Mientras su marido esta semana llamó a nuevas elecciones para, en caso de ganarlas, reafirmar su espacio de poder en esta difícil etapa que atraviesa Grecia, ella se mantiene a distancia de cualquier lugar donde las cámaras puedan ponerla en primer plano. Una actitud que persiste en ella desde que Alexis Tsipras asumió el gobierno griego, en enero de este año.
Como ha sucedido en Argentina con el matrimonio Kirchner durante sus respectivos mandatos presidenciales, algunas crónicas periodísticas le adjudicaron a Peristera Batziana ser quien potencia “en casa” los lineamientos políticos que llevaron a Tsipras a la presidencia. Pero ni él, ni mucho menos su esposa, respondieron a estas especulaciones mediáticas en medio de la coyuntura griega.
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Militantes. Peristera –que en griego significa “paloma”– tiene 41 años, es ingeniera y conoció a Tsipras en 1987, en la escuela secundaria. Y fue allí donde ambos comenzaron su militancia política. Dicen que fue ella quien lo convenció de sumarse a la Juventud Comunista –el KKE–, y luego ambos transitaron primero por el Synaspimós –la coalición de los movimientos de izquierda y ecológicos– hasta terminar en Syriza, con el que Tsipras gana las elecciones y con el que hoy enfrenta una escisión por su manejo de la crisis.
Aunque están juntos desde entonces, nunca se casaron. Así, él se convirtió en el primer líder del gobierno de su país en asumir dicho cargo sin contraer matrimonio. Sí aprovecharon la ley de unión civil que rige en Grecia desde 2009. Y también fue el primero en rechazar la bendición de la Iglesia Ortodoxa Griega. Tanto él como Betty –como dicen que Tsipras llama a su mujer– son ateos. También son padres de dos hijos, Phoebus y Orpheus Ernesto, de 5 y 3 años. El segundo nombre del más chico –que en algunas reseñas se menciona como apodo– es por la admiración de Tsipras por el Che Guevara.
Discreción. De las anécdotas que destacaron los medios sobre la primera dama griega, hay por ahora dos: una vez pidió a los policías que custodian a su familia desde el 25 de enero que se fueran porque el despliegue que organizaban asustaba a sus hijos cuando los llevaba al colegio. La otra fue cuando en abril pasado, en un viaje oficial a Rusia, se hizo un autorretrato en la Plaza Roja.
Y aunque todos saben que no le interesa hacer shopping, y que renovó su guardarropa desde que su marido asumió la presidencia, en la prensa griega imaginaron la sonrisa –o quizá la indifernecia– que debe haber demostrado cuando en el sitio de internet de Vogue, uno de los periodistas que escriben sobre el estilo de vestuario de famosos publicó una selección de diseños que, según él, se adaptarían al rol que hoy ocupa Batziana. El especialista incluyó vestidos de firmas como Marni, Alexander McQueen y Balenciaga. Diseños que por sus precios serían inadecuados no sólo para una verdadera militante de izquierda sino para la esposa de un líder de un país que acaba de recibir un salvataje financiero de 86 mil millones de euros.
