SOCIEDAD
ESPECIALISTAS ADVIERTEN RIESGOS

El 70% de las viviendas de la Villa 31 ya son edificios de varios pisos

Por su ubicación, el asentamiento porteño crece hacia arriba. Se construyen habitaciones para alquilar y no se controla el ingreso de materiales.

Construcciones altas en la Villa 31.
| Juan Obregón

La Villa 31 no para de crecer hacia arriba, al punto que hoy casi el 70% del lugar tiene casas en altura. De dos, tres, cuatro y hasta seis pisos, a los costados de la Autopista Illia las casas ya la superan en altura y contrastan con los edificios que tienen detrás, en el ingreso a la Ciudad.  

Entre los motivos de este crecimiento, los especialistas señalan, primero, la falta de espacio, ya que por su densidad ya no tiene donde crecer hacia los bordes. En segundo lugar, entra un proceso especulativo que hace que se construyan habitaciones para alquilar, por lo que en las fachadas de las viviendas se ven escaleras caracol que marcan los ingresos a cada piso. Su ubicación estratégica en cercanía al centro hace que la demanda para alquilar allí crezca cada vez más, a precios que llegan hasta los $ 2.500 por una habitación.

“Existen muchas usurpaciones en altura, esto es porque bandas o grupos de poder construyen arriba de una casa que no es de ellos y sin ningún tipo de autorización. La mayoría se utilizan para inquilinatos, generando el negocio de unos pocos. Es el contraste dentro del contraste”, dice Gonzalo Mórtola, coordinador del programa de mejoras en la villa. Según pudo averiguar PERFIL, una habitación terminada en un tercer piso, de poco más de seis metros cuadrados con un pequeño baño se vende a unos $ 250 mil.

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En ese contexto, el arquitecto, urbanista y director del CELS Eduardo Reese remarca que las condiciones de alquiler son “durísimas”. “Algunos no alquilan a gente con chicos, o a lo sumo con uno solo. Y si la mujer queda embarazada, por lo general se tiene que ir. Tampoco se pueden tener mascotas ni decir en el Censo que se alquila la vivienda”, explica.

Si bien las construcciones en altura se ven más en el sector de la Villa 31, apenas se pasa el peaje de la Illia, mano hacia el centro, aparecen casas de dos o tres pisos en la 31 Bis. También se ven pilares, alambres de acero y material sobre las losas que se enciman una sobre otra hasta formar “edificios”. Pese a la prohibición de ingresar materiales a la villa, quienes viven allí se las ingenian. Por lo general lo hacen de noche, en fletes o pequeños carros. “Entran materiales porque fallan los controles o, mejor dicho, nadie controla”, dice César Sanabria, estudiante de arquitectura que vive en la villa.

Peligros. “La construcción en altura implica un enorme riesgo: el peligro de colapso está latente”, dice Enrique García Espil, arquitecto y profesor universitario, y ex presidente de la Sociedad Central de Arquitectos. Y enumera entre los motivos que “no se hicieron estudios del suelo de la zona, que es muy malo para construir en altura, ni cálculos de materiales”.

“El mayor riesgo está en la posibilidad de accidentes con el tránsito en espacio público.  Si se camina por la calle principal de la 31 Bis, se asoman balcones, escaleras, marquesinas metálicas que se insertan en estructuras de hormigón”, dice por su parte Guillermo Tella, arquitecto y doctor en urbanismo. La cercanía con la autopista supone otro peligro tanto para vecinos como para los automovilistas. “Cualquier despiste puede generar un desastre. Esos corredores de alta velocidad deberían tener un margen de contención para absorber estos imprevistos”, agrega Tella.

Como en Caracas y Río

En las favelas de Río de Janeiro, Brasil, también se ven construcciones en altura. Rocinha y Complexo do Alemão son dos ejemplos en los que, por su densidad, las casas fueron ganando espacio para arriba.  
Tanto allí como en ciudades como Caracas, Venezuela, tiene que ver con la topografía, ya que crecieron mucho en lugares no habitados por la ciudad formal, como son los cerros que se fueron tomando, explica el arquitecto e investigador en temas urbanos Andrés Borthagaray.
En algunas favelas se usó el ejemplo de Medellín y se construyeron metrocables, para facilitar el acceso de sus habitantes. “Lo importante es hacer que la ciudad llegue a estos lugares”, dice Borthagaray, y agrega que, a diferencia de lo que pasa en Buenos Aires, la geografía del lugar hace que en ciudades como Caracas, por ejemplo, el porcentaje de ciudad “informal” sea más alto que el de la formal, por la dificultad que supone el acceso a los asentamientos.