En los previos a la celebracion de Año Nuevo se percibe de día como de noche una efervescencia propia del verano. Las mujeres aún no exhiben un tostado exagerado ni tampoco el cansancio de cruzarse casi siempre con los mismos invitados en las fiestas abiertas que cada temporada integra el calendiario de Punta del Este.
Si bien este verano será atípico al respecto y se avecina más breve que, incluso, el del año anterior, hay una celebración que alcanzó categoría de clásico y, según coinciden muchos habitués, es como la “presentación en sociedad” de cada diciembre. Esta es la fiesta de Lacoste que hace ya una década reúne en el restaurante La Huella, en José Ignacio, a famosos que para esa fecha ya se instalan en el balneario uruguayo y aprovechan esta reunión para ponerse al día en muchos sentidos: pasarse datos de otras fiestas, informar si cambiaron de casa o de alojamiento, o de si hay algún nuevo restaurante que conocer. Como dice una invitada con asistencia casi perfecta: no se habla de política, de economía, y muchos menos de literatura o de cine o filosofía, hay demasiado ruido para poder entablar una conversación prolongada.
Lo que sí logra esta reunión es convertir la arena en una gran pasarela porque imbuídas de ese entusiasmo veraniego, la mayoría de las mujeres dedican tiempo a la producción de su vestuario. Incluso aquellas que dicen sin ruborizarse: “Me puse lo primero que encontré”.
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Este año igualmente, hubo algunas mujeres que sorprendieron por su estilo más bien citadino como, por ejemplo, Daniela Urzi, de negro y con botas de caña alta en una noche que no fue siquiera fresca, o Karina Jelinek que fue vestida más para pasearse por el lobby del Conrad que para una celebración a orillas del mar.
