SOCIEDAD
entrevista a andres ascaini

Habla desde la cárcel el narco vinculado a un ex jefe policial

Hace dos años que está detenido. Dice que es víctima de una causa armada contra Hugo Tognoli, ex jefe de la Policía de Santa Fe –ahora preso– y que la fuerza está podrida.

Retratos. Ascaíni, en su celda de la penitenciaría de Devoto, donde inició una huelga de hambre.
| Cedoc Perfil

“No les pido la libertad, sino que lean la causa”. Con esa única pretensión, Andrés Ascaíni (39) comenzó una huelga de hambre en el penal de Devoto. Se trata del presunto narcotraficante al que habría prestado protección Hugo Tognoli, ex jefe de la Policía de Santa Fe, según se desprende de la investigación del juez federal Carlos Vera Barros. A dos años de su detención, Ascaíni denuncia que es víctima de “una causa armada para perjudicar a Tognoli”. “Me pidieron que declare en su contra para mandarlo preso. Si lo hubiera hecho, hoy yo estaría libre”, dice desde la cárcel.

El ex jefe, alojado en la cárcel de Las Flores, fue detenido luego de conocerse que una de sus claves fue utilizada para consultar el Registro Automotor a pedido de Ascaíni, un supuesto narco de la localidad santafesina de Villa Cañás. El vehículo pertenecía a la flota de la Policía de Seguridad Aeroportuaria que investigaba al presunto protegido.

El 25 de noviembre de 2009, el teléfono sonó en la comisaría de Villa Cañás. Atendió el cabo Carlos Quintana. “Denuncié que una camioneta me estaba siguiendo. Me asusté y tomé la patente. La pasé, pero nunca me enteré de qué pasó con eso”, explica Ascaíni. Fue Néstor Fernández, subcomisarío de la Dirección de Control y Prevención de las Adicciones comandada por Tognoli, quien realizó la consulta al registro. Para el juez Vera Barros, esa llamada frustró la investigación de la PSA.

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El rápido crecimiento económico de Ascaíni llamó la atención de los investigadores. “Tengo camiones y estamos inscriptos en la AFIP. El único delito que pude haber cometido es no haber pagado impuestos”, argumenta.

Otra prueba que vincula a Tognoli y a Ascaíni es un mensaje de texto entre otro policía y la dueña de un presunto prostíbulo. Se trata de Oscar Ledesma y Nilda Luques. El primero le indica que el jefe de Drogas había acordado el pago de 30 mil pesos con Ascaíni. “Son especulaciones sobre dichos de dos personas acusadas por trata de personas. Yo no conozco a Tognoli”, asegura Ascaíni, que admite que los abogados de ambos están en contacto.

 Ascaíni fue detenido el 8 de mayo de 2012, pero por otra causa: el por entonces subcomisario Alejandro Druetta, jefe de la Brigada Antidrogas de la Unidad Regional VIII, dijo que personal de esa dependencia se topó con el Audi A4 de Ascaíni en el cruce de las rutas 90 y 94 cuando realizaban un patrullaje y, en el interior del auto, hallaron 1.160 kilos de “una sustancia blanca” y un arma. “Me estaban esperando para ‘embagayarme’ (sic). La droga tenía 48 gramos de cocaína y el resto era azúcar y analgésico, no sirve para consumo. Comencé a denunciar a la Policía y amenazaron a mi esposa –Carina Leguizamón– diciendo que, si yo no me callaba la boca, la iban a embagayar”.

Leguizamón fue detenida el 5 de abril de 2013. En su casa, la Policía encontró dos kilos de cocaína debajo de una cama. “Un testigo contó que vio cómo uno de los policías metía un paquete dentro de su campera y entraba a la casa. Luego de haber cumplido con su amenaza, estando yo detenido en la subdelegación de la Policía Federal de Venado Tuerto, se apersona el subcomisario Romero junto a dos personas que se identifican como Policía de Seguridad Aeroportuaria. Allí me ofrecen que si me hacía cargo de la causa y lo culpo al señor Tognoli, ellos a cambio le concederían la libertad a mi esposa y que, de lo contrario, la mandarían a Ezeiza, donde la estaban esperando para matarla”, denuncia Ascaíni en un habeas corpus enviado al juez Marcelo Bailaque.

“Soy un preso político. La policía de Santa Fe está toda podrida y la Justicia la encubre. Tognoli está preso de ‘onda’, quizás alguien quería su puesto o voltear al gobierno de Santa Fe. Hace veinte años que vivo en la misma casa y mis hijos van a una escuela pública, pero cuando estás de este lado pasas a ser un delincuente y nadie te cree. Lo más peligroso es que esto le puede pasar a cualquiera”