Con la compañía de su cuidadora, el martes 2 de abril Carlos Mancuso estaba en su casa, ubicada en la calle 65 entre 25 y 26, como cualquier otro día.
La calle de su cuadra se inundó en menos de media hora, y el agua superó el metro y medio de altura. Según cuenta un familiar, que prefiere no informar su nombre, la cuidadora intentó subirlo a una mesada pero no logró hacerlo. La desesperación y la angustia hicieron que la mujer pidiera auxilio a los gritos. Los vecinos podían escuchar sus alaridos desesperados. El nivel del agua no descendía y Mancuso no pudo evitar morir ahogado. Incluso, la mujer que lo acompañaba debió pasar la noche en el techo para refugiarse.
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Su yerno lo encontró tirado dentro de su habitación. Además, el familiar contó que al otro día, una vez que la policía se acercó para retirar el cuerpo, les dijo que trasladar el cadáver para realizar la autopsia era muy traumático y que evitarían los trámites judiciales consiguiendo un certificado de defunción privado por paro cardiorrespiratorio no traumático.
La familia accedió en medio del dolor, por lo cual no figura en la lista oficial, lo que hace que no se contabilice como otra víctima de la inundación. Según el juez Atencio podría haber más casos de este tipo, en los que los familiares accedieron a un acta de defunción sin pasar previamente por la morgue para agilizar el trámite.
