PROTAGONISTAS
entre dos poderes

Berardo Dujovne, el padre del ministro y arquitecto de Trump

Tiene 79 años e hizo los planos de la torre que se levanta en Punta del Este. Dice que los dichos del presidente norteamericano no afectan su negocio y confía en que su hijo termine su gestión en Hacienda.

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album. Nicolás Dujovne el día que asumió como ministro de Hacienda, en enero de 2017. Su padre, Berardo, en el estudio de arquitectura familiar, el lugar desde donde se planeó la construcción de la Trump Tower en Punta del Este. Junto a su mujer, Silvia. “Ahora me entero de la vida de mi hijo por los diarios”, dice ella. | grassi

“¿Me imagino que vamos a hablar de arquitectura, no?”. Berardo Dujovne suelta la pregunta con una sonrisa pícara mientras prepara café con la máquina Nespresso que tiene en su estudio de Palermo. Es un espacio pequeño pero ordenado, lleno de planos y libros de la materia. Fue en el 1963 cuando Berardo se incorporó a ese estudio que entonces era de su padre.

Los Dujovne, una familia que por dos generaciones se dedicó a la construcción, ahora tienen a Nicolás haciendo su camino y manejando uno de los lugares más sensibles de la política, el Ministerio de Hacienda. “Se nos hizo muy público el apellido, pero nosotros ya éramos conocidos por el estudio”, dice otra vez con risa cómplice.

Berardo Dujovne y Silvia Hirsch, la madre del ministro, son los dueños del estudio que lleva ambos apellidos, y que se dedica a realizar dirección de obras. “Nosotros no somos una empresa constructora; somos un estudio dedicado a hacer proyectos de obras. En algunos casos hacemos la dirección pero no somos una empresa desarrolladora de negocios”, comienza aclarando Berardo, quien alterna sus días también como profesor emérito en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires y dirige en la misma institución un posgrado de Urbanismo. “Dos veces por semana largo todo este quilombo y me voy a dar clases. No cobro un peso por eso, me encanta”, cuenta quien también fue decano de la facultad en varios períodos.

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Sin duda, uno de los lugares donde su firma más ha trabajado en los últimos años es Puerto Madero. El dirigió los planos de la Torre del Faro, la manzana donde está el Hotel Madero y Madero Center. Sin embargo –aunque él no lo diga abiertamente–, la marca que pesa fuerte en su currículum es Trump. Su estudio participó en los planos y diseño de la torre que se construye en Punta del Este desde hace cinco años. “Fue lenta la construcción, o más lenta de lo deseable, pero nosotros no tenemos nada que ver con el manejo de la obra”, explica Berardo, marcando cierta distancia del argentino Felipe Yaryura, quien junto a su socio Moisés Yellati son los dueños de YY Development, la empresa desarrolladora que lleva adelante el negocio.  Aunque todo queda en familia: su nuera, es decir, la mujer de Nicolás, Carolina, es la hermana de Felipe Yaryura.

—¿Qué tanto conoce a Donald Trump?

—Lo he visto en alguna presentación pero nunca tuve trato directo con él salvo saludarlo o en reuniones con otra gente. Sí lo tuve con Eric, su hijo. Viajamos dos o tres veces a Nueva York. Es alguien muy razonable.

—¿Nunca le contó que su padre quería ser presidente?

—¡No!, para nada, creo que ni se le había ocurrido.

—La marca Trump es prestigiosa a nivel mundial pero desde que él es presidente, sus dichos, modos y acciones generan polémica. En su negocio, ¿siente que lo beneficia o perjudica?

— Es indistinto; hemos hecho varios proyectos de dimensiones parecidas. Es indistinto.

—Bueno, pero tener en el currículum ese nombre no me diga que no lo modifica en nada.

—Sí, ¡está bien! Pero hoy porque es presidente de Estados Unidos. Nosotros hicimos también ahí al lado las torres Le Parc. Sí es cierto, la Trump Tower de Punta del Este es una obra importante pero no nos cambia la vida, la verdad. Es un apellido conocido. Era antes que se le ocurriera que quería ser presidente y ya era una marca prestigiosa en el mercado inmobiliario.

—¿Y ahora?

—(Risas) Y, no sé. Supongo que también, la marca como calidad en los edificios mantiene el prestigio más allá de lo que diga como presidente. 

