SOCIEDAD
son 5 MIL voluntarios que trabajan para VEINTE hospitales

Tejedoras crean ‘abrazos de pulpo’ para bebés prematuros

Los muñecos son colocados en las incubadoras. Una economista y una profesora de crochet impulsaron este proyecto en el país.

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En acción. Gabriela Strólogo, una de las impulsoras del proyecto que comenzó en el Penna. | aballay

“Tuve una cesárea de urgencia y mi hija nació prematura de siete meses, estuvo dos días con respirador artificial. Fue ahí cuando nos enteramos por Facebook del pulpito y hasta el día de hoy se lo ponemos en su cuna para calmarla cuando llora”, cuenta Belén Luque (24), sobre los difíciles 49 días que pasó su beba Juana, en la incubadora de la Clínica del Niño de Quilmes.

El pulpo al que se refiere Belén pertenece al proyecto dinamarqués Octopus for a preemie, o Abrazo de Pulpito, en español, que se expandió a nivel mundial (ver aparte), y no para de crecer en Argentina. Son unos muñecos tejidos al crochet, que ayudan a los bebés prematuros a sentirse acompañados y bajar el estrés mientras están en la incubadora.

La iniciativa llegó al país a fines de febrero, de la mano de la economista María del Mar Gelabert (37) y de la profesora de tejido, Gabriela Strólogo (48), quienes enteradas del proyecto en Europa convocaron a un grupo de tejedoras para hacerlo en el país. Empezaron con cien voluntarios y en apenas dos meses ya son 5 mil entre tejedores, aprendices y donantes que trabajan en varias provincias. “Esto superó todas nuestras expectativas”, cuenta Strólogo.  

Estos amigurumis, llamados así por la técnica japonesa de crochet que se usa para confeccionarlos, no son simples juguetes. “Para traerlos al país nos comunicamos con Dinamarca y nos dieron el permiso para hacerlo acá”, explica Gelabert. Y cuenta que se comprometieron a cumplir reglas estrictas: usar un punto de tejido bien cerrado para que el relleno no se escape, rellenarlos con vellón hipoalergénico, y respetar con precisión las medidas de la cabeza, que mide entre seis y nueve centímetros, y de los tentáculos, que estirados no pueden superar los 22 centímetros. Además, deben pasar por un proceso de lavado especial y embolsado hermético, antes de su entrega.

“Una de las cosas que más nos costó fue encontrar la lana porque en Europa usan una sin poros, que evita que se acumulen bacterias. Hasta que supimos de un proceso químico que se llama mercerización, que se aplica al algodón, y produce ese mismo efecto en la lana común y empezamos a fabricar todo en ese material”, recuerda Gelabert.

Una vez capacitadas y superados todos los obstáculos, ambas llevaron la iniciativa al Hospital Penna de Parque Patricios, que fue el primero que les abrió las puertas, de los veinte centros de salud que hoy están adheridos al programa. “Cuando nos plantearon este proyecto evaluamos las experiencias de otros países. Ya se entregaron 29 mil pulpitos a nivel mundial. Nos reunimos las comisiones de obstetras, neonatólogos, gente de enfermería, el comité de infecciones, y lo pusimos en marcha cuando el director del hospital dio su aprobación”, afirma Graciela Breccia, jefa del departamento Materno Infanto Juvenil, del Penna.  “Hoy todos los que llegan piden el pulpito”, agrega.

El proyecto se hizo tan conocido que incluso hay escuelas secundarias, fundaciones y centros de jubilados que se sumaron al grupo de tejedores. “Es una causa que conmueve, un momento muy difícil para el bebé y los padres, y saber que alguien piensa en ellos, reconforta”, concluye Gelabert.


De Dinamarca al mundo

El proyecto Abrazo de Pulpito logró cautivar a padres y voluntarios de todo el mundo y ya se tejieron 29 mil muñecos, para acompañar a los bebés en sus incubadoras.

Hospitales de países como Estados Unidos, Islandia, Holanda, Alemania, Turquía, Bélgica, España, Australia, Israel, Italia y ahora Argentina, entre otros, ya los incorporaron como terapia para mejorar la internación y evolución de los recién nacidos, durante los primeros días afuera de la panza de su mamá.

La iniciativa nació en Dinamarca, en 2013, impulsada por la fundación Spruttegruppen. Y según sus estudios, los pequeños y divertidos animales les dan a los bebés mayor seguridad fuera del vientre materno y sus tentáculos les recuerdan al cordón umbilical con el que jugaban y apretaban durante los meses de embarazo.

Además, confirman que les ayuda a regular la respiración, el ritmo cardíaco y a evitar que se saquen las sondas y cables que los mantienen conectados.