De repente, a eso de las 20, la lluvia no paraba y cuando vimos tanta agua en las calles comenzamos a preocuparnos. Primero sacábamos el agua con escurridores, creyendo que eso alcanzaría. Pero de golpe tuvimos 30 centímetros de agua adentro de nuestras casas.
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En ese momento, los que tenemos casas de dos plantas ya comenzamos a subir algunas cosas. Pero no tuvimos demasiado tiempo: en pocos minutos ya había un metro de agua adentro. Sillones, muebles, heladera, lavarropa. Todo flotando.
Pero quienes peor la llevaban eran los vecinos que tenían casas de un piso. Ellos perdieron todo en minutos. Pero en ese momento lo material no interesaba.
Inmediatamente, con un metro y medio de agua en la calle, los vecinos comenzaron a ayudarse unos a otros. Muchos se refugiaron en las casas de dos plantas. Mientras tanto, llamabamos a todos los teléfonos que oficialmente ya estaban habilitando, pero ninguno nos contestaba.
"Tota" es una vecina de 80 años. Vive enfrente de casa. Y su vivienda es de un piso. Al principio creyó que el agua dejaría de subir y desde arriba de la mesa nos decía que no dejaría su casa. Pedimos ayuda para que la vengan a sacar, pero nadie nos respondió.
Bajo el agua la logramos sacar de su casa y llevarla a una vivienda de dos pisos. Había pasado ya cuatro horas en el agua, estaba descompuesta. Gracias a sus vecinos, se salvó.
El Estado debería haber estado en la madrugada trágica, cuando murieron 51 personas. Tienen suerte los funcionarios de tener vecinos solidarios que arriesgaron su vida y salvaron a muchos. Ellos dejaron morir al resto.
(*) Periodista del diario PERFIL, especial para Perfil.com.
