El secreto se derrumbó después del corte. Su glamoroso tío, Roberto Piazza, dejó de lado el
éxito y las lentejuelas en la mesa de Mirtha Legrand y contó, frente a cámara, la más opaca de sus
tristezas: el abuso sexual al que lo habría sometido durante doce años su hermano mayor, Ricardo.
En Santa Fe, la ex esposa de Ricardo miraba el programa. "¿Vos le creés?", le preguntó a su hijo,
Ramiro Pezzone, de 24 años, sobrino del diseñador. Hubo un silencio. Y recordó el día en que, según
él,
a los ocho años, su padre lo había llevado a un hotel alojamiento escondido, debajo del
asiento de su auto. O cuando
le había hecho mirar una película pornográfica mientras le lamía las piernas. O
cuando se transformaba en una serpiente deslizándose dentro de su cama.
–Sí, le creo todo–, contestó Ramiro con sequedad.
–¿Por qué?–, quiso saber su madre Ana.
–Porque de Ricardo se puede esperar cualquier cosa.
La conversación terminó ahí, aunque dos meses después –a principios de este año–
el gran silencio familiar se rompió para siempre. Y todo se precipitó. El reencuentro con su tío
famoso, luego de que el modisto revelara su calvario sexual en el libro
Corte y confesión y, sin saberlo, abriera una caja de Pandora. Los chats con Piazza en los
que Ramiro pudo confesar, por primera vez, que había sido martirizado por el mismo hombre. El gesto
desesperado de su madre, pidiéndole perdón de rodillas. La denuncia por abuso sexual contra su
padre que terminó en su encarcelamiento.
Ahora Ricardo es un hombre sexagenario, a quien Ramiro ya no reconoce como parte de su
familia. Y a quién, varias veces, durante los siete años que duró esta supuesta violencia sexual
(de los 7 a los 14), sintió el impulso de matar mientras dormía. Dice que le faltaron agallas para
hacerlo. Pero no para gritar su historia.
- ¿Cómo era la relación familiar?
- Siempre hubo tensión. No fuimos una familia como Ricardo quería mostrar: feliz, unida. Él
era muy dominante.
- ¿Era violento?
- Sí. Conmigo siempre tuvo el peor de los tratos. Mi hermano, que ahora tiene 18, era su
preferido. Y con el más chico de 11, era indiferente. De mi mamá se separó en julio del año pasado,
la relación también fue mala. Él trabajaba de programador de computadoras, aunque en realidad lo
mantenía mi madre que vendía cosméticos. Ricardo siempre se sacaba por boludeces. Si se la agarraba
conmigo, salía mi mamá a cubrirme y la ligaba ella.
La nota completa en la última edición de la Revista Noticias .