Una vez pagada la sesión (cada una cuesta inicialmente unos 60 pesos y no excede por lo general los 10 minutos), el paciente de Casa de Vida recibe en sus primeras visitas un texto para ir comprendiendo los alcances y beneficios de la quiropraxia. Luego de leerlo, puede ya acceder a la sala en que será atendido.
Allí, el
chiropractor primero le realizará un
meticuloso chequeo de su columna manualmente y con aparatos especiales que miden
la temperatura, para luego practicarle sobre una cama especial los llamados
ajustes.
Así se denomina a las
breves presiones y manipulaciones que, con sus manos como único elemento, los
doctores en quiropraxia realizan sobre puntos bien específicos del cuello y la espalda, con el
objetivo de eliminar las denominadas
subluxaciones vertebrales de sus pacientes.
Ocurre que, de acuerdo con los postulados de Chiropractic (nombre original de esta
ciencia/filosofía), el cuerpo humano tiene una
inteligencia innata capaz de resolver y superar cualquier dolencia o afección, por
lo que es imprescindible
liberar de obstáculos a ese proceso de curación natural para que un individuo
pueda alcanzar su máximo potencial de salud.
Una de las interferencias que más comúnmente impiden o dificultan esa auto-sanación es el
mal posicionamiento de las vértebras que protegen la médula espinal, por donde la
información necesaria para corregir determinadas anomalías desciende desde el cerebro y parte hacia
todos los órganos del cuerpo mediante el sistema nervioso.
A esa interferencia nerviosa provocada por una mala disposición de los huesos de la columna
se le llama
subluxación vertebral, y eso es lo que los
chiropractors tratan de eliminar o al menos de corregir mediante los
ajustes que realizan con sus manos.
Por eso, en sus conferencias los doctores en Chiropractic aclaran que
no son “sanadores” ni curan “a nadie”, sino que su función
es, simplemente, “ayudar a que el orden natural del cuerpo humano se restablezca mediante la
detección y eliminación de interferencias que le impiden manifestarse correctamente”, con el
objetivo de que “el paciente se cure a sí mismo”.
Eso hace que uno de los pilares de la quiropraxia sea también brindar información que permita
advertir y corregir otros factores que interfieren con esa capacidad de curación que el propio
cuerpo encierra. Por ejemplo, el tabaquismo, la falta de ejercicio, el estrés, la contaminación
ambiental y
los químicos presentes en la gran mayoría de los alimentos procesados.
De allí que los
chiropractors promuevan vivir en armonía con las leyes de la naturaleza no sólo mediante
los mencionados
ajustes, sino también a través de una alimentación sana, ejercicios y hábitos que no
contradigan ese
orden natural del que habla esta filosofía. ¿Se lo tomará en serio realmente
Martín Loustau?
(*): Redactor de Perfil.com.