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Objetivo familiar: que las princesas sean 'normales'

A pesar del nuevo estatus real, Máxima y Guillermo intentarán que sus tres hijas continúen con una vida sin exceso de protocolo.

Paraíso. Máxima con sus tres hijas de 9, 7 y 6 en el jardín del castillo que habitan en Wassenaar.
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La monarquía holandesa es conocida por intentar mantenerse cerca del pueblo, y el culto al bajo perfil es una regla que está implícita. La ostentación está mal vista, y hasta es posible ver a sus miembros repitiendo prendas de vestir aun sabiendo que el mundo entero los está viendo. Es que detrás hay un símbolo de austeridad y normalidad. Y es ésa la línea que Máxima quiere seguir manteniendo: ser una familia normal pese a su nuevo estatus monárquico.

Por eso, aunque sabe que no tiene opción, Máxima hubiera preferido no dejar Wassenaar, el apacible pueblo donde vive actualmente la familia. Cuando se convierta en reina consorte va a tener que cumplir lo establecido y mudarse a La Haya. Es que, por tradición, los reyes holandeses viven en el palacio Huis ten Bosch. Se trata de una imponente mansión de tres pisos, con un hall central que posee una cúpula octogonal y dos alas de habitaciones que le dan una extensión de 110 metros, ubicado en la primera capital del país, que desde hace días está alborotada con la coronación. Allí reinan el traqueteo y el papeleo de la transición, y el caos de preparativos junto con la llegada de miles de visitantes.

En cambio, donde actualmente viven, la serenidad y el orden son las constantes. Wassenaar es un pueblo de sólo 25 mil habitantes donde, a diferencia de la capital holandesa, que está vestida de fiesta, allí apenas hay indicios del festejo. Eso sí, Wassenaar es uno de los pueblos más ricos de Holanda. Y por todas esas cualidades Máxima y su marido aman ese lugar; prefieren la paz que inspira para que sus hijas, Amalia, Alexia y Ariane, tengan una vida como la de cualquier otro chico holandés. De hecho, la mayor de las chicas y próxima heredera del trono asiste, como lo hizo su padre, a un colegio público, la Bloemcampschool, en el que es una alumna más. O eso intentan. Y en pos de que las niñas tengan una infancia lo más común posible, existe un código de prensa de la corona que impide que los medios publiquen fotos de la familia real que no sean las permitidas por la propia corona, que difunde unas pocas veces al año.

No obstante, a partir del 30, en La Haya estará su nueva residencia. Y pese a que no es lo que más le gusta, Máxima seguirá el consejo de su suegra, la reina Beatriz. La monarca, que abdicará en favor de su primogénito Guillermo Alejandro, fue coronada en 1980. La joven reina pasó de vivir en su palacio de Drakenstein a La Haya, con el desafío de modernizar y darle credibilidad a la monarquía. Y no se equivocó.

Por ello Máxima confía plenamente en ella, ya que desde un primer momento, allá por 2002, cuando el príncipe las presentó en Italia, hubo una química inigualable que las hizo cómplices y aliadas.