—Con el tema del blanqueo, ¿siente que la construcción está en expansión en la Argentina?

—Yo no sé si está en expansión. Nosotros estamos con trabajo. Nuestro clientes son empresas o grupos cuya actividad principal se mueve independientemente de los avatares que haya.

—Hablemos de otro apellido, Dujovne. Que su hijo haya asumido como ministro de Hacienda ¿le modifica algo en su trabajo?

—No, para nada, es más el ruido que genera el apellido. Pero él justamente hizo una carrera en algo absolutamente distinto a mi actividad. Y la hizo solo. Con un padre y madre arquitectos, un estudio con cierto volumen de trabajo y nombre, él buscó su camino por el lado que era la economía y es un mérito absoluto suyo.

—¿Le hubiera gustado que fuera arquitecto?

—Creo que cada uno tiene que hacer su camino. Estoy orgulloso como padre por su nueva etapa, es un mérito importante que se lo gano él.

 —¿Cómo es la relación que tienen?

—Es una relación de amistad... familiar, no somos tanto de hablar de trabajo.

—Manejar el equipo económico de la Argentina no es una tarea fácil. ¿Cómo lo ve a su hijo?

—Para nada. Lo veo bien.  

—¿Cuáles son las capacidades que tiene Nicolás para ese puesto?

—Es muy inteligente, buena persona y es muy decente. ¡Para la política todo esto no es poca cosa! (risas).

—¿De chico cómo era él para administrar el dinero?

—Juntaba su plata. Una de sus hermanas gastaba mucho, otra ahorraba; él estaba como en el medio.

—¿Dónde lo prefiere, en la teve o en la función pública?

—Lo que él prefiera, a él siempre le gustó la televisión y la comunicación. Cuando tenía 10 años filmaba en Súper 8 y hacía guión con un amigo, ¡hacía actuar a las hermanas! Les hacía disfraces y armaba el guión, y ponía: producción Nicolás Dujovne (risas).

—¿Y cuándo empezó a interesarle la economía?

—A los 8 años. Charlaba bastante con mi padre quien tenía una gran admiración por Nicolás, lo consideraba brillante.

—Ustedes son de una familia radical, ¿simpatiza con el gobierno de Macri?

—Sí, me gusta, tenemos que ayudar para que las cosas vayan lo mejor posible.

—¿Qué le critica de lo hecho hasta ahora?

— (Piensa.) Tal vez la forma en que comunicaron las cosas. Si hubieran dado un diagnóstico más claro, les hubiera resultado más fácil comunicar lo que se estaba haciendo y porque. Lo hemos visto en temas de energía. Da la sensación de que las cosas van a ir mejorando.

—¿Su hijo pude contribuir a que eso suceda?

—Yo creo que sí.

—¿Llegará a terminar el mandanto Nicolás?

—¡Eso esperemos! Está confiado y muy entusiasmado. Pese a que lo he visto muy poco desde que asumió. Mi esposa siempre dice: “Cuando quiero saber de él, me entero por el diario”.

Buenos Aires pudo tener su Torre Trump

El rumor comenzó a circular a mediados de 2016: Donald Trump tenía previsto desembarcar con una torre de lujo pensada para oficinas. Se hablaba que el proyecto comenzaría en 2017 y culminaría en 2020. De 35 pisos y un total de 47 mil metros cuadrados, demandaría una inversión de 100 millones de dólares. Sin embargo, el proyecto se desactivó según contaron a PERFIL en diciembre pasado los socios argentinos del magnate, Felipe Yaryura y Moisés Yellati. “Yo estaba vinculado también al proyecto pero fue dado de baja”, cuenta Berardo Dujovne, quien había comenzado con el planeamiento para otros clientes en 2008. “Un día me llamó Yuryura para decirme que había una posibilidad de hacer algo con Trump. Teníamos el proyecto aprobado pero vencido: luego de tres años si vos no construís, según el código, caduca el proyecto. Se intentó entonces según otro artículo reabrirlo volviendo a pagar los derechos pero planeamiento de la Ciudad denegó esa posibilidad”, explicó Dujovne. También Eric Trump anunció que su familia lo daba de baja en su paso por Uruguay en enero de 2017.