SOCIEDAD
buscan atraer a visitantes que no los frecuentan

Proponen instalar nuevos bares en museos porteños

La Ciudad abrió la licitación de concesiones en el Planetario, el Fernández Blanco, el José Hernández y el Mamba, entre otros.

Espacios. El Sívori (foto) ya cuenta con un bar en el jardín. En el Planetario y el Mamba ampliarían la oferta de la zona.
| Gentileza GCBA

En sintonía con las grandes capitales del mundo, los museos y espacios culturales porteños sumarán ahora más bares y espacios gastronómicos a sus instalaciones. Así, desde la cartera cultural porteña, buscan brindar un servicio adicional al visitante –similar al que ya funciona en el Sívori; en el Parque Tres de Febrero, en Palermo, y en el Larreta, en Belgrano, por ejemplo–, además de atraer otro tipo de público no acostumbrado a frecuentarlos.

Para eso, el gobierno de la Ciudad incluyó hace un par de semanas un listado de museos para licitar sus concesiones, que podrán explotarse por un período de cinco años. Entre ellos se cuentan espacios como el Planetario, el Museo de Arte Popular José Hernández, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba), el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco y la ex confitería Munich en Costanera Sur, hoy convertida en el Museo del Humor.

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“Lo que se busca es brindar un servicio adicional al visitante del museo o el turista, acorde a lo que pasa en los grandes museos del mundo”, explica el ministro de Cultura Hernán Lombardi. Y agrega que “en casos como el Planetario, por su ubicación, la oferta gastronómica que tenía la gente estaba muy lejos, y la estrategia es brindarles una experiencia que por lo general apunta a un público restringido que asiste a ese centro cultural. Aunque también hay casos como el Larreta, que funciona para el público que no sólo va al museo, sino que está paseando por la zona o va a los cines”.

Casos como los restaurantes del Malba o del Museo Nacional de Arte Decorativo, que son una atracción más allá de las propias muestras, dan cuenta de este fenómeno, que no sólo es exclusivo de los museos porteños.
Es un intento por generar espacios más dinámicos, que atraigan un público distinto, tener un lugar para tomar un café ayuda. Lo mismo sucede con las tiendas de regalos”, explican desde la dirección de uno de los museos concesionados. En ese contexto, por un decreto del ministerio del año pasado, todos los ingresos deben ser reinvertidos en la misma actividad cultural.

Discusión. Para algunos sectores de la oposición, sin embargo, la inclusión del Planetario o la ex Munich generó polémica, por no contar con discusión parlamentaria. “Hicimos una denuncia por concesiones truchas hace un año y medio, porque creemos que algunas funcionaban de manera irregular”, dice Facundo Di Filippo, ex legislador y miembro del Partido Social. Desde la Dirección de Concesiones porteña, en tanto, explican que la Constitución de la Ciudad determina que esa facultad es del Poder Ejecutivo. “En este caso, hubo un pedido de mejorar la infraestructura de museos y espacios culturales, y encomendarle a alguien que administre un pequeño bar o espacio gastronómico”, explica su director, Gabriel Astarloa.

En el mundo, menúes variados y chefs estrella

En las principales ciudades del mundo, los cafés de los museos trascendieron la simple función de servir bebidas y sándwiches a los agotados visitantes ya que se han convertido en experiencias culturales en sí mismas: sus cartas son elaboradas por algunos de los chefs más premiados, varían sus platos cada estación y hasta acompañan las muestras temáticas que esos museos preparan. Más allá de convertirse en un negocio redituable, las ediciones especializadas publican anualmente los rankings de los mejores. Entre ellos, se destacan el del MoMA, en Nueva York, con cocina minimalista; el imponente Georges, del Centre Pompidou, en París, y las tres propuestas gastronómicas de la Tate Modern Gallery, sobre la orilla del Támesis. Y en el histórico Hermitage, de San Petersburgo; o en Versailles, recrean un servicio de época.