POLITICA
la carrera presidencial

Urribarri se viste de militante para ser bendecido

Entrerriano. El gobernador pone su mayor esfuerzo para ser el elegido de La Cámpora y CFK.
| Cedoc Perfil
Sergio Urribarri se puso en la piel de Cristina Kirchner y concluyó que el sucesor ideal era él mismo. Mandó hacer encuestas y reforzó su convicción de guardián del modelo: en un día bueno, el voto duro del kirchnerismo alcanza el 30% y pone en carrera a quien logre captarlo y ampliarlo en un ballottage. El entrerriano, entonces, denunció a Daniel Scioli por tibio y traidor en potencia. Y en adelante, declamará el rosario de la década ganada y poco le faltará para tatuarse un Nestornauta. Ya nadie será tan kirchnerista como él, aunque de ninguna forma eso le garantice la bendición anticipada de la Presidenta. Así, más que el candidato de La Cámpora, agrupación que se limita a expresar la voluntad de Cristina, Urribarri actuará como un militante camporista más. Tan leal y fervoroso como cualquiera, aunque con una particularidad: será el único con alguna chance de ser presidente.
Según la encuesta realizada por una consultora amiga de la casa kirchnerista, hay entre un 25% y 30% de voto fiel al oficialismo: el famoso núcleo que apoya hasta en las malas, y es ideológico pero también afectivo. Otro 30% fluctúa y, si bien se suele enojar con los modales kirchneristas, adhiere a sus principios básicos. El 40% restante directamente los detesta.  
Ante ese panorama social, el gobernador de Entre Ríos va por el tercio “seisieteocheano”. Quiere que al menos lo tengan de cara y así suplir su principal déficit: su enorme nivel de desconocimiento. Un objetivo que, según se jactan los urribarristas de la primera hora, el Pato ya consiguió en 2007, cuando era el pichón del hoy massista Jorge Busti y sólo tenía 7% de intención de voto para la gobernación.
Incluso Busti prefería por entonces que la candidata fuera Analía Aguilera, alias la Negra, esposa de Urribarri desde hace 34 años, madre de sus cinco hijos varones y hoy una suerte de ministra de Acción Social en las sombras.
Porque, tal como le pasó al matrimonio Kirchner en 2003, en algún momento ella fue más popular que él.
¿Otros parecidos entre Sergio y Néstor? El don del entusiasmo y la fluidez campechana.
Todas las simetrías con los Kirchner serán explotadas por Urribarri, con una única excepción: “Sergio es más dialoguista, si hasta habló con Alfredo De Angeli en el pico del conflicto del campo”, comenta una funcionaria nacional que lo promociona.
Urribarri imagina unas primarias abiertas del kirchnerismo que convoquen al 40% del electorado. En ese escenario, se presentará como más cristinista que Cristina.
Porque si el gobernador Scioli no pasa el test más básico de ADN K, el ministro de Transporte, Florencio Randazzo, también apuesta por exceder el microclima del voto oficialista a caballo de una gestión eficaz, moderna y no tan ideológica.