros –sobre
todo del canal Crónica TV, el más importante para el Presidente por su llegada a las clases más
populares– y un enorme archivo donde pueden buscarse las noticias sobre determinada persona
que le interese al Gobierno.
Por ejemplo, si en el buscador se escribe el nombre de Jorge Fontevecchia, CEO de la
editorial Perfil y fundador de NOTICIAS, las cuatro primeras entradas que aparecen son éstas:
• "Periódico Austral (de Santa Cruz)le responde a Fontevecchia". Allí se transcribe la
desgrabación de un comentario del periodista Alfredo Leuco en el programa de Luis Majul en La Red.
• "Yo estuve hablando con Fontevecchia y no estoy muy de acuerdo con lo que
decidieron". Desgrabación de un comentario de Jorge Lanata en su programa de Del Plata.
• "Perfil publicará nota donde dicen que Carrió borró a Olivera de informe polémico".
Comentario del periodista Reynaldo Sietecase en el mismo programa.
• "Repercusiones de la querella a NOTICIAS". Desgrabación de la entrevista radial de
Marcelo Zlotogwiazda a Darío Gallo, editor ejecutivo de esta revista, luego de la querella que
Albistur presentó
contra NOTICIAS el año pasado.
Está claro que los hombres de USINA saben qué informaciones les interesan al Presidente y a
su esposa Cristina.
El jueves 6, ella habló durante casi tres horas en el Senado para defender el proyecto
oficial de los superpoderes. Fue una exposición cargada de rabia y de datos indiscretos sobre
quienes la dama considera sus enemigos.
Sus colegas senadores repararon en las numerosas carpetas que Cristina traía consigo, y uno
hasta bromeó: "Casi se trae la biblioteca completa". Esos dossiers secretos eran obra de los
sabuesos de USINA e informaban con detalle policíaco sobre los antecedentes de tal o cual
periodista, legislador o funcionario. Hay que citar algunos párrafos de la Primera Dama para
entender hasta dónde llega el control que aplican los Kirchner. Mientras leía los recortes de su
amplio archivo, decía con tono irónico: "Bueno, acá tenemos a la titular de la Comisión de Asuntos
Constitucionales, Elisa Carrió, UCR Chaco.
‘Se reunió con el secretario general de la Presidencia, Jorge De la Rúa, para unificar
posiciones.’ ¡Resulta increíble! Increíble no porque alguien se reúna con un miembro del
Poder Ejecutivo, sino porque se debería ser más cuidadoso cuando se habla, cuando uno se dirige a
los demás y se han tenido determinadas conductas…".
Cristina, que tiene entre sus aliados al sindicalista Luis Barrionuevo,
le reprochaba a Carrió una reunión de hace años con el hermano de Fernando de La Rúa.
USINA también husmea en los antecedentes antecedentes de cada periodista que osa criticar
alguna medida del Gobierno.
Con las carpetas en la mano, Cristina acusó: "Veamos quiénes son y qué dicen los juristas que
consulta el diario La Nación… Debieron haber dicho que la doctora Delia Ferreira Rubio ha
sido asesora toda la vida del radicalismo.
Asesora del doctor Molinari Romero, que era entonces senador. Y además se registró en la
Cámara de Diputados con la categoría A-3, empleada, desde el 25 de enero del ’90 hasta el 29
de diciembre del ’91, a las órdenes de Juan Pablo Baylac, el vocero de De la Rúa, ¿se
acuerdan?". La dama está siempre bien informada, al igual que su marido.
Lo peor fue cuando atacó al periodista Adrián Ventura, del diario La Nación, porque estaba
disconforme con sus artículos. "Además de periodista, es abogado y profesor de Derecho.
Menciono este tema porque una vez, en una clase pública en la Universidad de Belgrano,
haciendo referencia al golpe del 24 de marzo de 1976, dijo que el gran error del golpe había sido
no permitir que siguiera gobernando el peronismo. Porque si le hubieran permitido
seguir gobernando, el peronismo habría desaparecido. Es bueno saber estas cosas. No porque no
tenga derecho a opinar, sino porque me pone un poco nerviosa que gente así enseñe Derecho a
nuestros jóvenes".
Ventura no quiso responderle a la Primera Dama. Está alarmado porque las palabras de ella
traslucen el espionaje al que fue sometido el periodista.
"El Gobierno no comprende que la prensa está para contribuir al debate público", dice.
NOTICIAS: ¿Es la primera vez que lo atacan así?
Ventura: No, ya me pasó en diciembre pasado, cuando a Cristina no le
gustó una nota mía sobre la reforma al Consejo de la Magistratura.
REPRESALIAS. Los 60 fisgones de USINA trabajan en tres turnos de ocho horas y rastrillan toda
declaración que pueda incomodar a los Kirchner. Lo sabe Víctor Hugo Morales, el conductor del ciclo
"Desayuno", que se emitía desde hacía siete años por Canal 7. Tampoco él pudo burlar a la Gestapo
de la Casa Rosada. Sus comentarios sobre el conflicto de las papeleras con Uruguay, que iban a
contramano del pensamiento oficial, fueron oportunamente registrados por la Policía del
Pensamiento.
