PROTAGONISTAS
su marido, Jared Kushner, el gran aliado

La hija de Trump desplazó de la escena a la mujer de su papá

Ivanka tiene 35 años, tres hijos y una empresa de modas. A una semana de la victoria de su padre, él la incluye en las reuniones de máximo nivel.

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. | AFP
Si bien en un principio fue Melania Trump quien acaparó todas las miradas, pronto, y con un giro estratégico, se direccionaron los focos hacia otra mujer: Ivanka Trump, claramente más coherente con los valores y la imagen norteamericanos que se consideró necesario transmitir.

Alta, atractiva, elegante e inteligente, y, sobre todo, lejana a la exuberancia de Melania, quien, amén de ser extranjera, se mantuvo casi muda durante la campaña y cuando habló plagió un discurso de Michelle Obama. Ivanka, con 35 años, ofició de escudo de su temperamental padre y ayudó a cimentar también su imagen. Por esta razón se especula con que el rol de primera dama puede estar disputado en algunos futuros actos protocolares o incluso en campañas que se originen en la Casa Blanca.

El reciente encuentro de su padre con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, el jueves en Nueva York no hizo más que reforzar las especulaciones sobre cuál será su papel en el futuro gabinete de su padre. Fue Ivanka la encargada de darle a la campaña de Trump la mirada femenina que le faltaba y de tamizar sus dichos luego de que lo calificaran de sexista y misógino. Recorrió miles de kilómetros para apoyarlo estando embarazada; lo impulsó desde las redes sociales, e incluso fue quien lo presentó como candidato republicano para la presidencia en la Convención Nacional Republicana de Cleveland, Ohio. El éxito tras sus apariciones hizo que el equipo de Trump la considerara cada vez más como la persona indicada para transmitir el mensaje político del entonces candidato, ya que Ivanka corporiza la síntesis del espíritu femenino norteamericano.

Con la impecable conjunción de empresaria joven y madre de tres hijos, Ivanka apeló especialmente a las votantes femeninas que pudieran estar desencantadas por algunos de los comentarios de su padre sobre las mujeres, uno de los puntos más críticos. Contundente y precisa, le dijo a The Sunday Times Magazine que él siempre fue un defensor del feminismo y que ésa es la razón por la que ella es la mujer que hoy es. Y frases como “las políticas que les permiten a las mujeres con niños prosperar no deberían ser novedosas sino la norma” o “los políticos hablan sobre equiparar salarios pero mi padre hizo de esto una práctica común en su empresa a lo largo de toda su carrera” estuvieron presentes en sus discursos.

Estratega. Ivanka nació en 1981 en Manhattan fruto del matrimonio de Trump con la atleta y modelo checa Ivana. De chica fue a la escuela Chaplin, la misma donde estudió Jackie Kennedy, y luego a Choate Rosemary Hall, en Connecticut, donde estudió John F. Kennedy. Aunque tuvo una breve incursión en el mundo del modelaje, que no le gustó nada, se dedicó a estudiar economía y hoy es vicepresidenta de desarrollo y adquisiciones de las empresas de su padre. Y dicen que no sólo tiene el apoyo que éste nunca le dio a ningún otro familiar sino que también tiene la autoridad necesaria y no le tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones.

Pero Ivanka también forjó sus propios negocios. Tiene una línea de ropa y accesorios para “mujeres que trabajan”, como le gusta decir. Y en el fragor de la campaña aprovechó para publicitar productos de su compañía, algo que mereció algunas críticas. El uso de una pulsera de su colección valuada en 10.800 dólares en la primera entrevista televisada que dio su padre junto a la familia una vez electo se transformó en el eje de la crítica. No por la pulsera, sino porque en el instante en que terminó la transmisión un mail bajo el asunto “alerta de estilo” promocionaba la joya. Y no fue la única vez. En julio, durante la Convención se vistió con ropa de su marca y, acto seguido, en Twitter publicó que el vestido que lució era de su firma y que costaba 138 dólares. Hubo también críticas pero, empresaria al fin, celebró que se agotara el stock del mismo. De todos modos, quedó demostrado que nada de esto afectó su buena imagen.

Familia. Ivanka está casada con Jared Kushner y tiene tres hijos: Arabella (5), Joseph (3) y Teodoro (8 meses). Si bien se crió como presbiteriana, en 2009 se convirtió al judaísmo para casarse. Dicen que es la preferida de su padre, quien declaró en un meeting en Iowa: “Ella es la que ha estado insistiendo en esto duramente: ‘Papá, tenemos que hacer esto’ (pelear por la presidencia). Es muy inteligente, y tiene razón”.  Como si de equilibrar las fuerzas se tratara, Ivanka resulta el contrapunto perfecto para Donald. Elocuente, calma y reflexiva, da una imagen opuesta al fuerte temperamento de su padre. Cuando éste usaba las redes sociales para tirar bombas siendo agresivo, ella medía cada una de sus palabras. En su cuenta de Instagram –donde tiene un millón y medio de seguidores–, Ivanka comparte fotos personales de su familia y frases inspiradoras. Y en comparación con Melania, le lleva por lejos la delantera ya que ésta sólo tiene 12.500 seguidores.

La “preferida” es toda una “influencer”, y si bien se puede pensar que está lejos de tener un cargo político, ella no lo descarta, según le dijo a revista Cosmopolitan: “No lo creo, pero en la vida he aprendido que nunca hay que decir que no; eso limita mucho”.

En los últimos días, Ivanka es la integrante del clan familiar Trump a quien más se vio en la torre donde su padre vive y recibe a su equipo de campaña y a los que posiblemente integren su gabinete. Y en muchos de esos encuentros, Ivanka está al lado de su padre.