SOCIEDAD
enviarían el dinero a Paraguay

Peligrosa banda narco ‘V de Vendetta’ ganaba $ 2 millones por mes

El líder, un paraguayo conocido como “Ajuka”, eligió un barrio de La Matanza fuera de los mapas para asentarse. Homicidios, tiroteos y sátelites en árboles.

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Sin escape. 200 policías fueron necesarios para sorprender a los miembros de “Ajuka” y dejarlos sin opción al enfrentamiento armado y la huida por el río Matanza. En el operativo, el 22 de febrero pasado, la policía encontró un arsenal, máscaras de V de Vendetta y chalecos con la insignia de la banda. | Cedoc Perfil
“Te maté”, la leyenda en guaraní en los chalecos de la banda narco del paraguayo Mauro Guzmán, ubicada debajo de un cráneo con gorro y una hoja de marihuana, es más que el sello que identifica a la organización que operaba en los márgenes de La Matanza. “Ajuka” no es una advertencia, es un hecho: desde que los hombres de Guzmán pisaron el barrio “Fátima”, ubicado en González Catán, entre los barrios “Los Alamos” y “Nuestro Futuro”, se sucedieron los crímenes mafiosos. 

El hallazgo de un cadáver envuelto en film y cuatro personas ejecutadas, ambos casos sin esclarecer, son atribuidos a la banda que también se identifica por llevar máscaras de la película V for Vendetta y armamento pesado, con el que atacaban a la policía y a los habitantes del barrio.

Fuentes del caso indicaron a PERFIL que estos homicidios, cometidos hace dos años, fueron el síntoma de una guerra por el territorio que inició “Ajuka” –también interpretado como “asesino”–, atraído por un espacio estratégico y próspero para la venta de drogas. No se equivocaron. 

Las tareas de inteligencia de la Delegación de la Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado de la Policía Bonaerense, al mando de Pablo Montán, determinaron que el grupo narco paraguayo estableció 18 puntos de venta en las seis manzanas que forman el barrio de La Matanza. Los narcos se manejaban con dos turnos de 12 o cuatro de seis horas en calles y viviendas tomadas a los tiros y que funcionaban como búnkeres. Comercializaban los siete días de la semana, con una ganancia de entre 60 mil y 100 mil pesos diarios. Es decir, un promedio de dos millones mensuales.

En el allanamiento que desbarató la organización, solicitado por el fiscal especializado Marcos Borghi, a cargo de la investigación, la policía encontró un arsenal, 18 mil dosis de paco y marihuana en el interior de viviendas precarias donde residían y vendían los integrantes de la banda narco. No encontraron lujos ni vestigios de los millones que recaudaron.

Por esa razón, la investigación no está cerrada. Creen que “Ajuka” se desempeñaba como un administrador del territorio y que detrás de su figura fantasmagórica se encuentra el verdadero capo narco. Sospechan que el dinero de la comercialización de estupefacientes es enviada a Paraguay y, en ese país, volcada al circuito legal en la compra de campos y ganado. “Son los nuevos patrones”, indicó a este diario una fuente de la investigación que destaca que la maniobra es cada vez más común entre los grupos narco paraguayos y peruanos dedicados al narcomenudeo que operan en Argentina. 

En este país, Guzmán no tiene antecedentes. El fiscal Borghi aguarda los informes de Interpol y el Consulado paraguayo para tratar de construir la historia del líder conocido por su carácter cruel y sanguinario.

¿Por qué “Ajuka” eligió Fátima para establecerse? La organización, conformada por una célula proveniente de la villa 1-11-14, detectó que en el margen del río Matanza y las características del terreno de espesa vegetación donde se levantó el asentamiento, les daría una cobertura natural frente a la policía. A diferencia del barrio del Bajo Flores, Fátima no tiene edificaciones elevadas, razón por la cual los satélites de “Ajuka” se apostaban en árboles. Montículos de tierra, en lugar de carretillas con cemento y otros recursos, fueron suficientes para detener el paso de los patrulleros. Cuando la policía lograba atravesar los obstáculos, el escape rápido en barcazas o a nado por el río, bastaban.

Para golpear definitivamente a los narcos, fueron necesarios 200 hombres del Grupo Halcón, Caballería, Drogas Ilícitas, Infantería, un helicóptero y una canoa. “Se entregaron porque estaban rodeados”, detalló un investigador que destacó que, hace un año y medio, los narcos balearon con un fusil un móvil que patrullaba la zona. El efectivo que lo conducía fue baleado. La bala le destrozó el hombro. “Querían dejar en claro que no querían policías en la zona”, cerró la fuente.