SOCIEDAD
personas en tratamiento de fertilizacion

“Estamos angustiados por el cambio del Código Civil”

Dicen que la reforma presentada esta semana es un retroceso, después de la ley de fertilidad. Y temen por el destino de los embriones congelados.

En la plaza. El foco del enojo es el artículo 19 que establece que la vida empieza desde la etapa embrionaria. Detrás, la iglesia de Guadalupe.
| Aballay

“La verdad que para hacer esto hubieran dejado el Código Civil de (Dalmacio) Vélez Sarsfield”, dice Gisela de Antón, coordinadora ejecutiva de Concebir. “Esto” son las modificaciones realizadas por el Congreso durante la semana pasada al proyecto de reforma y unificación preparado por los ministros de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti y Elena Highton de Nolasco, junto con Aída Kemelmajer de Carlucci (ex ministra de la Corte Suprema mendocina).

Los cambios motorizados por el mayoritario Frente para la Victoria son un retroceso de lo que era un nuevo Código moderno y progresista. Al menos, de eso se quejan las distintas asociaciones de personas que estuvieron o están en tratamientos de fertilidad, como las que hablaron con PERFIL. Además del hecho de que en especial el nuevo artículo 19 entra en flagrante contradicción con dos de las leyes más festejadas de la década kirchnerista: la ley de fertilización y la ley de matrimonio igualitario. En el primer caso porque marca que la vida empieza con el embrión. En el segundo porque no contempla la subrogación de vientres, ergo: homosexuales, casados sí, pero sin hijos.

¿Qué va a pasar con los miles de embriones que hoy están congelados en los distintos bancos? Nadie lo sabe y es casi seguro que de aprobarse finalmente durante 2014 se iniciará un nuevo camino de judicialización. Lo que repercute en las personas que, además del trajín físico y psicológico que suponen los tratamientos, deberán ponerse en manos de jueces y camaristas.

Un ejemplo: el caso de Gisela Martínez y Francisco Guzmán. Ellos tuvieron a Gonzalo hace 16 meses a través del método Icsi. Y dejaron tres embriones congelados. “No sabemos qué hacer ahora. Si queremos darle un hermano a Gonzalo, ¿tenemos que implantarnos los tres? Si no, ¿corremos el riesgo de que un juez o por la calle nos digan asesinos?”, dice Gisela, que en su momento, antes de ser madre, se atrevió a la posibilidad de un embarazo múltiple pero ahora sabe que con su contextura podría ocasionarle problemas de salud que ya no está dispuesta a correr. “Todos estamos muy angustiados por la situación, hay mucha incertidumbre”, resume De Antón.

En el grupo entrevistado no hay un especial anticlericalismo; es más, se reconocen católicos pero reafirman la libertad de culto para el país y la necesidad de separar esferas, lo que es de la religión por un lado, lo que es de la sociedad civil por el otro. Irónicamente, le piden a Dios para que se cambie el proyecto. Por eso prefieren no especular sobre las razones eclesiásticas que promovieron el cambio y enfocan su enojo en el Frente para la Victoria, “que nunca legisló pensando en la opinión de la Iglesia”, menciona Silvina Agüero, de Madres solteras por elección.
Justamente Agüero se queja de que ese artículo 19 es un gran paso atrás para quienes como ella quieren ser madres solas. “La ley de fertilización me beneficiaba, y tenía todo cubierto pese a una reglamentación dudosa y a la reticencia de las obras sociales y prepagas. Pero ahora con el Código nuevo, a mis 43 años no voy a poder hacer nada, me quedo sin opción después de tres tratamientos de inseminación sin éxito y varios años de intentos”.

Por su parte, Gisela de Antón y Claudio Bernat tienen un embrión congelado, que posiblemente el año que viene le transfieran a ella. “Llevo siete años con esto y me pregunto cuánto tiempo más hay que luchar”, dice Gisela, a sus 41 años. Bernat se lamenta de las idas y vueltas de una ley de fertilización que los dejó contentos y en menos de seis meses, un cambio rotundo: “Quizás no tomaron en su momento conciencia de lo que aprobaron y ahora aprovecharon para cambiar y quedar bien con la Iglesia”, especula.
Los centros especializados calculan que hay unos 15 mil embriones criopreservados; muchos se preguntan si con el nuevo Código –dado que son personas– obligatoriamente deberán colocarse. “El Código nuevo no contempla qué se hace con los que quedan. Llegar al embrión es importante para la pareja, pero debe ser potestad de cada uno decidir qué hacer, con el debido consejo médico”, dice Francisco Guzmán.

A su lado Gisela Martínez va incluso más lejos: “Es nuestro embrión, nuestra célula, nuestra plata, ¿por qué van a decidir otros por nosotros?”. Mientras tanto, y hasta que se apruebe el nuevo-viejo Código en  2014, muchas parejas apuran los tratamientos, ante lo que estiman un mal escenario. Por lo pronto, hasta marzo seguirá rigiendo Vélez Sarsfield.

 

Cuando no hay alternativa a la criopreservación

“Yo soy una mujer que hace cinco años está en tratamiento. La gran parte fue por fuera de la ley de fertilidad, primero me endeudé, después me fundí y saqué créditos para hacer la fertilización. Vi con gran agrado la ley de fertilidad asistida. Fue una muy buena noticia. Uno deja todo pendiente, proyectos, para tener una familia”, dice María Villarreal, posible afectada por la reforma del Código Civil, desde Ushuaia, donde reside.

“Por mi caso clínico necesito criopreservar sí o sí embriones. Mi útero responde en mejor situación cuando no tuvo estimulación. Entonces primero necesito tener embriones, y después implantarlos. La preocupación de la modificación del artículo 19 es que no permitiría la criopreservación. Ideológicamente es un retroceso enorme, en materia de pensamiento. Es perverso sacar una ley de fertilización donde decían que venían a pagar una deuda social, con una mirada inclusiva. Es evidente que hay una ignorancia total y absoluta o lo que es peor un viraje ideológico profundo del Gobierno. También el retroceso en materia de fertilización incide en forma desfavorable para la subrogación de vientres, ni lo debatieron, lo dejaron a un lado”, concluyó. Además señala que al no avalarse la subrogación de vientres se les impide la opción a los que no son ricos y no pueden ir a Estados Unidos o la India a hacerlo.