SOCIEDAD
DESPUS DEL CRIMEN DE RAMONCITO

Las líderes de una secta que reclutaba niños

Hablan las condenadas por el caso que conmovió a Corrientes. Reclutadoras y "sacerdotisas".

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| Cedoc

Martina Bentura es fría y distante; Ana María Sánchez, amable y seductora. Parecen distintas, pero ambas fueron condenadas a prisión perpetua junto a otras cinco personas por el crimen ritual de Ramón González, el chico de la calle de 12 años, ocurrido en octubre de 2006 en Mercedes, provincia de Corrientes. Según el fallo, serían las organizadoras de una secta dedicada a conseguir menores para prostituirlos u ofrendarlos en sacrificios mágico religiosos.

Ramón González, conocido como “Ramoncito”, apareció muerto en un baldío el 7 de octubre de 2006. Su cuerpo estaba decapitado, sin sangre y sin algunas vértebras. Lo habían torturado las 24 horas previas a su muerte, en las que lo violaron, lo marcaron con cigarrillos en su costado izquierdo y hasta brindaron con su sangre.

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Además de Bentura y Sánchez, otras cinco personas fueron condenadas a prisión perpetua y otras dos fueron absueltas. Según el dictamen, el crimen ritual fue planificado por la secta en la que Bentura y Sánchez ocupaban el rango máximo: la “última generación”, de acuerdo a su propia nomenclatura.

La sacerdotisa. Para la Justicia, Ana María Sánchez ofició de sacerdotisa en el ritual. En una entrevista con PERFIL, se muestra amable y bien arreglada, pero parece vivir en un mundo paralelo. De hecho, la pericia forense advierte que sufre “un trastorno de la personalidad por dependencia que utiliza la negación como mecanismo de defensa”.

Mientras exhibe primorosas mantas de ñandutí que teje en cautiverio, niega los cargos en su contra y explica con argumentos llamativos las pruebas.

Sostiene que compró y subrayó por “pura curiosidad” el libro de magia negra hallado en su casa, que parece haber servido de guía para el crimen ritual. “Que yo sepa hay libertad de expresión en este país”, dice.

Afirma que la guadaña que, se sospecha, fue usada en el rito, “es una joya más” de su colección de antigüedades. Que el sayo indicado para celebrar misas negras “es un camisón”. Y que las fotos de políticos “tenían clavados alfileres para practicarles reflexología”, una técnica terapéutica basada en masajes dactilares.

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