SOCIEDAD
a tres aos del horror en el sarmiento

Tragedia de Once: el chico que perdió a su papá antes de nacer

Por Gisela Nicosia | Estela Pinaudo estaba embarazada de nueve meses cuando su pareja, Alberto García, subió al Chapa 16 y murió.

Ayer y hoy. Hoy cría sola a su hijo, que nació 15 días después de la tragedia.
| Pablo Cuarterolo

Una mujer embarazada de casi nueve meses sosteniendo una fotografía de su marido frente al hospital Ramos Mejía es una de las más tristes y desconsoladas imágenes de la tragedia de Once. Ese 22 de febrero de 2012, Estela Pinaudo (31) atravesaba los últimos días previos al parto de su primer hijo, Alexander, y su pareja, Alberto García (43), había tomado el tren Sarmiento para ir a la Universidad Di Tella, donde dictaba clases en la carrera de Ingeniería. Pero nunca llegó.

Viajaba en la misma formación Chapa 16 donde otras 51 personas perdieron la vida y unas 700 sufrieron heridas de distintas consideraciones.

A tres años de la tragedia, Estela se anima por primera vez a dar una entrevista en la que cuenta lo que debió enfrentar durante todo este tiempo. “Tengo recuerdos borrosos. Alberto primero estuvo desaparecido, no figuraba en ninguna lista y la desesperación que sentí es indescriptible. Luego apareció el cuerpo y sé que luego de ir a verlo sentí que no podía volver a mi casa. Hablé con mi obstetra y le pedí que me internara porque quería que me controlara el embarazo. Así pasé los días previos al nacimiento de Alexander, sin entender lo que sucedía”, cuenta desde el living de su casa, en Morón, donde abundan los portarretratos con fotos en las que se la ve sonriente junto a quien define como “el amor de su vida”.

Con los ojos envueltos en lágrimas, prepara la leche chocolatada para su pequeño, que en dos semanas cumplirá 3 años. Sobre la mesa hay pinturas acrílicas y palitos de madera que se convertirán en los souvenirs de la fiesta de cumpleaños. “Es una fecha especial. Remueve cosas, sé lo que le hubiera gustado celebrar a Alberto. Mi hijo ya sabe que su papá está en el cielo, ve la luna y dice “papá”. También lo reconoce en fotos, pero hasta que no sea adolescente o sea más grande, no le mostraré nada del accidente”, dice.

Su mirada perdida es sinónimo de su desconcierto por no encontrar una explicación al destino que le tocó. Está anclada en la situación de no tener a su pareja, con quien se iba a casar en abril de ese mismo año, aunque ante la noticia del embarazo decidieron postergar la boda. Lo que más lamenta es que aún no logró que Alexander esté inscripto con el apellido paterno. “Pese a que al mes de nacido teníamos los exámenes de ADN que cotejaban su vínculo, los papeles del trámite no avanzan. Es pura burocracia; él no tiene el apellido que corresponde, y eso aumenta el dolor que siento”, explica.

“Nos conocimos bailando salsa y a la semana convivíamos. Pasamos cinco años juntos y habíamos buscado mucho a nuestro hijo. Hice tratamientos de fertilización y no quedaba embarazada, entonces decidimos casarnos. Al mes de comenzar con esos preparativos me entero de que esperábamos un bebé y suspendimos la boda. Y en febrero fallece Alberto y cambió todo de nuevo y para siempre”, se lamenta. De golpe vuelve a sonreír al hablar de su casa, la que construyó “codo a codo con Alberto”. Allí vive con su hijo. “Nos apuramos a terminar los pisos y pintábamos las paredes para que el bebé naciera y tuviera todo bien. El se imaginaba lo mucho que jugaría a los soldados con Alex, o cómo jugarían a la pelota, cosas que ya no sucederán”, suma.

Aniversario. Pese a su dolor, Estela no participa de los actos, elige no estar informada sobre la causa y no sigue el tema en los medios. “No quiero saber nada. No estoy preparada. Para los 22 no escucho nada sobre el tema. Pedí verlo cuando encontraron el cuerpo porque si no lo iba a esperar todos los días de mi vida y nunca iba a llegar. Lo vi, lo toqué pero no me dejaron besarlo. No quiero ni recordar cómo fue ese último beso que nos dimos para no sufrir más”, dice y se toma unos minutos para contestar cómo sintió el paso del tiempo luego de la tragedia.

“Por un lado, siento como si hubiera sido ayer, pero a la vez veo a mi hijo tan grande y creo que pasó todo muy rápido. Es una herida que nunca cerrará, ni para mí ni para mi hijo. A Alberto lo recuerdo todos los días y siempre lo nombro en algo, incluso le digo a Alex cuando hace alguna travesura: ‘Si tu papá estuviera presente, te retaría’”, cuenta.

Estela mira los videos que tiene en su celular, donde quedaron los pasos de baile de Alberto registrados, y se le ilumina la cara. “Voy a hacer de cuenta que nunca te fuiste, que has ido de viaje y nada más”, es parte de la letra del tema Mi primavera, de Banda XXI, la canción que se escuchó en el funeral ya que era el tema que bailaban juntos. “Era nuestra canción, y me gusta recordarlo alegre, feliz porque a él le hubiera gustado que así fuera”, afirma mientras retiene las lágrimas.

 

Una búsqueda desesperada

Un día como hoy, pero tres años atrás, Estela comenzaba un raid por hospitales y centros de ART. Sabía que su marido había tomado el Sarmiento, pero no aparecía. Junto a su padre y su suegro, pasó un día y medio buscándolo. “Fuimos a todos lados, llamamos a todos los conocidos. Tenía la esperanza de que no estuviera en los primeros vagones”, dice.
Debido al estrés vivido tras pasar toda la noche sin tener noticias, debió ser medicada.Nada la detenía, ni su avanzado embarazo ni el cansancio. A todos les mostraba una foto de él abrazándola.

“Cuando me enteré del accidente, estaba desesperada. Salí como loca a buscarlo. Lo llamábamos al celular y sonaba, sonaba. Hasta que se quedó sin batería el teléfono y al otro día encontraron su cuerpo”, cuenta resignada.