SOCIEDAD
van solos o en familia

Adiós al amigo: un taller enseña a hacer el duelo de las mascotas

Una escritora y una terapeuta explican técnicas para atravesar la partida de los que llaman "hijos peludos". Les dan herramientas y espacio para compartir experiencias.

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Charla. Los asistentes y las coordinadoras, ayer en Palermo. | Juan Obregón

"Cuando muere nuestro perro o gato nos preguntamos si hicimos las cosas bien. Sabemos que ellos son los mejores amigos del hombre, pero muchas veces nosotros no les correspondemos ese amor. Este taller es para prepararnos mejor ante su partida. Bienvenidos", recibe Valeria Schapira a unas veinte personas en un espacio de Palermo.

Se trata de un encuentro organizado por la periodista y escritora junto a la terapeuta Malena Ibáñez, en el que, además de generar un espacio de contención y confianza a quienes están atravesando sus duelos, les dan herramientas para "afrontar la pérdida de sus 'hijos peludos'", como prefieren llamarlos. La periodista, además, publicó un libro donde comparte su propia experiencia.

Tras el recibimiento, Schapira explica que el taller nació "después de la muerte de mi perro Joy, porque suspendí toda mi vida por la tristeza. Y si el libro me ayudó a mí a sanar, pensé que sería bueno compartir esas herramientas prácticas que aprendí para que otras personas transiten esta etapa lo mejor posible”. Luego, explica a los asistentes que aprenderán a “manejar el tema del sacrificio; conocer la misión espiritual de los perros y los gatos; el reemplazo de nuestro amigo que nos quieren imponer y la incomprensión social de nuestro dolor, que ni siquiera nos permite faltar a nuestros trabajos”, dice. A los pocos minutos, esta mujer es interrumpida por un público ansioso por hablar, compuesto en un 70% por mujeres dueñas de un perro, aunque también hay algunas familias. “Cuando Fede, mi boxer, estaba en el peor estado de un linfoma, la llamé a mi jefa del Hospital Italiano y le pedí faltar unos días al trabajo. Ella accedió, lo sentí como un gesto de amor”, cuenta Carla González (35), que está casada y perdió a su animal hace un mes. “Es una hermosa excepción a la regla tu jefa, porque nuestra sociedad no suele aceptar la muerte de un animal”, le contesta Schapira. “A mí me pasó algo parecido”, interviene Marcia Gallardo (35). “Mi perrita murió el mes pasado por un cáncer fulminante. Pero la tuve que sacrificar y me siento culpable. Todos los días duermo abrazada a un muñeco que la representa”, cuenta, y deja de hablar porque se quiebra en llanto. “No te sientas culpable. Pensá en los buenos años que le diste”, le dice Schapira y le aconseja realizar “el tratamiento del perdón”, que se trata en escribirle una carta donde “se le diga todo lo pendiente y ayuda a sanar”. Esta dinámica se repite durante la primera mitad del taller.

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Recuedos. Sara Ampuero (57), Carlos Torres (59) y Gastón Torres (20) son una familia que la semana anterior enterró a Luna, una perra que fue atropellada por un auto. Ellos cuentan que asisten al taller porque “uno no se da el mismo permiso a ponerse mal por un animal, como sí sucede con las personas”. “Ahora me siento liberado”, asegura el padre.

Del otro lado del salón, Florencia Saglio (21) muestra los dos tatuajes que tiene en honor a Trini, una labradora negra que murió en octubre. “La carita de ella, que tengo en el tobillo, la hice para su cumpleaños de 15, en septiembre”, cuenta la joven que estudia Comunicación Social en la UADE. “Este taller me ayuda a saber que mi perra está presente, que no se fue. La veo en todos lados, incluso en mis sueños”, dice Saglio, que admite “aún no superar el duelo”.

Luego, en la segunda parte del taller interviene Ibáñez, que es terapeuta holística y que busca “despertar poderes para sanar naturalmente”. Este momento es “una clase teórica sobre los tratamientos alternativos que pueden realizarse, pero que nunca deben reemplazar a los veterinarios”, explica. En primer lugar, cuenta que “el reiki transmite energía universal, tanto presencialmente como a distancia”. Además, dice que “las flores de Bach son un remedio sin contraindicaciones y trabajan directamente sobre las emociones”. Por último, Ibáñez cuenta que “los registros akáshicos son una conexión directa con los libros del alma y distintos seres nos envían a modo de mensaje”. De hecho, al finalizar el encuentro, Ibáñez reparte a cada asistente una pequeña planta con una foto de sus mascotas y “el mensaje que le enviaron en este momento de dolor”.

Por último, Schapira e Ibáñez proponen hacer una meditación colectiva para cerrar el taller. Mientras algunos eligen sentarse en el suelo, otros solo cierran los ojos en sus lugares. Allí escuchan una voz en off que les dice: “Recuerda los mejores momentos de tu amigo. Sujeta y abraza esa felicidad. Te van a acompañar. Salúdalo, dile ‘hasta luego’. Pronto se volverán a encontrar”. Las personas sueltan sus últimas lágrimas y le agradecen a Shapiro e Ibáñez por “ayudarlas a sanar”.

Una relación intensa y "casi humana"

Muchas veces el perro genera una relación muy intensa, casi humana. El duelo es hablar con el otro imaginario de adentro. Si la muerte es repentina, y no es posible despedirse, es peor.

Por eso, las muertes inesperadas son realmente difíciles, porque no hubo un diálogo de despedida. Con un perrito que se va enfermando, lo vas acariciando y te mira, entonces hay una despedida. En un accidente no la hay. El duelo es más grave cuando no hubo despedida.

Cuando se pierde esa compañía, queda un vacío. Yo salía a pasear al perro, e iba a ciertos lugares y además uno lo tiene que alimentar. A uno lo sigue, le mueve la cola. Todo eso no lo tengo más y me siento muy solo porque no hay un vínculo. Con un perro puede haber una historia: a algunos solo les falta hablar.

Con los rituales, no desaparecen del todo. El gran tema de la muerte es la desaparición. El duelo, entonces, se justifica, porque a veces en las grandes ciudades hay tanta soledad que muchas veces las mascotas son un vínculo fuerte. En el campo, los vínculos de animales y personas son más fuertes. Pero en la ciudad, a veces están sustituyendo a otras personas.

Alfredo Moffat, Psicólogo y especialista en duelos. Fundador de la Escuela Argentina de Psicología.