A eso se sumó su condición de columnista del diario Perfil, aborrecido
por Kirchner y su esposa. Primero, la directora de programación de la emisora, Rosario
Lufrano, le prometió al periodista un mes más de aire, pero todo cambió luego de que Morales
hablara con NOTICIAS.
Lo echaron sin muchas explicaciones apenas estuvo en la calle la edición anterior. Y al
cierre de este número, Víctor Hugo y su equipo aún no habían podido recuperar las pertenencias que
dejaron en su oficina, ahora clausurada con llave. A este caso hay que agregarle el de José "Pepe"
Eliaschev, censurado en Radio Nacional, y el de Jorge Lanata, quien dos años atrás dejó de conducir
"Día D" en América TV por las presiones del Gobierno contra los dueños del canal. Tanto a Lanata
por entonces como a Víctor Hugo ahora les ofrecieron a cambio programas de historia y cultura,
desde donde ya no podrían
molestar al poder. Ninguno de los dos aceptó.
Los propios funcionarios del Gobierno se sienten vigilados por la Inteligencia de Kirchner.
Al vice Daniel Scioli le "pincharon" sus teléfonos, como meses atrás reveló NOTICIAS, y a otros
como el ministro del Interior, Aníbal Fernández, también lo espiaban. Eso cuenta el periodista
Gerardo Young, del diario Clarín, en su libro de próxima aparición: "SIDE, la Argentina secreta".
Allí además se detalla cómo tres agentes se infiltraron como alumnos
en el instituto Hannah Arendt, donde la opositora Elisa Carrió da clases (ver recuadro).
Carrió ya no se sorprende cuando ve el mismo auto estacionado a la entrada de su edificio de
avenida Santa Fe, así como Roberto Lavagna se acostumbró a la presencia de algunos parroquianos
sospechosos en el bar
que queda enfrente a sus oficinas de Diagonal Norte. El diputado Francisco De Narváez,
millonario y opositor, también les contó a sus amigos que lo vigilan desde una ventana indiscreta
del edificio lindante al suyo, en Palermo.
El ex ministro Gustavo Beliz se fue del Gobierno denunciando a la SIDE y escuchando ruidos
algo intimidatorios en la línea de su celular. Y varios legisladores porteños, del oficialismo y la
oposición, semanas atrás verificaron que sus líneas de teléfono estaban intervenidas.
¿En todos lados está el Gran Hermano K? También son curiosos los carteles contra el fundador
de NOTICIAS, Jorge Fontevecchia, que días atrás aparecieron por toda la Ciudad de Buenos Aires y
que fueron pagados por la SIDE.
Los sabuesos de USINA no sólo recopilan todo el flujo informativo que el Presidente tiene
para consumir cada media hora en su despacho, sino que bucean en los antecedentes de amigos y
rivales y preparan instructivas carpetas como las que Cristina lleva consigo al Senado o la que
acusa a los clientes de Ecolatina, la antigua consultora de Lavagna, de haberse favorecido durante
la gestión del echado ex ministro de Economía. El elenco comunicacional del Gobierno también ha
intentado "infiltrar" algunas redacciones –entre ellas la de NOTICIAS– para saber más
de la vida de sus periodistas.
Además del vocero Núñez y del secretario secretario de Medios Albistur, quienes se destacan
en ese equipo de Inteligencia paralela son el ex cuadro "sushi" Gustavo Fernández Russo, quien hace
tiempo se amputó su primer apellido, así como en la novela de George Orwell
se modificaba el pasado en los archivos periodísticos para que coincidiera con el discurso
oficial.
Junto con el ex "sushi" Russo, en ese grupo está ganando terreno –a expensas de
Núñez– un hombre que responde al jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Se trata de su vocero Eduardo Roust, quien viene de trabajar con Carlos Ruckauf y tiene
antecedentes tan "progres" como los del propio Fernández o los de Kirchner en Santa Cruz.
Además está la novia de Núñez, Graciela Otegui, y el ex vocero de Cristina Fernández, Diego
Buranello.
El presupuesto anual de esas oficinas semiclandestinas ronda los 2 millones de pesos, sólo
contando sueldos. Utlizan, entre otros, los servicios de la consultora Ejes de la Comunicación,
dirigida por Mario Moldován, un viejo socio comercial de Albistur y también ex jefe de prensa del
intendente porteño Carlos Grosso, como se encargó de destacar el diario Página/12 hace tres años,
cuando el hombre trabajaba para Mauricio Macri y no para el Gobierno.
¿En qué ayuda Moldován a los hombres de USINA? Hace desgrabaciones minuto a minuto de todos
los comentarios de políticos, empresarios y periodistas.
