PROTAGONISTAS
en 247 salas de todo el pais

El fenómeno de la película de Gilda: 83 mil espectadores en sólo dos días

“Fue como retroceder 20 años y verla de nuevo”, dijo uno de los músicos de la banda de la artista. Su hijo, Fabricio Cagnin, ya la vio cinco veces.

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Accion. Natalia Oreiro caracterizada como Gilda grabando una escena del film junto a Danny de la Cruz y Edwin Manrique, miembros de la banda original de la cantante tropical. | Gentileza Pulpo PR
Cómo se abrió camino en un mundo que parecía reservado para hombres o mujeres exuberantes y voluptuosas; su metamorfosis de maestra jardinera a cantante tropical bajo la presión de una industria prefabricada; su lucha apasionada y sacrificada en contra de los prejuicios, incluso de su familia, para lograr su sueños; su muerte y nuevamente sus sueños. Así, con esa mirada que genera magnetismo pero que al mismo tiempo la muestra de carne y hueso, mundana, y lejana a lo milagroso, Gilda. No me arrepiento de este amor, la película protagonizada por Natalia Oreiro y dirigida por Lorena Muñoz, logró a veinte años de su muerte revivir la Gildamanía. El jueves 15, fecha del estreno, fue vista por 43 mil espectadores, en 247 salas de todo el país. Y al día siguiente el expectativa generada subió esa cifra a 83 mil espectadores en total.

Las críticas elogian la caracterización de Oreiro, la cual llevó mucho trabajo. Desde lo físico, tuvo que bajar seis kilos, y cambiar su corte y color de pelo. El resultado final se vio cuando lució las mismas prendas y accesorios de la cantante. Todo distribuido en su 1,70 de altura, la misma que Gilda. “No obstante, recién me sentí parecida cuando nos reunimos con sus músicos originales para tomar la foto preliminar, y al verme entrar se quedaron con la boca abierta y los ojos llorosos. Ahí supe que me había convertido en Gilda”, contó en un reportaje. El desafío se presentó a la hora de hablar y cantar. “Procuré adaptarme a sus gestos y su fraseo. Moverme no fue sencillo. Gilda danzaba a pura sensualidad y delicadeza, y yo estoy acostumbrada a mover el culo, a mandarme. También debí considerar su contextura. Cuando me tocó bailar con la famosa minifalda roja, como tengo más cadera y cola, necesité pegarla con cinta doble faz para que no se me levantara”, suma.

Fanática de Gilda desde su adolescencia, Oreiro versionó varios temas en diferentes tiras que protagonizó a la espera de que llegara su oportunidad. Y luego de rechazar varias propuestas, llegó la indicada. “Siempre soñé con personificarla. Me convocaban, no me gustaban los guiones y se caía la posibilidad. Por eso me emociono como cualquier persona al cumplir un sueño groso que viene de lejos”, admite.

CorazЧn herido. Pero Oreiro no es la única emocionada con el resultado, en el que tres músicos hacen de ellos mismos. Por ejemplo el percusionista Edwin Manrique y el trompetista Danny de la Cruz. “Lorena nos contactó porque quería recolectar datos, nos pidió que grabáramos la banda sonora de la película. Y un día, mientras estábamos en eso, se nos acercó y nos preguntó si nos animábamos a actuar. Enseguida aceptamos porque nos pareció muy divertido”, cuenta en diálogo con PERFIL De la Cruz, quien ahora es parte del grupo Damas Gratis. Y Manrique cuela entre risas: “De actores no tenemos nada, pero no era muy difícil hacer de nosotros mismos. Sólo remontarnos en el tiempo y hacer lo que hacíamos”. Para ellos revivir todo “fue fuerte, y con muchos momentos de emoción”. “Tras la tragedia pensé en no tocar más”, desliza Manrique. Entonces De la Cruz, como en una bocanada de aire fresco, suelta: “Para atravesar esos momentos, durante el rodaje, nos contábamos chistes. Pero hacer esto, también nos trajo recuerdos muy lindos de las giras, de los shows. Eramos como una familia, pasábamos mucho tiempo juntos. Ibamos a ensayar a la casa de Gilda todos los días. Era muy intenso porque éramos muy perfeccionistas. Me acuerdo que cuando estábamos de gira en las tardes nos íbamos a algún camping a charlar, hacer asados... Eramos muy unidos”. La magia logró recrearse en el film. “La caracterización de Natalia fue impresionante. Para nosotros fue retroceder veinte años y volver a ver a Gilda. Cuando hizo la primera sesión de fotos con el vestido violeta nos quedamos en shock. Y arriba del escenario, cuando se daba vuelta y nos buscaba con la mirada y nos sonreía, también. Fue muy emocionante”, relata De la Cruz, quien como su compañero se sorprendió por la respuesta del público. “No lo esperábamos. Fue incríble. Y además, sirvió para unirnos más”.