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Alternativas a la contaminación con bolsas de súper

Las bolsas de supermercado son prácticas y baratas, pero tienen el inconveniente de afectar mucho al medio ambiente. Cartón, papel, el almidón de la papa y telas, algunas de las opciones.

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| Diario Perfil
Las bolsitas del supermercado son prácticas, livianas y económicas, pero también altamente contaminantes. Por esta razón, su uso indiscriminado se ha convertido en el principal blanco de los ambientalistas.

El plástico del que están hechas es el componente de la basura que más aumentó en los últimos 35 años. En 1972, no representaba un porcentaje significativo (menos del 1%). En cambio, para 2006, un 13,75 % de los residuos fueron plásticos y la mayor parte correspondieron a bolsas de polietileno, según datos de un estudio del Instituto de Ingeniería Sanitaria de la UBA y el CEAMSE.

Se calcula que cada familia argentina descarta cerca de 40 kilos de plástico por año. En el caso de las bolsas, sólo un mínimo porcentaje se recicla. La mayoría termina obstruyendo cloacas, en mares o ríos donde pueden afectar la salud de animales o en basurales donde duran hasta un siglo.

Pero este triste reinado parece estar llegando a su fin. El empleo de derivados de petróleo para fabricarlas, el tiempo que tardan en degradarse y la conciencia ambiental hacen que desde Pekín a San Francisco se estén tomando medidas para combatir su uso indiscriminado.

En consonancia con esta tendencia internacional, en la Argentina avanza un proyecto de ley en la Cámara de Diputados, presentado por el justicialista Raúl Solanas, para obligar a los comercios a reemplazar a las bolsas de polietileno por envases de rápida descomposición natural, como el cartón o el papel. Mendoza y Buenos Aires ya estudian cómo implementar proyectos similares.

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En la actualidad existen alternativas a las bolsas no biodegradables, aunque todas presentan ventajas y desventajas. Las de papel son fácilmente reciclables pero su elaboración significa aumentar el consumo de celulosa.

En España, la empresa Sphere ha diseñado unas bolsas que utilizan almidón de papa o maíz y que sólo tardan 90 días en degradarse. Pero su costo es tres veces mayor que las bolsas tradicionales de plástico y la tecnología para fabricarlas aún no llegó a la Argentina.

También existe una experiencia piloto con telas, impulsada por los vecinos de Puerto Madryn y puesta en marcha a través del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).

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