SOCIEDAD
Historias de vida

En silla de ruedas por la nieve, el sueño de la madre de un nene con parálisis

Valeria Gasa adaptó una bicicleta para poder competir en maratones con su hijo adoptivo, que tiene discapacidad física e intelectual. Ahora viajará a Neuquén para alcanzar una nueva meta. Su lucha y ejemplo.

bici-inclusiva-03222018-01
Valeria y Ezequiel han participado en más de 40 carreras | Gentileza Valeria Gasa

Cuando Valeria Gasa circula con el pequeño Ezequiel por las calles de Salto, en la provincia de Buenos Aires, despierta la intriga de los transeúntes. Y es que resulta llamativo verla desplazarse en la ‘bici inclusiva’, que consiste en una bicicleta adaptada para poder llevar una silla de ruedas. Dicha creación fue inspirada por Ignacio Muñoz, un padre ecuatoriano que ideó esa forma de transporte para trasladar a sus hijos con parálisis cerebral. 

“Hace dos años trabajaba para un programa de radio y encontré la historia de Ignacio en Facebook. Su fuerza nos inspiró para crear una bici acá, nos dio una mano. Y así la pudimos hacer”, comenta con mucha emoción. A partir de ahí decidió inscribirse en maratones para lograr dos objetivos: motivar a otros para que rompan barreras y fomentar la inclusión de su hijo.

“El contacto con maratonistas, corredores y demás gracias a la bici, resulta bárbaro y fabuloso porque Ezequiel está mucho más cerca de la gente”, sostiene. Y es por eso que en un año y dos meses ya han participado en más de 40 carreras. 

 

 

Cuando son competencias en montaña no emplean la bicicleta, sino un carrito, que consiste en una silla de ruedas con dos soportes. Esto permite que se pueda llevar a una persona con discapacidad de manera conjunta, entre dos individuos: uno va adelante y otro atrás. “A Ezequiel le gusta el movimiento del carrito, le gusta la aventura y la velocidad. Hay más personas que ayudan. No soy solo yo. En el carrito vamos de a dos o tres”, explica. 

La adopción de Ezequiel 

La historia de Valeria y Ezequiel se remonta al año 2010, cuando ella era asistente terapéutica en el Hogar del Niño de Salto. Allí fue contratada para ser la acompañante de un nene que tenía parálisis cerebral, retraso madurativo severo y microcefalia.

Lo que comenzó como un vínculo laboral se transformó en un nexo emocional muy fuerte. “Me di cuenta que le estaba dedicando más tiempo de lo que mi ética profesional me permitía. Pasaba Navidad con él, los fines de semana lo iba a buscar y me lo llevaba al parque”, detalla. Fue entonces que comenzó a pensar en adoptarlo.  

“Como su familia no podía hacerse cargo de él, fui a ofrecerle al juez una mejor calidad de vida para Ezequiel. Desde hace tres años y medio ya vive conmigo”, revela emocionada. Para ello tuvo que adecuar su casa y a pesar del rechazo inicial de amigos y familia, estaba decidida en convertirse en su madre. 

El sueño de conocer la nieve 

Los retos que han superado madre e hijo se convirtieron en el entrenamiento ideal para buscar alcanzar un sueño mayor: formar parte de una maratón en la nieve. Aunque para muchos podría parecer algo imposible de concretar, Valeria quiere demostrar que con determinación se puede lograr todo lo que se propone. 

¿Pero cómo podrán circular por la nieve? La psicopedagoga de 29 años lo explica: “Lo haremos con un carrito en el que irá la silla de ruedas y le adaptaremos unos elementos para que funcione como un esquí.  Ya incluso tenemos a una persona que se ofreció a correr la carrera con nosotros”. 

 

Se refiere al Copahue Extremo, una competencia de 10K y 20K que se desarrolla en septiembre en la nieve, en la provincia de Neuquén. Ese es su próximo destino. Poder concretar ese objetivo no fue fácil. Por falta de recursos para emprender el viaje, Valeria impulsó una campaña solidaria en la que se propuso reunir los 20 mil pesos necesarios para poder ir. Jamás se imaginó que en pocas semanas lograría alcanzar esa cifra gracias al financiamiento colectivo. 

“Ezequiel no conoce la nieve. Es un nuevo camino que también se puede abrir para que los nenes puedan a través del deporte conocer la nieve, está bueno”, comenta. Ahora, madre e hijo se entrenan para poder responder a las exigencias físicas que demanda dicha carrera. 

Valeria confiesa que en algunas competencias ha querido desistir, pero no lo hace: “Llega un momento en que vos decís ‘no puedo más’, pero lo veo a Ezequiel, veo su carita sonriente y digo ‘no, tengo que llegar por él’, y entonces sigo, sigo hasta la meta, no hemos abandonado ningún torneo, llegamos últimos, pero llegamos”. 

Su tenacidad y amor incondicional por su hijo hacen que su historia de vida se transforme en una inspiración para otros. “No lo hago solo por Ezequiel o por mí, yo quiero despertar a otras personas con discapacidad para que salgan a la calle, para que busquen superar barreras”, concluye.