SOCIEDAD
esperan superar el millon de visitantes

Con clubes de fútbol y grafiteros, la Feria del Libro se diversifica para hacer frente a la crisis

La industria editorial ve con buenos ojos que, entre los 1.500 stands, haya una réplica de la Bombonera, una cancha con césped, una Zona Futuro y más booktubers. “Todo vale para que la gente compre”, dicen.

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Xeneixe. El stand de Boca llega por primera vez. Busca reclutar socios. | Gza. fundacion el libro

Este año, como desde hace 43, los números abruman: se esperan más de un millón de visitantes, hay cien visitas internacionales –entre ellas, dos premios Nobel– y mil stands repartidos en 45 mil m2. Pero la edición 2017 de la Feria Internacional del Libro (FIL), que abrió el jueves sus puertas, hace frente a la crisis de una industria que el año pasado vendió un 25% menos que el anterior y busca maneras de diversificarse para mantener el interés del público pero, sobre todo, para impulsar esas ventas.

Así, sorprende la presencia de más instituciones que parecen ajenas a la vida editorial –es la primera vez que habrá cuatro clubes de fútbol, incluyendo a River y Boca, que van con stands alegóricos, más Newells Old Boys, el primero del interior; y el clásico Huracán, que cumple diez años ininterrumpidos en la FIL–, hay más metros para la Zona Futuro –donde conviven grafiteros, artistas de hip hop e ilustradores, entre otros exponentes de la cultura urbana– y una mayor presencia del Encuentro Nacional de Booktubers, el único en su tipo de habla hispana y que potencia todo el sector de literatura juvenil, uno de los pocos nichos que da ganancia según los voceros de la industria editorial.

Para Claudia Piñeiro, que el lunes presenta su nueva novela Las maldiciones, “si sirven para promocionar libros, cumplen un cometido. Pueden ser libros de fútbol o del club, pero son libros. Hay que pensar la Feria como una ‘guerra de guerrillas’ que permite contactarte con el libro de una manera diferente”. Desde las editoriales grandes hasta los editores independientes, todos ven con ojos auspiciosos que la industria del libro ataque en lugar de quedarse en un momento de caída o, al decir de Oche Califa, director de la FIL, “debe ser porque la industria está en un momento de ofensiva no porque esté fuerte sino al revés”.

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Según explica Califa, las reglas son más inclusivas, pero claras: los expositores comerciales no pueden tener un 10% de objetos a la venta que no sean libros. Y para los institucionales, la exigencia es que expongan la actividad cultural que desarrollen. Por caso, el Ministerio de Defensa –que va con un stand por primera vez– mostrará “sus universidades militares y publicaciones”, detalla. “Esta feria no se abre a convertirse en una feria de cualquier cosa. Es de libros, punto. Quienes están cerca del libro, se incorporan. No pondremos jamás a una empresa automotriz a exhibir un auto, aunque nos ofrezca un millón de dólares”, enfatiza. “Podríamos avanzar sobre lo otro porque generamos un millón de personas, cortes etarios y sociales distintos, em 19 días; muchos quieren venir pero no vamos a ceder. Hay 400 editoriales, 390 son pymes”, agrega.

Miradas. El escritor Martín Kohan dice que “siempre hubo en la feria stands ajenos a la literatura o incluso ajenos a los libros. Tampoco es novedad que la atracción de buena parte del público gire en torno de figuras conocidas de los medios de comunicación de masas, por lo que la presencia de stands ligados a clubes de fútbol no viene a dañar ninguna esfera sacra de la alta cultura. Me parece un ejemplo de convivencia que haya stands de equipos que han descendido junto al stand del único equipo argentino que nunca descendió”, ironiza.

Los stands cooperativos –como el Frente Latinoamericano de Editores, que reúne a distintos países de la región y es la primera vez que está– “pagaron igual que los demás. Los únicos stands cedidos son los del Nuevo Barrio. En noviembre pasado teníamos más reservas que el año anterior”, dice Califa.

Con respecto al momento crítico que atraviesa el sector, el director de la FIL puntualiza que “hubo una caída en las ventas del 25%, lo que afecta especialmente a las pequeñas y medianas editoriales”.