SOCIEDAD
la comunidad gala copo el microcrentro

En bares franceses de la Ciudad, el partido fue entre turistas y locales

A unas pocas cuadras del Obelisco, el bar Le Merval –que funciona siempre de noche– abrió ayer sus puertas a las 10: más de 200 visitantes e inmigrantes franceses se juntaron allí para vivir, según uno de sus dueños, “una pasión fogoneada por la condición de visitante”.

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Felices. Galos que viven en Buenos Aires festejan el pase a cuartos. | Obregon

A unas pocas cuadras del Obelisco, el bar Le Merval –que funciona siempre de noche– abrió ayer sus puertas a las 10: más de 200 visitantes e inmigrantes franceses se juntaron allí para vivir, según uno de sus dueños, “una pasión fogoneada por la condición de visitante”. Pero no fueron los únicos: según datos de la embajada gala, en el país hay casi 20 mil franceses y la mayoría viven en la Ciudad. Por lo que otros espacios, como Le Troquet de Henry, un bar en Almagro; y el restaurante de la Alianza Francesa sirvieron de epicentro para que compartan el encuentro con una minoría de locales. El partido se vivió con tensión pero ellos –los “azules”– se fueron felices.

En acción. La mayor concentración la tuvo Le Merval. Desde temprano, los galos comenzaron a llegar con banderas y camisetas, mientras la barra llenaba vasos de cerveza que se repartían entre el salón interior y la calle. Más tarde, cuando los cinco televisores transmitían el momento de los himnos, todos se pararon a cantar La Marsellesa.

“Para nosotros, el Mundial es un momento para compartir con amigos buena comida, como pizza o asado”, contó Iván Chaix, un joven francés de 27 años que está en el país hace diez meses porque quiere trabajar en turismo. “Los franceses también estamos locos por el fútbol, como los argentinos”.

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Durante los 90 minutos de partido cada quite a Messi se festejó como un gol. Después le seguía el cántico “allons les bleues” (vamos los azules), que se repetiría en cada jugada como un grito de guerra. Pero también tuvieron su respuesta de un grupo de argentinas que fueron a ver el partido, sin saber que se trataba de un bar francés; e incluso se gritaron los goles entre sí. “Está bueno que podamos convivir, porque el fútbol es un juego. Es divertido ver su cultura y cómo festejan”, aseguró Fernanda Pandolfino, que estaba con tres amigas. “Nosotros queríamos dos hinchadas y que se gritara para los dos equipos”, dijo el propietario, Emiliano Geremia, aunque también les advirtió a los franceses que evitaran las provocaciones excesivas.

Camille Chokuel llegó hace diez días de Francia para conocer el país y en este poco tiempo ya está “emocionada” por el parecido que hay entre franceses y argentinos. Ella volverá a Le Merval el viernes, cuando su equipo se enfrente a Uruguay.