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ultimo adios a un grande

Los restos de Eduardo Falú fueron cremados ayer en la Chacarita

| Télam

“Mi hermano mayor, Alfredo (...) me enseñó los primeros acordes. Yo lo veía tocando y ya sacaba los temas. Para mí siempre fue fácil, no sé por qué. La guitarra es una pequeña orquesta. Un instrumento cuyo mensaje es la expresión más que la velocidad. La transmisión en la mano izquierda y en la derecha la pulsación. Tiene muchas cosas que quizás uno no pueda advertir.” Así relató Eduardo Falú, en 2011, cómo fue su acercamiento al instrumento que lo convertiría, en Argentina, en uno de los pilares de la música folclórica; en el mundo, en un concertista que llevó su arte por escenarios diversos: toda Europa, Estados Unidos Rusia y Japón, donde tuvo mucho éxito.

Este hombre de Salta, tierra de la que con orgullo comentaba habían nacido artistas como Jaime Dávalos, Manuel Castilla y Los Chalchaleros, dejó un repertorio que incluye unas 200 composiciones que realizó en  conjunto con autores como, entre otros, los mencionados coterráneos, además de Buenaventura Luna, Rolando Valladares,  Marta Mendicute, León Benarós, Mario Ponce, Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato, con quien crearon el famoso Romance para la muerte de Juan Lavalle.

Según explicó Marcelo Simón, conductor y estudioso de la música popular argentina, al diario El Tribuno: “Falú es el último prócer de aquella generación creadora del boom del folclore argentino de los 60; no eran historias triviales las que componía, y creo que justamente su profundidad es el mayor legado”.

Ayer, su esposa Aída Nefer Fidélibus, sus dos hijos, Darío y Juan José –con quien también compartieron escenario en Argentina y en el mundo–, amigos músicos y admiradores, lo despidieron con una ceremonia religiosa en la capilla del cementerio de la Chacarita. Por decisión de la familia su cuerpo fue cremado para  depositar sus cenizas en el panteón de Sadaic (Sociedad de Autores y Compositores).