Para sentirse
tranquila, la clase media alta gasta
3.480 pesos por mes en seguridad. El fenómeno de la percepción social de la
inseguridad generó una
nueva industria.
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Cedoc
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Salgo, pero no sé si vuelvo. Vivo, pero muy angustiado. Ando, pero con mucho miedo. Miedo a que
me roben. Miedo a que me maten". La sensación de amenaza es constante para los habitantes de
Buenos Aires y el Conurbano, que poco a poco comienzan a asemejarse a los sitios más inseguros y
violentos de América latina. Con el aumento de los índices del delito, la
clase media y media alta se vio forzada a cambiar sus hábitos. Como primera
medida, se extreman los
recuados preventivos: se contrata seguridad privada, se instalan alarmas, puertas
de acero, circuitos cerrados y demás dispositivos. La inversión, si también se decide blindar el
auto, supera los
$ 36.000.
El costo no sólo se siente en el bolsillo, sino también en el cuerpo y la cabeza. Porque
vivir paranoico sale caro. Y reducir los niveles de riesgo, más aun. “Antes,
la gente iba a buscar a sus hijos a casa de sus amigos y los traía en colectivo. Hoy vuelven en
remise o les mandan radiotaxi. Si calculamos que el viaje en taxi promedio ronda los 20 pesos y a
eso lo multiplicamos por tres veces por semana, ya tenemos un costo de base importante”,
explica Paola Spátola, especialista en temas de seguridad.
Los vehículos ya no quedan en la calle. Quienes no tienen cochera deben pagar un garage para
evitar la
extracción de ruedas, rotura de vidrios o robo de stereos. Los chicos tampoco
llegan solos a la escuela. En muchos casos, los padres que trabajan buscan alguna alternativa para
estar tranquilos: “Lo más seguro para ir y volver al colegio es el transporte escolar. Porque
van todos juntos y en general, los choferes trabajan con la institución desde hace años”,
agrega Spátola. De todos modos, ella insiste: “Hay cosas que superan las precauciones. Si te
quieren matar, te matan”.
