Los más tradicionales podrán criticar sus formas de crianza, pero Tish Cyrus es, ante todo, una madre. Dedicada full time a sus cinco hijos (incluida Miley), ellos son sus mejores amigos, compañeros de aventuras y, claro, semillero de negocios.
Fue ella quien estuvo al lado de Miley desde que empezó con Hannah Montana, fue tambiñen la productora de todas sus películas –La última canción (2010), LOL: Casi 18 (2012) y Peligrosamente infiltrada (2012)–, y quien le sostuvo la mano cuando pateó el tablero, abandonó Disney, y comenzó a descubrirse como artista adulta. La rebeldía adolescente de Miley pasó por alejarse del tierno personaje que la hizo famosa de niña, pero jamás se despegó de su mamá. De hecho salen juntas a bares, discotecas y celebran juntas sus respectivos cumpleaños: fueron 47 velitas para Tish este año.
El apego entre madre e hija quedó demostrado cuando sus padres se separaron por primera vez, en 2010, después de 17 años juntos. Hasta aquel momento, Miley parecía tener adoración por su papá (su ídolo y mentor en la música desde siempre), la estrella de música country Billy Ray Cyrus, a quien Tish conoció siendo su groupie a los 20 años.
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Sin embargo, cuando las aguas se dividieron ella se aferró a su mamá. Según reconoce la misma Miley, más allá de los trajes extravagantes, de los millones que tiene en el banco, de la actitud demoledora que tiene sobre el escenario, en el fondo, es una nena de mamá. De hecho el día que realmente explotó como artista y provocadora profesional en la presentación de los premios MTV de 2013, su madre, Tish, estuvo conteniéndola hasta antes de salir a escena, ayudándola a vestirse y corrigiéndole el maquillaje. Como corresponde. Como una buena madre.