Algunos funcionarios aún se resisten a colaborar con la Gestapo K. En la campaña porteña del
año pasado, la titular del PAMI, Graciela Ocaña, fue entrevistada en el programa "Informe Central"
de América TV y criticó a su ex jefa Carrió. Pocas horas después, Eduardo Roust, el vocero del jefe
de Gabinete, se cansó de llamar a los productores de radio y tevé para difundir la hazaña e
invitarlos a entrevistar de nuevo a Ocaña. El problema fue que ella, que ya había cumplido, no
quería que la pasearan por los medios.
No dio más notas. Y protestó con amargura ante Alberto Fernández porque se sintió usada por
los cerebros de USINA.
También la ministra Felisa Miceli experimentó algo parecido cuando semanas atrás leyó unas
declaraciones suyas contra Lavagna en otro "house organ" del mundo kirchnerista, la agencia oficial
Télam, que dirige un ex periodista de Página/12, Martín Granovsky. Miceli, una discípula de
Lavagna, les asegura a sus confidentes que no dijo ninguna de las palabras que le adjudicó el cable
apócrifo de Télam, pero que no se atrevió a desmentirlo en público.
Télam es la misma agencia que el 25 de mayo pasado multiplicó por cinco el número de
asistentes a la Plaza del Sí que organizó el Gobierno: ¡habló de 500 mil personas! En la campaña
del 2005 colaboró con la operación de Inteligencia contra Carrió, al desparramar antes que nadie la
falsa información que hablaba de una cuenta en el exterior de Enrique Olivera, el segundo de la
jefa del ARI. Télam informó de esa presentación judicial del kirchnerismo media hora antes de que
se produjera. Ni Orwell pudo imaginar algo así.
ASFIXIA. ¿Por qué llegaron a tanto Kirchner y su esposa? No hay antecedentes en la Argentina
reciente de una obsesión como la de ellos por vigilarlo y digitarlo todo. Si las patas más fuertes
de esa política de espionaje, propaganda y desinformación son la SIDE, Télam y USINA, también hay
otros organismos gubernamentales apoyando el modelo. Por ejemplo, a las empresas familiares del
diputado De Narváez le llovieron varias inspecciones de la AFIP de Alberto Abad cuando se convirtió
en opositor. Y desde el Ministerio de Planificación de Julio De Vido se hacen los llamados a
empresarios para que no se les ocurra apoyar la candidatura presidencial de Lavagna, así como les
advierten que el diario Perfil o el programa "Fuego Cruzado" de América TV –conducido por
Marcelo Longobardi y Alfredo Leuco– son malos lugares para publicar sus anuncios. A esa
increíble discriminación económica se suman los millones de pesos de publicidad oficial que el
Gobierno reparte entre los medios que reflejan las buenas noticias que le interesa leer a Kirchner.
El caso específico de Lavagna, el opositor a quien más le teme el Presidente, es preocupante.
La constructora Techint, de buena relación con el ex ministro, ya sufrió una advertencia del
Gobierno: la empresa de Paolo Rocca debía elegir ya mismo de qué lado estaba.
Lo mismo ocurrió con otros miembros de la Unión Industrial como Luis
Betnaza y José Ignacio de Mendiguren.
Desde España, donde se encontraba de viaje, Lavagna les pidió calma a los empresarios
asustados. Les mandó a decir, por medio de su amigo Alberto Coto, que no dejaría trascender los
contactos que tuviera con ellos, ni los apoyos económicos que espera para largarse.
El secreto es la única opción que el Gobierno le dejó a su ex ministro estrella. Es cierto
que el ministerio de De Vido y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, no son los
únicos que aprietan a los hombres de negocios. También el embajador en España, Carlos Bettini, un
viejo amigo de Néstor y Cristina, presiona a las compañías extranjeras como Repsol YPF para que no
auspicien a periodistas que el Gobierno considera críticos. Nadie que no esté del lado del Gobierno
tiene aire para seguir respirando en el país de Kirchner.
¿Por qué el Presidente está empeñado en convertir a la Argentina en una enorme Santa Cruz,
donde todos bailan al compás que marca el amo? ¿Eso habla de cierta inseguridad psicológica?
Parece imposible mantener en el tiempo un modelo basado en el control policíaco del
pensamiento y el apriete sistemático, pero Kirchner por ahora lo está logrando. Con la economía en
crecimiento, la sociedad puede hacer la vista gorda ante los excesos de poder y hasta perdonar
escándalos como los del ex presidente Menem, que fue reelecto con el 50 por ciento. El politólogo
Rosendo Fraga opina: "El Gobierno hoy intenta imponer un sistema hiperpresidencialista.
En ese contexto, con la oposición desarticulada, los medios de comunicación son el único
límite que le queda a Kirchner".
El Presidente sigue avanzando sin sutilezas. Debería releer a Orwell para entender lo que hoy
siente una parte importante de sus gobernados.