SOCIEDAD

Lanata: "En algún momento voy a dejar de fumar, sé que hace mal"

El periodista habló de todo con Magdalena Ruiz Guiñazú. Su opinión del caso Ciccone, el periodismo militante y la expropiación de YPF. Fotos.

Jorge Lanata junto a Magdalena Ruiz Guiñazú.
| CEDOC

Jorge Lanata vive en la zona de Retiro en un sólido edificio de columnas dóricas en el que, desde 1927, numerosas familias tradicionales dejaron amores, penas y recuerdos. Termina la tarde del jueves y en un comedor poblado de libros y vitrinas con una colección de relojes de arena reanudamos esa típica conversación de periodistas que no tiene habitualmente ni principio ni fin.

—Bueno, fijate que éste es un momento raro para nosotros los periodistas… –reflexiona Jorge–, están pasando varias cosas. Por un lado, hay una división. Hay un lenguaje desde el poder que estimula esa división y yo creo que no se vivía algo así en la Argentina desde el año 50, y pienso que esto va a quedar aun cuando el Gobierno se vaya. Y la verdad es que me parece una lástima porque esa división va a mantenerse durante años como un resabio cultural. Va a ser difícil sacárselo de encima. En general, no es un buen momento para la profesión. Y esto por muchas razones: por motivos de la propia profesión en cuanto al bajón profesional que se advierte. No se está laburando bien. Y también porque es un momento de mucha confusión desde el punto de vista profesional. Por esa cosa (para mí equivocada) del periodismo “militante” que nos aleja de lo que el periodismo realmente es. Te digo más, yo soy de los que cree que un periodista ni siquiera debe estar afiliado a un partido político. O sea que no solamente hay que ser sino también parecer… Hay cosas en las que no podemos trabajar. Por ejemplo, prensa. Y lo malo es que se están formando nuevas generaciones con estos conceptos. Fijate que, en el fondo, es un enfoque que políticamente tiene hasta un sostén filosófico.

—¿Por quién lo decís?

—Bueno... este hombre, Laclau, que es el filósofo preferido de Cristina, habla del periodismo como “factor de distorsión social”. Y si ellos creen eso estamos en un problema porque entonces nos transformamos en enemigos del poder democrático y, en realidad, no somos eso.

—Es distorsionar lo que significa la información. Incluso hay gente que ha perdido la vida por brindar información.

—Obvio. Lógico. Aparte estamos en un momento en el que los hechos están sospechados. Esto es una locura porque los hechos no son de derecha o de izquierda. Son hechos. Te diría que el periodismo se ha transformado en una especie de cuestión de fe. Según quien lo diga, existe o no existe. Y no es así. Los hechos existen con independencia de quién lo diga. Vos podés aportar opinión, debate. Lo que más te guste. Pero el hecho como tal “está”. Cuando vos lo podés probar y tenés fuentes y lo chequeás, el hecho existe. Ahora, en cambio, es al revés: suponete, no sé, “Boudou hizo tal negocio”. Bueno ¿quién lo dijo? “Según quién lo dijo será cierto o no.” Y no es así. El negocio está. Y otra cosa que se logró instalar y que a mí me parece muy perjudicial es la convicción de que los periodistas somos una especie de cagatintas que obedecemos a las empresas. Eso, fijate, implica un alto desconocimiento de los medios. Yo he manejado medios toda mi vida y he tenido mucha gente a cargo. Te puedo decir entonces que ningún medio es un todo coherente. Es muy tonto y muy paranoico pensar que los medios tienen sólo una ideología y un sentido unívoco. Eso es imposible.

—Tanto es así que cuando conducís un programa periodístico sabés que dentro del equipo, aunque se lleven muy bien, hay gente que piensa distinto.

—Obvio. ¿Acaso todos los periodistas de La Nación son de derecha? ¿O los de Tiempo Argentino todos kirchneristas? No. No es así. Yo he dirigido redacciones de trescientas personas, ¿vos pensás que yo leía la sección Espectáculos? De deportes no sé nada y no leía Deportes. Yo hacía la tapa y leía Política.

—¿Por ejemplo cuando hiciste “Página/12”?

—Hacía la tapa y leía la sección Política. Lo mismo en Crítica. Es físicamente imposible leer todo el contenido de un periódico. Y esto habla también de que, en realidad, no conocen los medios. Están proyectando sus propios deseos. Ellos querrían que los medios fueran así porque quieren que “sus” propios medios tengan esta característica. No saben que el stalinismo no funciona en los medios porque en una organización las partes siempre se pelean entre sí. Hay intereses diversos, nada está tan planificado. Mirá, cuando yo escucho al Gobierno hablar de Magnetto… Magnetto parece Dante Alighieri. Inventó el helicóptero, escribe las preguntas de no sé quién…

—Es el único que bajó al Infierno.

—Todo eso es imposible. No existe. Es mentira. Es una visión muy paranoica de la realidad. Pero esto no quiere decir que no haya operaciones de prensa. Por supuesto que las hay. Pero son la excepción y no la regla. Por supuesto que hay intereses económicos. Pero, ¿qué es lo que les interesa a los diarios? Sin duda vender más ejemplares. En este caso no les interesa tirar un gobierno. Al padre del canciller Timerman (Jacobo Timerman) le interesó tirar un gobierno. Tiró el gobierno del presidente Illia, pero ahora no hay ningún diario que esté en un complot golpista. Es muy aventurado decir eso.

—Sí, yo recuerdo que “Primera Plana” hizo una nota lapidaria sobre el doctor Illia y su familia.

—Bueno, claro. Primera Plana y Confirmado, que en ese entonces manejaba Jacobo, fueron parte integral del golpe. Lo mismo ocurrió en su momento con La Opinión. Y La Tarde, que dirigía el ahora canciller, también lo hizo en su momento… La Tarde fue el diario que Jacobo le regaló a su hijo y a través de sus páginas (también de La Razón) todo el mundo esperaba el golpe, era un secreto a voces, y La Tarde también fue parte de eso.

—Si mal no recuerdo, “La Tarde” duró poco…

—Muy poco. No vendía casi nada y de esa editorial quedó La Opinión, que luego fue intervenida por los militares hasta la mitad de la dictadura y terminó cerrando. Eran los talleres Oltra a los que luego se les hizo juicio.

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