SOCIEDAD

Los crímenes gauchos contra colonos judíos en Moisés Ville

Javier Sinay investigó los asesinatos de los primeros años del siglo XX en una colonia agrícola de Santa Fe.

Javier Sinay en una de sus visitas el cementerio de Moisés Ville.
| Gentileza: Javier Sinay

Entre 1889 y 1906, veintidós inmigrantes llegados de Ucrania fueron asesinados por gauchos criollos en Moisés Ville, la primera colonia agrícola judía del país ubicada a 177 kilómetros de la capital de Santa Fe.

"Los crímenes se dieron a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, en un momento en el que el campo argentino estaba transformándose y modernizándose", cuenta Javier Sinay, periodista y autor de Los crímenes de Moisés Ville, un libro editado por Tusquets que reconstruye la historia de los asesinatos que conmocionaron al pequeño pueblo santafesino.

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- Perfil.com: ¿Cuál era el contexto que rodeó la historia de esos crímenes?

- Javier Sinay: El modelo agroexportador y de colonización agrícola estaba en auge y la proverbial libertad de los gauchos ya no existía. Desde 1860, en cambio, los campos habían sido alambrados y los propios gauchos, obligados a convertirse en peones de estancia. Aquel gaucho que no quisiera, se marginalizaba y, entre los marginales, muchos vivían del delito. Gabriel Carrasco, un prohombre rosarino del siglo XIX que fue abogado, diputado, intendente, convencional y escritor escribió un artículo en 1892 (publicado en el periódico El Economista Argentino) donde plantea que entre 1874 y 1892 se da en la provincia de Santa Fe un promedio de 71 crímenes por año. Luego, me permití un juego: estableciendo la población promedio para la provincia en ese período, comparé aquellos datos con la tasa anual de homicidios para la provincia de Santa Fe en 2012 y con la población en el mismo año. ¿El resultado? La provincia de Santa Fe a fines del siglo XIX era tres veces más violenta en hechos de sangre que la actual. Claro, es una cuenta lúdica, sin rigor científico, y no podemos confiar en ella. Sin embargo, en esa provincia en la que los bandidos apestaban los caminos, la presencia del Estado en el campo era escasa y muchas de las 350 colonias agrícolas que se dispersaban en su territorio estaban olvidadas por la administración pública. En ese sentido, la colonia de Moisés Ville es un pequeño laboratorio que nos permite pensar lo que pasó a lo largo del país con esos primeros acercamientos entre gauchos y gringos, y cómo esas primeras fricciones se convirtieron en poco tiempo en fusiones amistosas. De ahí que en 1910 Alberto Gerchunoff ya hablara de los gauchos judíos.

- ¿Cuál fue la principal dificultad a la hora de investigar hechos que ocurrieron hace 120 años?

- La primera dificultad que apareció en la investigación de estos 22 homicidios ocurridos entre 1889 y 1906 fue la desaparición de los expedientes judiciales. Los busqué en archivos y museos de la provincia de Santa Fe y de Buenos Aires, pero ya no existen. En el Archivo General de la Provincia de Santa Fe hay un agujero negro, en cuanto a expedientes criminales, que comienza en 1888 y sigue hasta bien entrado el siglo XX. En el Archivo de los Tribunales del Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe apareció un libro de actas que habla de uno de estos casos, pero brevemente y no hay más: apenas una única y pequeña mención. Sin los sumarios oficiales, entonces, me basé en los relatos de los viejos colonos (entre ellos, el que más prolongadamente informó fue Mijl Hacohen Sinay, mi bisabuelo, que en 1947 escribió un artículo evocativo de 27 páginas titulado "Las primeras víctimas judías en Moisés Ville"; y también hay otros desperdigados en varios libros de historia de las colonias judías, libros que, en algunos casos, estaban en la AMIA en el momento del atentado y fueron luego rescatados), también busqué en la prensa de la época (el diario La Unión, de la colonia santafesina de Esperanza; el diario en ídish Die Volks Stimme, que se editaba en la Buenos Aires finisecular y que era dirigido por un periodista muy peculiar llamado Abraham Vermont, creador, según algunos comentaristas, del primer periodismo sensacionalista nacional; y los diarios La Prensa y La Nación, que entre julio y septiembre de 1906 siguieron el escandaloso crimen de Miriam Aliksenitzer -aparentemente violada y asesinada por el comisario del pueblo-, el último asesinato de mi serie). Por último, hubo una dificultad lingüística: muchos de los relatos que me llegaban desde los siglos XIX y XX estaban en ídish. Para eso tuve que inscribirme en un curso de ídish y conseguir a una entusiasta traductora que trabajó conmigo, codo a codo, durante cuatro años.

- ¿Con qué te encontraste en Moisés Ville en tus primeras visitas?

- Había leído mucho sobre Moisés Ville antes de viajar por primera vez. Hay muchos libros de historia judeoargentina que cuentan su épica: esta colonia fue el primer asentamiento de la comunidad en nuestro país y se convirtió en una puerta de entrada para miles de inmigrantes. No de casualidad fue llamada, durante años, "Jerusalén de Sudamérica". Su época de esplendor se dio entre 1920 y 1950. Pero cuando yo llegué, el pueblo era diferente. Muchos de los judíos se habían ido (a las grandes ciudades, a estudiar y a progresar; o al Estado de Israel, para construirlo y participar de la misma épica que en el campo argentino habían vivido sus padres o sus abuelos colonos) y sólo el 10% de la población actual se confiesa de origen hebreo. Sin embargo, en este pueblo de 2.500 habitantes todavía quedan -y están muy bien conservados e incluso en actividad- algunas de las maravillas edilicias que nos dejaron los fundadores. Son tres sinagogas (una de ellas, Monumento Histórico Nacional), dos bibliotecas judías, un teatro con 400 butacas, dos escuelas superiores judaicas, varios sitios de honor al Barón de Hirsch (el filántropo alemán que organizó la emigración masiva de judíos rusos amenazados a la Argentina), un museo muy visitado y el que a mi juicio es el lugar más bello del pueblo: el primer cementerio judío de la Argentina, una necrópolis en el medio del campo con tumbas de roca y con lápidas en hebreo erosionadas por el viento. Mi primer acercamiento al pueblo fue, entonces, un poco flojo, porque no encontré a la Jerusalén de Sudamérica, sino a un típico pueblo de la pampa gringa, pero con las sucesivas visitas pude ir descubriéndolo y conociendo a su gente hasta finalmente hacerlo mío: hoy Moisés Ville es un sitio que está en mi corazón.

¿Diseñaste una estrategia para rastrear documentos y entrevistados?

- No. Pero pasé cuatro años, entre 2009 y 2013, pensando y trabajando todos los días en esta investigación. Aparte de las fuentes bibliográficas que mencioné antes, también fue importante rastrear a los descendientes de las víctimas: acostumbrado a trabajar en noticias de crímenes calientes (las de todos los días), me interesaba indagar qué relato quedaba de este tipo de tragedias en el seno de cada familia con el paso del tiempo; es decir, buscar en la memoria íntima la marca del homicidio. Por eso el testimonio de los nietos y bisnietos de aquellos colonos muertos fue muy enriquecedor para el libro.

Sinay presenta Los crímenes de Moisés Ville hoy miércoles, a las 19:30, en Alamut Libros (Jorge Luis Borges 1985, Palermo) junto a Ricardo Ragendorfer, Lila Caimari, Sergio Sinay y Natalia Schjtman.

(*) De la redacción de Perfil.com