PROTAGONISTAS
EL ÚNICO LAMA ARGENTINO

“Con Macri tenemos una relación amistosa en stand by”

Se llama Horacio Araujo, pero su nombre como líder budista es Sangye Dorye. Y trajo a Buenos Aires al mayor experto mundial en mandalas.

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Se llama Horacio Araujo, pero su nombre como líder budista es Sangye Dorye. Y trajo a Buenos Aires al mayor experto mundial en mandalas. | cuarterolo

Viste la toga, la típica indumentaria budista, y nos invita a sentarnos junto al altar en su templo llamado Kagyu Tekchen Chöling (Jardín del Budismo Mahayana), decorado de tapices, realizados con hilos de seda, con imágenes de Buda. Un lugar adonde acude el Dalai Lama cuando viene de visita al país. Mientras habla, de modo continuo y casi sin pausa ni ademanes, mecha palabras en inglés, usa la muletilla “chango”, cita a sus maestros Kalú Rinpoche y Bokar Rinpoche y cuenta su propia historia: la de un self-made man, como le gusta definirse. 

Un hombre que inició su camino de búsqueda espiritual en la adolescencia, que fue hippie en los 70 (de pelo largo, suecos de madera y morral de cuero, que vendía en plaza Francia), cuando aún era Horacio Araujo; que tuvo su banda de rock, groupies y charlas de café en La Giralda para resolver los “problemas del mundo”. La misma historia que lo llevó a convertirse en el hasta hoy único lama argentino del budismo tibetano junto a su mujer, Consuelo Navarro Campo, ambos ordenados como lamas Sangye Dorye y Rinchen Kandro respecticamente. Y en una era en la que el Gobierno deslizó su simpatía por este culto, se anima a hablar de todo.

—¿Es cierto que fue amigo de Spinetta y Santaollalla?

—Sí, porque en esa época los que íbamos a los recitales y a los happenings de Marta Minujín éramos como mucho cuarenta. Incluso estudié guitarra con Edelmiro Molinari, de Almendra. Y me juntaba en Parque Centenario con Raúl Porchetto y Miguel Grinberg.

—¿Era parte de un camino de búsqueda?

—Exacto. Y en esa búsqueda me encuentro con el dharma y empiezo a estudiar el pensamiento de Oriente. El primer libro que leí fue a los 14 años y me apasionó. Luego fui a Brasil a estudiar sobre el dharma a un monasterio.

—¿Y cómo se ordenó lama?

—En el 83 fundamos nuestro centro y vinieron varios maestros, y le dije a uno de ellos que me interesaba hacer un entrenamiento prolongado y tener una experiencia de primera mano del dharma. Y me dijo que fuera a Francia para hacer el retiro de tres años, tres meses y tres días en el Colegio Monástico Kasgyu-Ling, en Borgoña, con el programa del Tibet. Luego continuamos nuestra formación en la India y en Nepal. Finalmente regresamos ordenados lamas.

—¿Los líderes políticos lo consultan?

—Para nada. Y tampoco me interesa que lo hagan. El dharma nunca se ha metido en política porque la política lo destruye todo, porque es un sistema de poder. Y el Buda dice que el poder es un lugar de negatividad.

—¿Pero usted es amigo de Macri?

—Amigos no, tenemos una relación amistosa que surge de cuando él era jefe de Gobierno y tuvo una mirada más abierta hacia todos los estamentos de la sociedad y polos de influencia. Se acercó a los evangelistas, que son quienes tienen más adeptos, y a otras religiones. Ahora estamos en un stand by porque se acercó a China, y ahí los budistas tenemos un conflicto humanitario.

—Macri le dijo a Magdalena Ruiz Guiñazú que había hecho “terapia con cuencos tibetanos”, ¿Cómo es eso?

—Si le dijeron eso, es un fraude. Cuencos tengo muchos porque son muy bonitos; capaz él lo deja flotar. El dharma en Occidente es como un recipiente vacío; como la gente no sabe nada, transfiere infinidad de fantasías adentro. El sentido del dharma es que los hombres se liberen del sufrimiento. Nosotros no estamos en la pavada de la moda.

—¿Qué opina de Ravi Shankar?

—Siempre aparecen ese tipo de maestros en la India, como Sai Baba u Osho. Pero todos los que los siguieron hicieron leña del árbol caído, ¡hay hasta osho masajes! Y el hombre tenía diez Rolls Royce sin declarar, lo que en Estados Unidos es un delito.

—¿Qué relación tiene con el Papa?

—Está todo muy seco porque es un político, no tiene mucha vida espiritual. Qué autoridad moral puede tener el Vaticano después de los genocidios que cometió, cómo un Papa se va a inmiscuir en las internas… Y los bolsos de López alguien los recibió.


Verdades y mitos sobre armonización

Monjes budistas tibetanos llegan a la Casa Blanca como parte de un intercambio cultural y empiezan a construir un intrincado mandala de arena ante la mirada cínica de Frank Underwood (Kevin Spacey) y Claire (Robin Wright). La escena es parte de la temporada tres de House of Cards. Aquí, a mediados de 2015, en una entrevista con Magdalena Ruiz Guiñazú, Macri contó su vínculo con el budismo y se dijo que había hecho armonizar la Casa Rosada y la quinta de Olivos. Consultado, Sangye Dorye descartó esa posibilidad. “Eso es parte de la mística urbana”, sostuvo. 

Y ante la pregunta sobre si en el budismo se armonizan espacios, respondió: “Sí pero con métodos como los mandalas y rituales que tienen que ver con el macrocosmos y el microcosmos, y la interdependencia de todas las cosas”. Por otro lado, aclaró que sólo un Buda puede armonizar un espacio. “Y tampoco se llama armonizaciones, sino que son ceremonias para comprender nuestra relación con el universo y la tierra. Y comprender cómo uno se maneja en el entorno con lo material y los demás seres; en China se lo llama feng shui que quiere decir agua y viento”. Ayer Sangye trajo al lama Losang Samten desde EE.UU. para que hiciera un mandala en el Centro Cultural Carlos Gardel, del Gobierno.